El abogado Rebollo, con su gesto de resignación
en la última milésima del segundo final, justo acabada la entrevista de Mariló y sus hienas, en el programa La mañana de La 1, ese que ha hecho el abogado de Ortega Cano cuando se ha creido fuera de cámara, ese gesto medio de "qué se le va a hacer!" o "vaya, casi casi la cago", ha demostrado bien a las claras, más si cabe si aun no lo teníamos claro, que el veredicto de la jueza que juzga a Ortega Cano por el homicidio imprudente de Carlos Parra, se trataría al menos era un falso negativo alcohólico, cuando no, digamoslo con tiento para no faltar a nadie, una inocente prevaricación jurídica.Este hombre, tan profesional como cualquiera que trate de ganarse sus alubias, ha fracasado en su intento de defender lo indefendible, como es que el "diestro matador" no fuese bebido en el momento del accidente.La verdad que escuchando sus torpes justificaciones del porqué de las declaraciones de los testigos y su intento de descalificarles como tales, me indican que, la alegría que dice tener él como abogado y Ortega Cano como acusado, son meras poses de cara a la galería.
El sr. Rebollo seguro que se ha alegrado de que las incisivas "cotillas del corazón" hayan terminado su interrogatorio, para él más duro que el de la jueza.