El castro de la Sierra de la Estrella. Un asentamiento dela II Edad del Hierro en la comarca toledana de La Jara
Los trabajos de prospección arqueológica para la construcción del Parque Eólico de la Sierra de la Estrella y su línea de evacuación ha permitido plantear el estudio de diferentes yacimientos afectados por las obras. Entre ellos destaca el castro vetón de la Sierra de la Estrella. Éste se levanta en una depresión de la Sierra Ancha, la mayor elevación de la Sierra de la Estrella.
El yacimiento que presenta problemas de atribución cultural, al relacionarlo algunos investigadores con el enclave hispanomusulmán de Vascos, conserva visibles los restos de una muralla construida con cuarcitas.
La misma cuenta con una cara interna y otra externa y un relleno de mampostería, conservándose en algunos tramos lienzos de más de dos metros de altura, con claros paralelos en los recintos de los poblados vetones de Las Cogotas y Mesa de Miranda (Ávila).
No son visibles bastiones, fosos, piedras hincadas y ángulos. Estas murallas de doble paramento se documentan desde el s. VI a.C.
Sin embargo, el desarrollo de la mayor parte de estos castros sería tardío, iniciándose tras el s. V a.C.
En el caso del castro de la Sierra de la Estrella, al no ser visibles otras estructuras defensivas más avanzadas, creemos que debe fecharse, a falta de trabajos de excavación sistemáticos entre el s. V al II a.C
EL POBLAMIENTO PREHISTÓRICO E HISTÓRICO EN EL SECTOR NOROCCIDENTAL DE LA COMARCA TOLEDANA DE LA JARA
La zona de estudio se localiza al Sur de El Puente del Arzobispo, localidad a partir de la cual el río Tajo abandona su sinuoso discurrir por los terrenos de llanura y se encaja en una sucesión de fracturas que posibilitaron la creación de un rosario de presas y embalses y que ya no abandona hasta sobrepasar las tierras portuguesas, al Oeste.
Dicha zona se incluye, pues, dentro del sector noroccidental de la comarca toledana de La Jara. Es éste un territorio que marca la transición entre la amplia franja que representa la Fosa del Tajo, alNorte, y las bajas elevaciones que suponen en su conjunto todas las sierras y serretas (algunas de las más antiguas detodo el territorio peninsular) al Sur y al Oeste: los Montes de Toledo y Las Villuercas.
De hecho, las cotas de Sierra Ancha y Sierra Aguda representan los primeros hitos fisiográficos de estos conjuntos montañosos continuos, según nos desplaza-mos hacia el Sur desde la depresión del río Tajo atravesandola penillanura precedente. Desde estos hitos del relieve tole-dano occidental se vislumbra hacia el norte, la vasta Serranía de Gredos, en el sector occidental del Sistema Central, una vez superados la depresión del Tajo, la penillanura que supo-ne la comarca natural de los Llanos de Oropesa, y finalmente la comarca de La Vera, con el río Tiétar como eje principal.
Se trata de un territorio eminentemente forestal y gana-dero que durante muchos siglos ha sufrido la actuación des-ordenada del hombre en forma de aprovechamientos agrícolas marginales, la utilización del recurso maderero y consiguiente degradación de los bosques naturales y potenciación de las masas continuas de matorral.
En la actualidad, muchos de los espacios más interesantes de la comarca muestran un aspecto de formaciones seminaturales domesticadas en forma de dehesas de encinas.Junto a estos usos productivistas ancestrales, genera-dores de una economía de subsistencia que perdura hasta nuestros días, han entrado a formar parte del paisaje en épocas recientes otras actividades humanas más agresivas con el medio receptor, caso de la apertura de pistas y caminos forestales, la creación de carreteras, la proliferación de los tendidos eléctricos, el anegamiento de vastas superficies para la creación de embalses, la puesta en práctica agrícola de superficies con fines de regadío, etc. Aún así, este territorio mantiene buena parte de su aspecto forestal gracias ala clara vocación ganadera de los pastizales de dehesa y los matorrales.
El sector noroccidental de la comarca de La Jara correspondiente a la provincia de Toledo es una zona pobladades de momentos paleolíticos, como revelan los hallazgos aislados de piezas líticas en el Viñazo , a orillas del Jébalo(Belvís de la Jara) (Jiménez de Gregorio, 1962: 198-204),en el Arroyo de Los Frailes (Las Herencias), el Despoblado de Fuentelapio (Navalmoralejo) o en las propias terrazas delrío Tajo, en La Jariega y Valdelacasa (Azután) (EnamoradoRivero, 1992: 39-55).
Hay que destacar los yacimientos de Pleistoceno Medio de Vaciatrojes , con asociación faunística deelephas antiquus y cervus elaphus y un bifaz de cuarcita en contexto estratigráfico (Jiménez de Gregorio, 1989: 7-60);y Puente Pino , con un “suelo de ocupación” detectado enun depósito de baja energía con industria achelense en unnivel de terraza a + 40 metros sobre el curso del río Tajo(Rodríguez de Tembleque, 2002), ambos en Alcolea de Tajo.
Además, de momentos postpaleolíticos merecen destacarbera del Jébalo (Jiménezde Gregorio, 1973: 173-176; Jordá Pardo, 1999: 281-296) y La Zarzuela (Nava de Ricomalillo) (Méndez-Cabeza, 1990:522-526).En los momentos finales del Neolítico e inicios del Calcolítico estas comunidades pastoriles son las responsables de la construcción de los dólmenes de La Estrella y Azután.
Ambos presentan una tipología y funcionalidad similar: estructuras constructivas de corredor con cámara circular cubiertas por túmulos de tierra, con función principal de zona de enterramientos colectivos. Dichos megalitos se encuentran vinculados con la denominada posteriormente “Cañada Real Leonesa”.
Este camino sería empleado probablemente para la trasterminancia entre tierras al Sur del Tajo (procedente de Puerto de San Vicente) y los pastos veraniegos al norte, una vez cruzado el Tajo por el vado de Azután y pasando el Puerto del Pico (al igual que los dólmenes de Navalcán y San Román de los Montes, situados al noroeste de la provincia de Toledo) (Bueno Ramírez, 1991; Galán Domingo y Martín Bravo, 1991-92; Maqueda, 2000: 12-13).Por otro lado, estas construcciones megalíticas se relacionan con la explotación de los minerales del cobre (malaquita yazurita) presentes en el entorno, como en la Mina La Borracha, a poca distancia del dolmen de La Estrella (MonteroRuiz, 1990).
Durante el Calcolítico se muestra una tipología de hábitasen forma de poblados amurallados en altura, con disposición de lienzos de bloques de cuarcita sin trabazón, sobre la cimade pequeños cerros alomados, como son los yacimientos de Los Castillejos (Las Herencias) (Álvaro Reguera, 1990: 181--192), Alcaudete de la Jara El Castrejón (Aldeanueva de SanBartolomé), Cabeza del Conde (Estrella de la Jara) (Carrobles y Méndez-Cabeza, 1991: 7-24) y Fuente Salero (Aldeanueva de Barbarroya), éste último dispuesto sin amurallamiento en un punto dominante sobre el tramo encajado del Tajo.
Se han documentado también restos de la ocupación dela comarca durante la Edad del Bronce, sobre cerros de es-casa altitud con control visual del territorio o de un valle flu-vial, como el poblado ubicado cerca de Vascos , en la des-embocadura del Arroyo de la Mora con el río Huso o el poblado del Bronce situado en Navalmoralejo. A su vez existen vestigios del Bronce Final como el poblado deArroyo Manzanas (Las Herencias) (Moreno Arrastio, 1990: 275-308), Las Fraguas (Las Herencias) y Carpio I (Belvís de la Jara).
En estos últimos se han descubierto tumbas con ajuares de in-fluencia mediterránea pertenecientes a elites locales, com-puestos por cuencos decorados, urnas funerarias, brasero o braserillo de bronce, anillos, brazaletes, incluso un ejemplar de jarro tartésico, timiaterio y vasito de plata (Pereira Sieso y Álvaro Reguera, 1990: 215-234; Pereira Sieso, 1994: 37--85). De un mismo momento de transición a la Edad del Hie-rro son las Estelas del Suroeste de Las Herencias (Fernández Miranda, 1986: 463-476; Moreno Arrastio, 1995: 275-294) y Aldeanueva de San Bartolomé (Pacheco, 1999: 6-11), con grabados de guerreros armados con escudo, casco y lanza y acompañados de un carro.En la Segunda Edad del Hierro la zona fue habitada por el pueblo vetón.
El hábitat se construye a cierta altura, formando los llamados “castros” amurallados, como en Arroyo Manzanas , el Cerro de La Mesa , situado en Alcolea de Tajo, junto a la presa de Azután (Almagro-Gorbea, Cano Martín yOrtega Blanco, 1999: 157-165) o el castro de la Sierra Ancha de la Estrella del que nos ocuparemos con detenimiento en las próximas líneas. Otras muestras de esta cultura son los “verracos”, esculturas de granito que representan cerdos o jabalíes, localizados cerca de cañadas ganaderas y en zonas de pastos de Aldeanueva de Barbarroya, Alcaudete de la Jara, Las Herencias y Alcolea de Tajo, al norte del Tajo, algunos ejemplares conservados en la finca de El Bercial de San Rafael (Gómez Díaz y Santos Sánchez, 1998:71-96). Junto a estos restos de raíz celta, destacan evidencias arqueológicas de influencia ibérica, como la inscripción de alfabeto ibérico de Los Maíllos (Belvís de la Jara) (Luján Martínez, 1997: 275-280).
Posteriormente, en época alto imperial, la comarca se en-cuadraría en la provincia de la Lusitania , con los centrosurbanos de influencia de Caesaróbriga (la actual Talavera dela Reina) y Augustóbriga(Talavera la Vieja – embalse de Valdecañas –). En la zona se han documentado restos de villae , como son la Granja de Pompeyo en Las Herencias, El Palomar en Alcaudete de La Jara, La Aguilera y El Castillazo en Belvís de La Jara, para el aprovechamiento agro-pecuario de las fértiles tierras del Tajo y Gévalo.
A su vez se conservan aras con inscripciones latinas en La Estrella, Azu-tán, Navalmoralejo, Aldeanueva de San Bartolomé y Mohedasde La Jara (Jiménez de Gregorio, 1982). En esta época seexplotan los recursos minerales de la zona, como son las minas de oro de Sierra Jaeña (Nava de Ricomalillo), así comofilones de hierro, cobre y plomo de la Sierra Ancha y lugarespróximos (Urbina Martínez, 1994: 257-272). Por último, des-tacar la existencia de una calzada romana al sur del Panta-no de Azután, en el término de Aldeanueva de Barbarroya, reutilizada en época medieval, comunicando la zona con Toletum (Ruiz Carmona, 2002).
Se constata la continuidad del poblamiento tardorromano de la zona con yacimientos situados en las zonas bajas de las inmediaciones de Sierra Ancha y Aguda, cerca delrío Huso (La Estrella), así como en el Cerro de la Presa y la Loma Chica (Navalmoralejo).
Posteriormente, entre los hallazgos de época hispanovisigoda destacan el capitel de Mohedas de La Jara (labrado toscamente en granito) descubierto en el Cerro Quemado , la pilastrilla de altar de mármol con una cruz labrada de la iglesia de Puerto de San Vicente y las necrópolis del cerro de Las Sepulturas en Azután y de Belvís, con fragmentos de lápida, broches de cinturón, brazaletes, anillos y demás objetos decorados de metal precioso (Jiménez de Gregorio, 1982).
Seguidamente, la época hispanomusulmana tendrá gran relevancia en La Jara, momento en que toma su propio nombre, procedente del topónimo “ Xara ”, que significa “lugar desierto”, “mala tierra para cultivar” (Jiménez de Gregorio 982).
Destacan de este momento torres o “atalayas” defensivas, como El Torreón (Alcaudete), la Casa de la Torre (Belvís) o Ben Cachón (Las Herencias). Del mismo modo sehan descubierto enterramientos como los que se ubican en Canturias, La Poveda y Aguilera (Belvís de la Jara) o Pilas (Aldeanueva de Barbarroya).Sin duda, es el despoblado de Ciudad de Vascos el enclave islámico más significativo de La Jara, tratándose de una ciudad hispanomusulmana situada en Navalmoralejo que estuvo habitada durante los siglos IX y X, con una ocupa-ción anterior romana y posiblemente visigoda, de la cual tan sólo se conserva un tenante de altar en forma de Tau.
Vascos es una pequeña ciudad amurallada con torreones cuadrados y puertas abiertas con arco de herradura situada a orillas del río Huso, y que cabe relacionar con otros puntos defensivos en la Frontera Media de Al-Ándalus en la línea del río Tajo: “ Burg assultán ” (Azután), “ Al-qulayá” Alcolea del Tajo), “ Castillejo ” (Navalmoralejo), Castros (Villar del Pedroso) y Espejel (Valdelacasa).
Su ubicación es estratégica para la defensa militar, el control de caminos para el comercio y la ganadería, el control del vado del Tajo (Izquierdo Benito, 1988: 163-172), así como para la explotación de minerales de Sierra Jaeña, Sierra Ancha y Aguda (Cosín Corral, 1995: 107-119). Entre sus construcciones destaca la torre defensiva o alcazaba, residencia de los gobernantes.
Se han excavado también barrios con casas construidas con zócalo de piedra y alzado de tapial y patio interior, algunas en-losadas, separadas por calles estrechas (Izquierdo Benito,1979: 251-391), dos mezquitas (Izquierdo Benito y Prieto Vázquez, 1993-1994), baños comunales extramuros (Izquierdo Benito, 1986: 195-242), así como dos cementerios, un arrabal y tenerías para el curtido de pieles (Izquierdo Benito, 1996: 149-165).
http://www.academia.edu/2436586/El_castro_de_la_Sierra_de_la_Estrella._Un_asentamiento_de_la_II_Edad_del_Hierro_en_la_comarca_toledana_de_La_Jara
Revista Cultura y Ocio
Castro de la Sierra de la Estrella. Asentamiento de la II Edad del Hierro en la comarca toledana de La Jara
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