Revista Comunicación

‘Castle’ debería investigar el hedor de su propio de cadáver

Publicado el 04 octubre 2013 por Despiram @FrikArteWeb

‘Castle’ debería investigar el hedor de su propio de cadáver

Cuando en 2009 se estrenó Castle, los fans de Nathan Fillion nos alegramos de que volviese a la televisión con un papel protagonista. Era una serie procidemental policíaca emitida en la midseason con solo diez episodios. En un principio, no había muchas esperanzas ni de que durase demasiado ni de que alcanzase unas cuotas de calidad especialmente altas, pero era Nathan Fillion, así que íbamos a verlo. Sorprendentemente, la serie tuvo un gran éxito, renovándose por una segunda temporada y siendo trasladada a la temporada principal, pasando así de diez a la media estándar de veintidós capítulos por temporada. En cuanto a lo de calidad… bueno, sobre gustos, ya se sabe.

Castle ha sido una serie muy atenida a la forma de hacer series en las cadenas generalistas estadounidenses, sacada de libro de texto. Como si hubiesen cogido una “Guía rápida para hacer series” y hubiesen seguido todos los pasos. Repite la misma estructura en cada capítulo, tiene personajes estereotipados (sobre todo Esposito y Ran), humor blanco y fácil, una inmensa mayoría de capítulos autoconclusivos, tensión romántica entre los protagonistas… Y, como si no quisieran hacer sentir a los espectadores demasiado estúpidos, es previsible hasta decir basta: el malo del capítulo casi siempre es el actor con más caché.

Para añadir algo mínimamente diferente a las repetitivas series detectivescas, utilizaron un Hank Moody en el papel de investigador pasado por  filtro familiar. Como el personaje interpretado por David Duchovny en Californication, Richard Castle es un escritor de éxito, separado, con una hija adolescente y mujeriego. Para edulcolarlo todo de manera políticamente correcta, cambiaron algunas cosas: lo de mujeriego se insinúa en el primer capítulo y luego casi se olvida (y sin desnudos, madre mía, que obscenidad); la hija no puede ser problemática, en su lugar es una ricura responsable y la mar de bonita (hasta Lisa Simpson da más problemas que Alexis); y, por supuesto, el éxito de Castle como novelista se mantiene, nada de poner a alguien de capa caída que no sabe qué hacer con su carrera. Luego, lo que nunca falla: una co-protagonista con la que tenga química, ella muy seria y él muy infantil.

‘Castle’ debería investigar el hedor de su propio de cadáver

La familia de Castle solo da momentos almibarados como este.

Por mucho que la serie sea un cliché, lo cierto es que funcionaba. Era eficiente, tenía buen ritmo y el buen hacer de Nathan Fillion daba gracia a bromas que en realidad no la tenían. Durante un tiempo, fue uno de esos productos de consumo fácil que te hacen pasar un rato entretenido y luego te puedes olvidar de lo que has visto. Al cabo de unas pocas temporadas, ya cansa.

La trama del misterioso asesinato de la madre de Beckett se resolvió. Castle y Beckett ya están juntos. Y no hablemos de la estúpida situación de Castle siguiendo a la policía como “investigación” para sus novelas. No hay nada más que contar. Aún así, la cadena continúa estirando lo que no da más de sí. El domingo 22 de septiembre se estrenó la sexta temporada, con un capítulo que quedaba en “continuará” y cuya conclusión ha sido emitida el pasado domingo. Beckett está empezando a trabajar como agente federal en Washington D.C. Ella y el novelista están prometidos. Los guionistas van improvisando tramas, añadiendo escenarios y personajes secundarios en lugar de aprovechar los que ya tienen (sería bueno que alguna vez Martha y Alexis aportasen algo, ya va siendo hora después de tantos años). El rizo está más que rizado, el actor protagonista está desaprovechado y cansado. ¿Por qué no dejar que Castle descanse en paz?


Volver a la Portada de Logo Paperblog