Os cuento una anécdota muy bonita que nos ocurrió en una de nuestras tiendas hace un par de años:
Entra un chico, un poco nervioso, justo el Día de San Valentín. Nos pide un ramillete de globos con forma de corazón. Nos ponemos a inflar los globos, y una vez hecho el ramillete, saca de su bolsillo una caja muy pequeñita y aterciopelada. Empieza a atarla a los globos. Ante nuestras miradas sorprendidas, nos explica que va a pedir matrimonio a su chica esa misma noche. Sólo con imaginar la cara de emoción de la afortunada, se nos llenaron los ojos con lágrimas…
Esperamos que dijo que sí…