Revista Coaching

¿Castigo o recompensa?

Por Vivaconproposito

Principales promotores de baja autoestima en los niños.

He podido observar que muchas veces como padres o madres de familia, nos vamos a los extremos o solemos discutir mucho con nuestros hijos y castigarlos por el hecho de jugar o los premiamos con cosas exageradas y costosas. Las dos formas de “amor”  no son las más adecuadas.

Sé que no hacemos ninguna con la conciencia de que estamos realizando algo negativo para nuestros hijos, pero así es.

En el primer caso, muchos padres o madres de familia se pueden ver reflejados,  como un espejo. Son los que usualmente han dicho: “Yo no voy a criar mis hijos como lo hizo mi mamá y mi papá con migo”, pero lamentablemente y sin darse cuenta están repitiendo patrones de agresión física, emocional o verbal con los niños. El castigo físico no es la única forma de corrección que existe, pero a veces aunque no se crea la peor forma de castigo para nuestros hijos es el mal uso de las palabras.

Usamos adjetivos para calificarlos que son dolorosos, los comparamos con los hermanos, primos, compañeros de escuela; se les llama la atención por moverse de medio lado o por no correr a cumplir con una orden o un llamado. Esto causa en los niños frustración al “no poder ser el hijo que mi mamá y papá se merecen”, al no cumplir con los estándares de hijo que tenían antes de que naciera, al no poder cambiar pues consideran que algo malo está en ellos.

Se creen impotentes de lograr metas y al final se creen personas que no tienen valor dentro de la sociedad.

¿Cómo reconocemos si estamos haciendo esto con nuestros hijos?

Piensen los están castigando por todo.

Pierden la paciencia con cualquier cosa que los niños realicen.

Los castigan severamente

Les dicen adjetivos como: usted si es tonto, estúpido, no sirve para nada, quite de aquí usted no puede mejor lo hago yo.

Les elimina la comida u otra necesidad básica como medio de castigo.

Si por lo menos a dos de estos puntos contesto que si, es momento de hacer un alto, está haciendo que su hijo no se valore y lo está agrediendo. Usualmente estos niños buscan afecto y aprobación en otros contextos en donde se desarrollan (escuela, iglesia, abuelos) para no sentir que todo lo hacen mal, se frustran cuando las cosas no le salen a la primera y creen que la culpa de todo problema es suya.

No dejen pasar el tiempo y busque ayuda si como padre o madre cree que no puede cambiar. Cuando ha cometido un error y se da cuenta pida disculpas a sus hijos sobre la forma en que los trató. No se olviden que los niños son seres inteligentes y leen las facciones y expresiones físicas que un adulto, no impongan castigos con enojo, busquen consecuencias acorde a la edad; por ejemplo si es un niño menor de siete años no ponga castigos mayores de una semana, porque pasa el tiempo y ya no saben ni porque están castigados, esto no tiene valor para su formación personal.

En el segundo caso, es un poco difícil de evaluar son los padres y madres que usualmente dice: “si yo no lo pude tener que mi hijo si lo tenga”, y tratan de solventar sus necesidades materiales de la infancia en su hijo, lo cual crea espacios en donde los niños manipulan a su antojo por el simple hecho de que si yo fui infeliz en la infancia que él o ella no sufra lo que yo sufrí. Es totalmente incorrecto, se provocan niños que tienen falta de límites claros, reto a la autoridad, berrinches constantes y que no se sienten seguros porque sus padres no han podido brindar un estado de confortabilidad.

Usualmente con un mal modo, cara de enojo o llanto saben que sus padres van a correr a resolver el problema. Muchas veces por no pasar una vergüenza de un berrinche y otras por no verlo llorar “pobrecito”. El problema es que a nivel social no todas las personas que se vayan a encontrar en su camino van a ser capaces de resolver todas las dificultades y de brindarles solvencia a sus demandas en el momento que lo ameriten, lo cual les crea frustración, incertidumbre, miedo, inseguridad y poca capacidad de ser seres sociables (si en mi casa hacen lo que yo quiero porque usted no).

¿Cómo reconocemos si estamos haciendo esto con nuestros hijos?

Le damos todo lo que piden en las tiendas para no verlos llorar.

Si quiere ser una princesa o príncipe le hacemos creer que si es y convertimos a todos los demás en sapos, es decir la o lo ponemos por encima de los demás.

El niño tiene una autoestima alta en apariencia, constantemente dice ”yo soy la más bonita, inteligente no hay nadie como yo”

Creemos que nuestro hijo es el centro y después de él o ella no hay nada.

Ser padre o madre es una de las tareas más difíciles que nos ha puesto Dios, por ello es importante que valoremos cada una de las formas de crianza que estamos aplicando en nuestros hogares, y poco a poco busquemos un equilibrio, todo extremos es negativo. No se puede ser muy rígido ni tan poco solo lleno de amor, ellos deben crecer en un ambiente seguro, con límites claros, establecidos, en donde no sientan que su personalidad está siendo manipulada por los fantasmas de crianza del pasado de sus padres.

Ellos y ellas son personas que necesitan tiempo y sobre todo espacios para la conversación y el diálogo, conozcámoslos mejor.

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