Se ha escrito el penúltimo capítulo del culebrón de la vacuna de la varicela en España. El máximo responsable de Vacunas de la agencia reguladora de fármacos destituído por criticar la política de aplicación de esta inmunización, contraria a las pruebas científicas.
Al amparo de la irracionalidad científica las vacunas pierden prestigio por las presiones comerciales de sus fabricantes, interesados sólo en el negocio con ellas y el fundamentalismo de quienes son incapaces de aceptar la mínima crítica.
Un día aparecen unos “sabios” y piden que sean obligatorias, cuando no se persigue a cualquier persona -médicos sobre todo- que esté a favor de las vacunas pero critique algunas o aspectos concretos de las mismas.
Francisco Salmeron.
El penúltimo capítulo lo ha protagonizado Francisco Salmerón, un “antivacunas” tan “peligroso” que ha dirigido el Área de Vacunas y Productos Biotecnológicos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Ahora está de juicios porque entiende que la AEMPS le ha hecho mobbing (maltrato laboral) al relegarle a un puesto muy alejado de su nivel profesional por haber sido crítico con el adelanto de la edad de vacunación contra la varicela. Al final le cesaron.
La raíz del problema está en que la Administración sanitaria española decidió en 2013 retringir a los hospitales el uso de la vacuna de la varicela. Estaba usándose mal pues la evidencia o pruebas científicas aconsejan que de ponerse se haga a los 12 años de edad si no se ha pasado de manera natural la enfermedad (ocurre así en la mayor parte de países europeos). Inyectarla antes es contraproducente pues aumentan los casos de herpes zóster.
Salmerón denunció “todo tipo de recursos” empleados por Sanofi Pasteur Merck, Sharp & Dohme (MSD), fabricante de la inmunización, para conseguir que la Administración diera marcha atrás en su decisión de proteger la salud ciudadana. Sanofi tenía amenazado a Salmerón:
Me advirtieron que me perseguirían por las vías penal y administrativa disciplinaria si la agencia oficial no rectificaba la decisión de bloquear la venta de la vacuna de la varicela en las farmacias”.
El alto funcionario de la Agencia había dirigido cartas al actual ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, para ofrecer su visión sobre porqué son erróneas las políticas de inmunización contra la vericela y la meningitis B que impulsa hoy el Ministerio.
Durante todo este proceso y polémica, Sanofi ha desarrollado una brutal campaña de lobby que describo en un post titulado El lobby de la vacuna de la varicela triunfa sobre la Salud Pública, porque al final la farmacéutica consguió lo que quería, la vacuna volvió a las farmacias y el pelotazo económico se ha consumado.
Esto demuestra quién manda en el campo de las vacunas, incluso contra la salud de la población, directamente en el Ministerio de Sanidad y a través de las “suciedades” científico médicas.
Entre éstas últimas hay que destacar la Asociación Española de Pediatría y de la Asociación Española de Vacunología, principales lobbies de los fabricantes de vacunas en España. La primera además desacreditada públicamente por la Organización Médica Colegial (OMS), el órgano de los médicos y doctoras en España por aceptar dinero de otra industria, la alimentaria por avalar desayunos infantiles cargados de azúcar.
Desde luego no todas las organizaciones de profesionales sanitarios son iguales. Hay que destacar, por ejemplo, el trabajo de SESPAS, cuyos expertos en Salud Pública adviertieron de la falta de pruebas científicas de la vacuna varicela.
O el de los profesionales adheridos a la Plataforma No Gracias que han documentado la “conexión comercial” del citado lobby pediatra.
Sanofi, hay que recordarlo, tiene procesos judiciales en los tribunales de Justicia españoles tanto por su medicamento para los sofocos de la menopausia Agreal, como por la vacuna del papiloma Gardasil, ambos productos protagonistas de graves casos de daños.
Vacunar mal es peor que no vacunar. En el caso de la vacuna de la varicela ha habido una pelea entre Ciencia y pseudociencia industrializada. De momento, pierde la Ciencia.