Revista Salud y Bienestar
Los aparatos dentales han dejado de ser cosa de niños y cada vez un mayor número de adultos decide colocarse una ortodoncia, fundamentalmente por cuestiones estéticas, pero también porque un incorrecto alineamiento de las piezas dentales dificulta la limpieza y, en consecuencia, eleva el riesgo de complicaciones como la aparición de gingivitis (inflamación de las encías), caries o incluso dificultades en la masticación y en la fonación (emisión de la voz).
El factor social, el auge del culto a la estética y las facilidades de financiación han provocado que, en la actualidad, más del 40% de los pacientes que demandan una ortodoncia supere los 25 años de edad. Y es que, al contrario de lo que muchos piensan, “no hay una edad establecida para el inicio de la ortodoncia y según el problema podemos empezar a trabajar antes o después en diferentes momentos de la vida”, comenta la doctora Carolina Benalal, cirujano dentista y directora general de la Clínica Benalal de Madrid.
No obstante, lo que puede limitar la ortodoncia es la salud de los tejidos orales, tanto en las piezas dentales como en las encías. Por ejemplo, el tratamiento de la ortodoncia está contraindicado para pacientes con una enfermedad periodontal no controlada, ya que, en este caso, los huesos y las encías están dañados, por lo que si se inmovilizan los dientes corremos el riesgo de dañar el soporte e incluso perder la pieza dental. Por tanto, la doctora recomienda que “si un paciente tiene las encías inflamadas, bolsas o movilidad dental, será necesario tratar estos temas antes de iniciar una ortodoncia”.
En opinión de la especialista, la ortodoncia en adultos sigue un proceso “más lento que entre los jóvenes, ya que si se precipitase podría llegar a producir efectos adversos como la pérdida de las raíces dentales”. A pesar de ello, “es igualmente efectivo. Los adultos deben tener calma, puesto que su metabolismo óseo es distinto al de los adolescentes y se mueve más lentamente que uno que está en fase de crecimiento", puntualiza la experta.
La única diferencia, añade, es que “el tratamiento en adultos se hace con ortodoncia fija, recurriendo a los llamados brackets para la colocación correcta de los dientes y evitar un incorrecto reposicionamiento dentario que alteraría el factor funcional”. Los brackets fijos van adosados o cementados al diente y pueden ser metálicos, de porcelana o de plástico. Estos dispositivos, que se colocan en la cara externa del diente y por tanto son visibles, son los más comunes por haber demostrado su eficacia, rapidez y agilidad al poner las piezas dentales en su sitio.
-Innovaciones técnicas
No obstante, para evitar el problema estético, algunos pacientes optan por la ortodoncia lingual, que cementa los brackets por la cara interna pero que, al contrario que los tradicionales, causan importantes problemas al hablar y provocan heridas en la lengua, lo que dificulta aún más la articulación. En el caso de que existan asimetrías o descolocación de huesos, los expertos recomiendan combinar la ortodoncia con cirugía ortognática con el fin de recolocar tanto los dientes como los huesos de la boca.
Además, las nuevas técnicas han permitido la aparición de otro tratamiento más sofisticado, que recurre a fundas trasparentes que funcionan a través de pequeños movimientos. Diseñadas a través de un programa de ordenador, este nuevo sistema "se puede aplicar cada vez en más casos, aunque requiere el cambio de fundas cada quince días”, comenta la doctora Benalal
El factor social, el auge del culto a la estética y las facilidades de financiación han provocado que, en la actualidad, más del 40% de los pacientes que demandan una ortodoncia supere los 25 años de edad. Y es que, al contrario de lo que muchos piensan, “no hay una edad establecida para el inicio de la ortodoncia y según el problema podemos empezar a trabajar antes o después en diferentes momentos de la vida”, comenta la doctora Carolina Benalal, cirujano dentista y directora general de la Clínica Benalal de Madrid.
No obstante, lo que puede limitar la ortodoncia es la salud de los tejidos orales, tanto en las piezas dentales como en las encías. Por ejemplo, el tratamiento de la ortodoncia está contraindicado para pacientes con una enfermedad periodontal no controlada, ya que, en este caso, los huesos y las encías están dañados, por lo que si se inmovilizan los dientes corremos el riesgo de dañar el soporte e incluso perder la pieza dental. Por tanto, la doctora recomienda que “si un paciente tiene las encías inflamadas, bolsas o movilidad dental, será necesario tratar estos temas antes de iniciar una ortodoncia”.
En opinión de la especialista, la ortodoncia en adultos sigue un proceso “más lento que entre los jóvenes, ya que si se precipitase podría llegar a producir efectos adversos como la pérdida de las raíces dentales”. A pesar de ello, “es igualmente efectivo. Los adultos deben tener calma, puesto que su metabolismo óseo es distinto al de los adolescentes y se mueve más lentamente que uno que está en fase de crecimiento", puntualiza la experta.
La única diferencia, añade, es que “el tratamiento en adultos se hace con ortodoncia fija, recurriendo a los llamados brackets para la colocación correcta de los dientes y evitar un incorrecto reposicionamiento dentario que alteraría el factor funcional”. Los brackets fijos van adosados o cementados al diente y pueden ser metálicos, de porcelana o de plástico. Estos dispositivos, que se colocan en la cara externa del diente y por tanto son visibles, son los más comunes por haber demostrado su eficacia, rapidez y agilidad al poner las piezas dentales en su sitio.
-Innovaciones técnicas
No obstante, para evitar el problema estético, algunos pacientes optan por la ortodoncia lingual, que cementa los brackets por la cara interna pero que, al contrario que los tradicionales, causan importantes problemas al hablar y provocan heridas en la lengua, lo que dificulta aún más la articulación. En el caso de que existan asimetrías o descolocación de huesos, los expertos recomiendan combinar la ortodoncia con cirugía ortognática con el fin de recolocar tanto los dientes como los huesos de la boca.
Además, las nuevas técnicas han permitido la aparición de otro tratamiento más sofisticado, que recurre a fundas trasparentes que funcionan a través de pequeños movimientos. Diseñadas a través de un programa de ordenador, este nuevo sistema "se puede aplicar cada vez en más casos, aunque requiere el cambio de fundas cada quince días”, comenta la doctora Benalal
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