Revista Humor
Ante el asombro de sus familiares y la incredulidad de sus
compañeros, José Blanco se ha venido arriba, experimentando
un descomunal crecimiento.
El fenómeno, aún sin explicar, va acompañado de una alteración de
la personalidad que le lleva a hablar con acento andaluz, proferir
maldades y estar permanentemente pidiendo guerra.
Interrogado al respecto, el dirigente socialista ha estado inmenso:
"No me llames Pepiño, pisha, que me llamo Arfonzo".