Revista Educación

Caso

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Caso

No sé si saben que tengo un hijo. Creo que lo he contado ya alguna vez por aquí, pero no me hagan mucho caso. Desde que soy un señor mayor, y padre, mi memoria da para lo que da: el desayuno. Pues bien, el heredero está atravesando lo que algunos llaman aDOSlescencia. No les puedo citar las fuentes, no las recuerdo, así que, de nuevo, no me hagan mucho caso. El niño ha pasado de ser un nene amoroso, que daba besos y abrazos (a su madre) sin razón aparente, a una especie de troll que la lía, también sin razón aparente (y ahora sin distinción de parentesco). Hace no mucho se cabreó lo más grande porque le prohibimos beber un vaso de agua. Concretamente el vaso de agua donde estaba limpiando los pinceles de las acuarelas con las que pintaba. Hace solo unos días se pilló tal berrinche que se vomitó encima del esfuerzo (el mismo esfuerzo que le reventó, a la vez, una venita de la nariz, con la consiguiente orgía de sangre y susto). Y todo porque no quería tomarse el jarabe de la tos. La tos que le provocó la arcada.

Pero qué sabré yo de niños si solo tengo uno. Y casi a estrenar. No me hagan mucho caso.

El tema es que cuando el niño se duerme yo me abandono a mi pasatiempo favorito: dejar de pensar que soy padre de un troll. Dejar de pensar en general. Y para ello nada mejor que preguntarle a mis amigos los dealers de lo audiovisual, qué lo peta en las plataformas.

Samurái de ojos azules es el típico producto al que yo no hubiera llegado por mis propios medios, el que me tienen que meter con calzador, con un "Tú hazme caso" y la mayor seguridad en uno mismo que un dealer de lo audiovisual puede gestionar. Es una serie de animación ambientada en el Japón del siglo XVII, el del período Edo, el del Shogunato. Un país cerrado voluntariamente a cualquier influencia externa, volcado en sacralizar todo lo propio (por ejemplo, las dentaduras negras) y satanizar lo ajeno (por ejemplo, las pistolas). El protagonista tiene algo que lo convierte en un apestado: ojos azules, o sea, sangre extranjera. Bueno, y algo más que mejor que descubran ustedes mismos (bastante obvio, pero no hay por qué abusar del spoiler innecesario). Y además tiene unas ganas de vengarse que no le caben en el cuerpito y una espada que corta mucho y muy bien. La serie sí que es una orgía de sangre y no lo del otro día en casa. Por añadirle más atractivos al visionado, los malos son muy malos (MUY malos) y la factura audiovisual es de provocar caídas de huevos al suelo (perdónenme si no manejo el argot del medio). ¿Alguna cosa mala? Sí, que ya me he terminado la primera temporada, la única disponible, y el troll aún no es mayor de edad.

Así que por favor, al menos en esto, háganme caso.

Caso


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