Madoz, en su popular Diccionario geográfico y estadístico, describe a Castrillo de Onielo, antiguamente Castrillo de la Peña, como "lugar situado en un elevado cotarro, desde donde se descubre un extenso horizonte". El significado de su topónimo, hace pensar al profesor Manuel Jiménez del Busto, como explica en su libro "El Cerrato Castellano" que este pueblo ya existía en tiempos del Imperio Romano y que sus murallas debieron ser impresionantes, si nos atenemos a los restos que todavía se conservan.
A última hora de la tarde del martes voy recapacitando en ello, al tiempo que vuelvo sobre mis pasos desde la plaza a la entrada para fotografiar su arco, sin duda, un vestigio importante de este lugar a 30 kilómetros de Palencia. Me detengo en las notas que hablan de su pasado. En 1041 Gundisalbo Belasquoz y su esposa Gotina vendieron a Doña Gelbira el solar que poseían aquí por la cantidad de veinte sólidos de plata. El sólido, de sueldo, equivalía a 12 dineros. Veo también escudos nobiliarios en las casas particulares y la referencia a lo que fuera una antigua judería.
En Alba, después de ver el rollo y la iglesia de nuestra Señora del Cortijo, tomamos un café en el bar del pueblo, donde una docena de parroquianos juegan a las cartas. Por Alba discurre uno de los trazados de la Cañada Real Burgalesa, lo que da pie a la buena conservación de algunos chozos de pastor.
En Vertavillo, uno de los pueblos más bonitos del Cerrato, al decir de nuestro compañero de viaje, Alfonso Santamaría, volvemos a ver y fotografiar el rollo de justicia, erigido en 1532, símbolo de poder, cuando Carlos primero le otorga el título de Villa. Contaba entonces este pueblo con 892 habitantes.
Después de cambiar impresiones con algunos vecinos nos dirigimos a Población de Cerrato, cuyo gentilicio es Poblanchino/a, donde visitamos una bonita y restaurada ermita fechada en el siglo XIII, con vestigios mudéjares. Se trata de la ermita de Nuestra Señora de la Asunción o de los Arroyuelos. Como en Piedrasluengas, su patrona es Santa Ana y una de las tradiciones que todavía se conservan es la celebración de la Salve en la madrugada del 26 de julio y en esta recogida ermita, a las afueras de la localidad.