Revista Cultura y Ocio
Si estuviera cerca del mar el Castelo de Sao Jorge seguro sería un faro. Cuando se llega a la ciudad es uno de los puntos más altos que se puedan ver y, desde cualquier parte por la que se esté caminando, emerge soberbio entre los tejados y las construcciones de otros tiempos que tanto caracterizan a Lisboa.
Pero además de ser uno de los emblemas de la capital el castillo amurallado tiene sobre sus espaldas una historia que lo hizo pasar por varias etapas, desde las más felices y pomposas a las más tristes y penosas. Según documentos históricos, fue el Rey Alfonso Henriquez quien, en 1147 y luego de la reconquista de Lisboa transformó en sitio real la ciudadela que se encontraba enclavada en la zona más alta del casco urbano.
Cuatrocientos años después, Manuel Iº erigió allí un palacio mucho más lujoso que lo que en la actualidad es la Plaza del Comercio y el Castillo pasó a cumplir diversas funciones, entre las que se encuentran teatro de los reyes, una prisión para esclavos y hasta, incluso, uno de los mayores depósito de armas del ejército. En 1755 fue derroído casi en su totalidad como consecuencia del mayor terremoto en la historia del país y en 1938, bajo la dictadura de Salazar, fue recuperado gracias al programa de restauración de los edificios medievales que formaban parte del patrimonio nacional.
Quizás por esa ajetreada historia es que hoy en día a nadie se le ocurriría pasar por Lisboa y no visitar el antiguo castillo amurallado, ya que no sólo ofrece una de las mejores vistas de la ciudad sino que, además, es una de las zonas donde mejor se puede descubrir el ser de los lisboetas, bohemios, melancólicos y con un derroche de arte en cada una de las sinuosas callejuelas que lo circundan.
1. CLAVES PARA DESCUBRIR EL CASTILLO DE SAO JORGE
Si bien hay varias vías de acceso al castillo, la más aconsejable (y la que la mayoría de los viajeros utilizan) es hacerlo a través del Largo da Se (sobre el que se encuentra la Catedral de la Se) y subir hasta La Rúa do Santa Cruz do Castelo, en la cual se encuentran las boleterías destinadas a vender billetes para el castillo.
En el camino se encontrarán con dos cuestiones que son dignas de destacar: por un lado, la sinuosidad y lo empinadas que son las calles (donde hay que hacer un verdadero esfuerzo físico, sobre todo cuando se está llegando a las puertas de entrada) y por el otro, que antes de llegar al recinto de la muralla, deberán pasar por una angostísima callecita en la que reposan las ruinas de un antiguo teatro de las épocas del imperio romano. No se asusten, atraviésenla sin temor, de lo contrario no llegarán jamás a la entrada del castillo.
A medida que vayan subiendo se encontrarán con decenas de negocios dedicados a la venta de recuerdos y algunos bares y kioscos en los que, si no están en buen estado físico, podrán ir parando y reponer un poco de energía antes de llegar a la cima.
Estas son algunas de las imágenes con las que se podrán encontrar en la subida:
Coloridas casas con típicas fachadas azulejadas
Azulejos con motivos que emulan situaciones religiosas o escenas históricas
Negocios donde se venden tejidos, crochets y otras piezas textiles típicas de Portugal
Muchos de ellos con preciosos azulejos que decoran las fachadas y las puertas
Y una vez de subida la cuesta- que parece nunca acabar - se encontrarán con este cocinero que engalana la entrada del Restaurante Conquistador, todo un clásico de la zona, ubicado justo sobre una de las entradas al recinto amurallado del castillo. Si están con la idea de comprar recuerdos de la ciudad, allí tienen una excelente oferta, variada, interesante y acorde a todos los bolsillos. La idea es que nadie se vaya del castillo sin al menos algún recuerdo.
Una vez comprado el billete, les recomiendo que antes de entrar se den una vuelta por la pintoresca Rúa de Santa Cruz do Castelo, ya que es una de las zonas más lindas de Lisboa y en la que se van a encontrar con un conjunto de elementos que hacen a la esencia misma de los lisboetas. La calle no es muy larga para recorrerla, y a su paso, se encontrarán con:
Pequeños negocios y parroquianos custodiando la zona
Balcones coloniales desvencijados, descascarados pero muy cargados de saudade
Y las ropas colgadas de las ventanas que hacen de la rúa una verdadera postal
Una vez dentro del recinto del castillo, los empedrados de antaño y los arcos típicos de las construcciones medievales le otorgan al lugar la fisonomía de tiempos en los que reyes y emperadores lo habitaban. Si bien el lugar es grande y muy amplio, les recomiendo que primero realicen una caminata para identificar las estructuras más importantes (como la escalera de adoquines, interminable y sin baranda que lleva a las almenas, punto más alto del castillo), para luego bajar y quedarse experimentando una de las vistas más increíbles que hayan visto en otra ciudad de Europa.
Los clásicos tejados color ladrillo se imponen serpenteantes desde arriba
Desde el mirador se puede ver perfectamente la Plaza de Figueira, una de las más grandes del casco
Los antiguos cañones aún hoy forman parte del paisaje de la muralla
Las Almenas son el punto más alto del castillo
El atardecer es el momento más recomendable para visitarlo
Y si se quedan hasta que caiga el sol podrán admirar una vista como ésta
Datos útiles:
Castel de Sao Jorge
Porta de Sao Jorge, Rua do Chao da Feira
Abierto de 9 a 23 hs, todos los días (en invierno averiguar el horario reducido)
En el interior del castillo se encuentra habilitada una cafetería y el restaurante Casa do Leao
Qué ver:
Escalinata medieval y las Almenas
Miradouro Panorámico
Explanada de la Antigua Plaza Nueva
Iglesia de Santa Cruz de Castelo
Agregar una recorrida por la Rúa de Santa Cruz do Castelo