La villa de Castro Urdiales, la antigua Flavióbriga romana, formó parte de la poderosa hermandad de las Cuatro Villas de la Costa del Mar. En ella encontramos el combinado encanto de un pueblecito pesquero y un núcleo medieval de tradición señorial con el aumento de unas estupendas playas, como la de Urdiales, Brazomar y El Fraile.
Los privilegios concedidos por por el rey Alfonso VIII de Castilla en el siglo XII significaron el empuje para que la villa alcanzara un gran apogeo marítimo, que se vio refrendado con la obtención de la capitalidad de la Hermandad de la Marina de Castilla, formada por los principales puertos del litoral cantábrico y que permitió que el municipio desarrollara una importante actividad comercial con Flandes, Francia e Inglaterra.
Panorámica de la ciudad costera de Castro Urdiales./Javier Polanco
En el año 1588 la villa participó en la aventura de la Armada Invencible con 15 naves y unos 400 hombres, que se integraron bajo el mando de Don Antonio Hurtado de Mendoza. Durante la Guerra de la Independencia, Castro Urdiales fue aniquilada por los franceses y quedó prácticamente destruida. Parte de los defensores consiguieron escapar en buques ingleses.
La villa cuenta también con testimonios de arte rupestre de gran valor, como la cueva de la Peña del Cuco, que tiene grabados rupestres del Paleolítico superior, con reproducciones de ciervos, caballos y cabras. De tal manera merece la pena destacar el yacimiento romano de Flavióbriga, que ocupa todo el subsuelo bajo la actual ciudad, a unos dos metros de profundidad.
Castillo de Santa Ana./Valdavia
Deambulando por las callejas de la localidad cántara, cuyo núcleo urbano está considerado como Conjunto Histórico, el viajero podrá observar muy buenos ejemplos de arquitectura popular con balconadas de madera orientadas a los jardines del paseo de Amestoy. La iglesia de Santa María, quizá el mejor gótico cántabro (siglos XIII al XV), el castillo-faro levantado por los templarios, el puente de Santa Ana, el modernista palacio de Toki Eder y las excavaciones de la ciudad romana completan la oferta monumental.
A los pies de todo este conjunto monumental se halla el puerto, cuyas aguas suelen estar plagadas de coloridas embarcaciones y a donde van a acabar las callejuelas del casco urbano, repletas de mesones y restaurantes. Allí también se encuentra la plaza del Ayuntamiento, con hermosos soportales y típico ambiente marinero.
Otra vista del faro-castillo de la villa cántabra./Desmondrx
Además del magnífico Mercado y los notables panteones del cementerio de la Ballena, antes de dejar Castro Urdiales el viajero debería visitar algunos edificios que demuestran la importante influencia que tuvo el modernismo en la ciudad. Destacan la casa de los Chelines, el conjunto Ocharán, la casa de Isidra del Cerro y el Hotel Royal.
Tras un completo itinerario por el municipio norteño, llega la hora de sentarse a la mesa para degustar los mejores platos locales. Ha entrado el apetito, sin duda. La gastronomía castreña sobresale por las famosas anchoas en aceite de oliva y por sus besugos y caracoles.
Iglesia de Santa María de la Asunción./Jaume Meneses
Una nueva entrada más lleva aparejada la inserción de un vídeo que intenta sintetizar los encantos que atesora esta villa marinera, de romántica ensoñación y plagada de una rica historia que todavía permanece perenne en sus rincones:
Dónde dormir: Pensión La Marina; Plazuela, 20; 39700 Castro-Urdiales (Cantabria); Teléfono: 942861345; [email protected]; www.pensionlamarina.com.
Dónde comer: Mesón Domínguez; Calle Ardigales 8; 39700 Castro Urdiales (Cantabria); Teléfono: 942860091.