Revista Opinión

Caso Ávalos: se derrumban las coartadas y tambalea el pacto de silencio

Publicado el 27 septiembre 2020 por Piedraonline

Caso Ávalos: se derrumban las coartadas y tambalea el pacto de silencio

La causa Ávalos parece ir tomando cuerpo con las testimoniales que ha propuesto la querella de la familia del joven estudiante de la UNCo que desapareció el 14 de junio de 2003 tras ser visto por última vez, a las 7 de la madrugada, dentro del boliche Las Palmas.

La hipótesis más sencilla ha puesto en jaque las coartadas y podría hacer tambalear el pacto de silencio que sellaron, hace 17 años, los integrantes de la seguridad con los responsables del boliche y que prosperó producto de toda una trama de encubrimiento.

En este escenario, se complica la situación del dueño, Pedro Nardadone, pero principalmente del encargado, Patricio Sesnich, que estaba al tanto de todo lo que ocurría en el local porque tenía un fuerte mecanismo de control y todos le rendían cuentas a él.

Los querellantes, Sergio Heredia y Leandro Aparicio, apuestan a imputarlos por la desaparición forzada de Sergio Ávalos junto con el personal de seguridad del local, y suman antecedentes que le dan forma a la hipótesis de que a Sergio lo mataron y luego desaparecieron para que no clausuraran el boliche.

Está más que probado en el expediente que Sergio ingresó a Las Palmas. Esto incluye el relato de sus compañeros de la residencia estudiantil con los que asistió al boliche y conocidos de Picún Leufú que lo vieron dentro del local.

"Sergio entró al boliche y de ahí no salió con vida. Cuando vos pagás la entrada a un local, es como si firmaras un contrato con el dueño, y acá la responsabilidad recae sobre ellos", explicó Sergio Heredia a LMN, quien desde hace tres semanas toma testimoniales todos los días junto con el fiscal federal de la causa.

En cada declaración que se toma en la sede judicial de calle Carlos H. Rodríguez 46 surgen detalles que permiten comprender que el mecanismo de control que existía en el boliche estaba tan aceitado, que es ingenuo pensar que justo esa noche todo se desmadró.

Todo lo sabía el Pato

"El Pato es alto, flaco, grandote y narigón", describió una ex empleada a Patricio Sesnich durante la testimonial. "Tenía pelo oscuro y lacio", agregó otra mujer que trabajó en el boliche que abrió sus puertas en 1994 y que a principios de este siglo tuvo su momento de gloria hasta la desaparición de Ávalos.

"El Pato iba para todos lados con un handy en la mano", confió la mujer que trabajó en la barra del boliche, a la vez que describió: "habían cámaras en todos lados y si te mandabas alguna, te llamaba por handy para cagarte a pedos".

Otra ex empleada detalló: "La función que tenía (Sesnich) era de controlar y dar ordenes. Todos se manejaban con Patricio".

En cuanto a la seguridad, de acuerdo con las testimoniales, Sesnich organizaba y distribuía al personal que cubría los sectores interno y la externo. Incluso, hacía modificaciones las noches que había show o cuando tocaba algún grupo, por lo que apostaba personal de seguridad en el escenario y en la zona que utilizaban como camarín.

"Sesnich es el que daba la orden de cuándo comenzaba a funcionar el boliche y nosotros dejábamos pasar a la gente", reveló un miembro de la seguridad del local, que muestra cómo el encargado estaba en todos los detalles.

Incluso, cuando había incidentes en el boliche, le avisaban para saber si a los pibes los mandaban a la enfermería o si los sacaban a la calle, donde estaba personal policial uniformado cubriendo adicionales.

Además, era Sesnich el que se encargaba de pagar al personal de seguridad y le daba el dinero a la Chechu, la pareja de Nardadone, para que les pagara a las chicas de la barra.

Los testimonios revelan que Patricio Sesnich ejercía un fuerte control sobre todas las actividades del local. Es decir, siempre tuvo todo bajo control, pero la noche que desapareció Ávalos en Las Palmas, Sesnich dejó de ser el encargado responsable y controlador para pasar a ignorar todo lo que ocurría bajo sus narices. Al menos eso es lo que se ha esforzado en hacer creer.

Al perfil de Sesnich se suma que, años después de la desaparición de Ávalos, la Justicia lo investigó por integrar un grupo de matones que se dedicaban a apretar gente para que pagara sus deudas.

En la actualidad, de acuerdo con el expediente, trabaja en la municipalidad de Neuquén en el área de comercio, lo que deja en claro sus vínculos con el poder.

Seguridad, peleas y detectores

Un militar de alto rango que trabajó en la seguridad del boliche en su paso por Neuquén reveló ante la Justicia Federal detalles de cómo se manejaban.

"Recuerdo que más o menos entraban unas 2500 personas en un día normal. Cuando había espectáculo, subía la cantidad de público y aumentaban los efectivos de seguridad", explicó el hoy teniente coronel del Ejército Argentino.

"La seguridad se dividía en interna y externa. La interna es de la puerta de la disco hacía adentro. La externa la desempeñaba personal adicional de la Policía de la provincia y a veces de la Policía Federal", continuó.

"La seguridad interna tenía como objetivo tratar de evitar disturbios, y cuando se detectaba alguno, se avisaba por handy y se sacaba a la persona", detalló el militar, que obvió algunos datos.

Una de las mujeres que trabajó en el boliche en la época en que desapareció Ávalos contó: "Siempre había peleas en el boliche (principalmente en la zona de los baños). Vos veías a los de seguridad que sacaban pibes para afuera. Les ponían las manos atrás y los sacaban de manera violenta".

Además, la mujer aclaró que el personal de seguridad tenía intercomunicadores y handy. "Todo se avisaba a Sesnich", concluyó.

Para reforzar la seguridad del boliche, Nardadone, que tenía vínculos con el poder de turno, había conseguido que la Policía Aeroportuaria o el director del aeropuerto internacional de Neuquén le alquilaran dos arcos detectores de metales. Es decir que para que se diera semejante operación en la que un aeropuerto internacional rentaba a un boliche los imprescindibles detectores de metales, tenía que existir algún guiño del Gobierno.

"Se le alquilaba a la Policía Aeroportuaria o al aeropuerto. Lo que recuerdo es que el jefe de la policía del aeropuerto era el encargado de traerlo y de llevárselo. Se alquilaba de noche, que era cuando el aeropuerto no los usaba. Los sábados que había más gente se alquilaban seguro", reveló uno de los militares que trabajó en el boliche.

Estos detectores se utilizaban para evitar que los jóvenes ingresaran con armas de fuego, cuchillo, navajas o cualquier otro tipo de elemento metálico que pudiera utilizarse para agredir.

Este uso de detectores de metales también deja a la vista el nivel de violencia que había en las noches de boliche en Las Palmas.
Cámaras y control

Lo sencillo y obvio del caso sigue saliendo a la luz en cada una de las entrevistas que los querellantes y el fiscal federal realizan sobre una base de 50 preguntas.

Es así que se reconstruyó cómo era y cómo funcionaba el sistema de cámaras de Las Palmas que falló el 14 de junio de 2003, siete minutos antes de que ingresara Sergio Ávalos. Vaya casualidad.

El militar en actividad confió que en el local "había 10 o 12 cámaras como mínimo". "Se veían. En esa época eran con VHS. Tengo entendido que funcionaban toda la noche", señaló.

En paralelo, otra persona que se desempeñó en el local detalló que desde una de las oficinas que había en el boliche, detrás de la taquilla, "había todo un panel de televisores, que serían como 6 o 7, algunos con pantallas divididas", desde donde se observaba todo lo que ocurría.

Y agregó: "Las cámaras tenían como unas caseteras que grababan. Era una grabación lenta, usaba los cassettes TDK. Con un cassette te alcanzaba para toda la noche. Era un equipo que hoy sería muy rudimentario, pero en esa época era bastante nuevo", explicó.

Después, describió cómo funcionaba la grabación: "El sistema, cuando se terminaba el cassette o no tenía más cinta, por decirlo de alguna manera, te daba una alerta de sonido o de luz y te daba la posibilidad de cambiar el cassette o bien rebobinaba y empezaba a grabar sobre lo ya filmado en el mismo cassette".

A su vez, una de las ex empleadas confesó: "Siempre funcionaron las cámaras. No me enteré de que no hayan funcionado".

Las cámaras servían para controlar no solo el ingreso de gente sino también el manejo del dinero de la taquilla y las barras. Las habían instalado por la paranoia del dueño y el encargado, que sospechaban que los empleados les robaban.

La madrugada del 14 de junio de 2003, el sistema de cámaras y de grabación que era tan moderno y sofisticado para la época justo falló. Una casetera que automáticamente rebobinaba y volvía a grabar dejó de funcionar a las 2:48, siete minutos antes de que ingresara Sergio Ávalos a Las Palmas. Una falla tan curiosa como llamativa.

Droga, prostitución y poder

En los testimonios recabados por la Justicia Federal aparece una mujer, la Chechu, que es identificada por todos como "la pareja del dueño y la jefa de la barra".

Una joven que trabajaba en la barra y el guardarropas del boliche reveló: "Ella fue la que me contrató. Chechu daba vueltas por todo el boliche y era la que nos avisaba cuándo cerrar la caja y luego volvía y se llevaba la recaudación".

"La gente que se maneja en el laburo de noche a veces no es tan transparente. Es un ambiente pesado el de la noche", advirtió la mujer, que hoy ronda los 40 años, y agregó: "Yo en este lugar conocí la cocaína. A mí me la ofreció Chechu cuando empezamos a trabajar. Era para estar más tranquila, para no dormirme, para aguantar toda la noche".

El consumo de cocaína, relató a la Justicia Federal, también lo supo hacer con la Chechu en la barra o el baño del boliche.

Ella no era la única de las jóvenes que, alentadas por la Chechu, consumía. "Algunas chicas seguían tomando durante la noche", dijo.

Las exigencias para las chicas de la barra eran varias. "Todas teníamos que ser flacas y todas teníamos que estar dispuestas a pasar por el escenario. Era parte del trabajo. Muchas veces me cambié atrás de la barra. Me sacaban lo que tenía puesto y me ponían un vestido rojo que decía 'Las Palmas' y nos mandaban al escenario", relató una de las jóvenes que en ese entonces trabajó en el lugar.

A partir de los relatos brindados en la Justicia Federal es que se fortalece lo que era un secreto a voces, que en el boliche corría la droga y se comercializaba, principalmente, en la zona de los baños.

A esto se suman relatos que dan cuenta de que las prostitutas podían ingresar al boliche en busca de clientes, pero no se sabe si era a cambio de algo, por ejemplo un porcentaje o favores sexuales.

Es por todos estos datos que la hipótesis de la prostituta vip no ha sido descartada del todo. En dicha teoría, que fue manifestada por un testigo al juez federal, se da cuenta de que Ávalos esa noche conoció a una joven que participaba en fiestas del poder que se realizaban en calle San Martín al 4000, en la casa de un conocido sindicalista, donde además de prostitutas había alcohol y drogas. La joven era conocida por los patovicas por ser la chica predilecta de un alto funcionario del gobierno de Jorge Sobisch. Por ese motivo es que golpearon a Sergio Ávalos, pero se les fue la mano, lo mataron y luego desaparecieron su cuerpo.
La teoría de la querella

Los antecedentes que arrastraba el boliche no eran buenos. Había peleas, golpizas y excesos todas las noches. Incluso, se venía incumpliendo la ordenanza municipal que establecía el horario de cierre de los locales nocturnos a las 6 de la madrugada.

El antecedente inmediato fue la golpiza que denunció haber sufrido una joven en el boliche el fin de semana del 3 de mayo de 2003, cuando los patovicas le dejaron el rostro desfigurado. Incluso, en la denuncia, la joven cuenta que se despertó en el hospital.

El caso fue publicado por este medio, y en la edición del miércoles 7 de mayo de 2003 aparece Patricio Sesnich haciendo declaraciones como encargado del boliche.

Sesnich admitió, en ese entonces, que en el local trabajaban militares y policías. Dijo que iban a entregar los videos de las cámaras a la Policía junto con un cuaderno negro de tapa dura donde en el boliche se registraban los incidentes. En el caso de la joven había sido a las 7:40, según detalló el propio encargado a este medio.

La declaración de Sesnich complicó al boliche porque quedó en evidencia que incumplían la ordenanza municipal que establecía el cierre de los locales nocturnos a las 6 de la madrugada.

Dicha ordenanza fue repudiada por los empresarios de la noche en su momento, quienes habían presentado un recurso de amparo, pero la Justicia falló a favor del Municipio, por lo que el cierre de la actividad de los boliches era a las 6 y, claramente, Las Palmas infringía la ordenanza.

La denuncia de la joven había puesto en jaque al boliche, que corría el riesgo de ser clausurado.

Entonces, el 14 de junio de 2003 se registró un incidente a las 7 de la madrugada en la zona de los baños donde se presume que la seguridad del boliche golpeó a Sergio Ávalos y lo mató.

El hecho no lo podían dejar asentado en el cuaderno negro porque nuevamente estaban incumpliendo la ordenanza y, además, había un joven muerto. Si trascendía este episodio, era inminente la clausura de Las Palmas.

Siempre que ocurría algo, a la vista de las testimoniales está, Sesnich era avisado. Con Ávalos, la querella presume que también estuvo al tanto de lo ocurrido y se tomó la decisión de desaparecerlo para evitar el cierre del local.

Después, había que reacomodar todo en el boliche. Es así que adulteraron la cintas de video y dijeron que se había cortado la grabación minutos antes de que ingresara Sergio y se unificó el relato de todo el personal de seguridad del boliche.

Durante 17 años se sostuvo esta coartada que comienza a derrumbarse y con ella arrastraría a los integrantes de la seguridad del boliche. Por eso, estiman que podría romperse el pacto de silencio para evitar quedar tras las rejas.


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