Castigo

Castigo

Como un castigo divino, como la crónica anunciada en miles de twits: ¿No querían petróleo? Pues ahí lo tienen, pero no salió del fondo de la tierra sino de la bodega de un maldito buque pesquero sin medidas de seguridad en orden . Una mancha se desparrama por el agua, ahora sólo falta que el político de turno repita aquella cantinela de que “no estamos en peligro porque las mareas se lo llevarán para otro lado”, como si “otro lado” no fuera también nuestro lado, el lado de África cercana, el lado del mar abierto, el lado de la contaminación marina que tarde o temprano volverá a nuestras costas, el lado de cientos, de miles de animales que verán implicada su cadena trófica, que se mancharán, que morirán y quedarán a la deriva.

Y cada día seguimos alimentando el monstruo de la contaminación, en el mar, en la tierra, en el aire. Y la gente sigue sin separar sus residuos, y sin reducir su dependencia a los combustibles fósiles, y queremos dos coches (o tres) en lugar de uno, y nos da igual usar un producto desechable en lugar de uno reutilizable, porque son cosas que desde que se nos separan de nuestro lado ya no vemos, y como no las vemos, no existen. O eso creemos.

Eso sí, si hay manifestación iremos. Y ya cumplimos con nuestra cuota de responsabilidad social ecológica.