Revista Opinión

Casualidad o causalidad, una mirada vagabunda

Publicado el 13 marzo 2017 por James Nightingale @atracoalpueblo
CASUALIDAD O CAUSALIDAD, UNA MIRADA VAGABUNDACasualidad o Causalidad, una mirada vagabunda 
No soy una jovencita. Nací en uno de los países más ricos de Latinoamérica hace ya un quinquenio; es decir, tengo hijos y nietos. Ya no recuerdo cuantas veces me he caído y levantado. Tengo un pasado, un presente y siempre pensé que tenía un futuro. Hoy, mirando en retrospectiva hasta donde me alcanza la memoria, paseo por mi pasado sabiendo que crecí en un país que siento mi casa, rodeada de países, a los que considero mis vecinos (unos más afines que otros) y donde pese a los altibajos, pude progresar y levantar a mi familia dignamente y con respeto hacia nuestros semejantes. Es indudable que con el tiempo, nuestra visión o perspectiva del entorno cambia con la experiencia y la madurez, lo que me impulsa a cuestionar si mi visión país era correcta o no.
En todos mis años de vida, 18 han sido de las más duras pruebas a todo nivel y en todos los sentidos, porque he tenido que palpar en primera persona muchos de los procesos que han traído como consecuencia lo que todos ya conocen: Pérdida de Valores y Libertades, descenso vertiginoso e inmoral de nuestra calidad de vida a niveles inimaginables, solo vistos en la Alemania Nazi con su Holocausto, con la gran diferencia que las herramientas usadas actualmente son increíblemente más sofisticadas y dañinas por su lento y sistemático proceso.
La delincuencia desatada, enfermedades erradicadas y/o controladas desde hace mucho tiempo, vuelven para hacer estragos en una sociedad sometida a la búsqueda diaria de alimentos a precios exhorbitantes y que superan en alto grado los niveles de ingresos de cada uno de nosotros. La falta de medicamentos, los niveles deficientes de educación, el secuestro de los Poderes Públicos y la corrupción, son entre otros, los efectos de una conciencia colectiva errada que permaneció por mucho tiempo y no lo habíamos percibido.
Hoy, observo a mis vecinos y me pregunto: Qué nos ocurre? Qué es lo que no terminamos de entender? Por qué se repite la historia? y definitivamente, lo anterior retumba con más fuerza y cobra más sentido en mi reflexión, obligándome a ir más allá para comprender que la casualidad no existe y que todo tiene sentido cuando nos cuestionamos y nos adentramos en nuestra propia búsqueda de la verdad.

Hemos permitido por nuestra forma de ser cómoda, confiada y despreocupada, que cualquiera decida por nosotros, poniendo en riesgo nuestra integridad y dignidad. Igualmente, a los gobiernos de turno jamás les ha importado crear una verdadera conciencia ciudadana en los Latinos, porque tal y como Simón Bolívar lo dijo: “La ignorancia es la Madre de todos los Vicios”, un pueblo que desconoce e incumple sus derechos y deberes es el salvoconducto perfecto para el nacimiento de todo caos, hasta la confiscación de la democracia en el peor de los casos y en cualquier parte del Mundo.
Veo con inmensa preocupación cómo Venezolanos valiosos y preparados se dispersan en el planeta y que en vez de revertir en nuestro país sus conocimientos para el progreso, huyen despavoridos ante la inminente Dictadura. No los juzgo, sólo me entristece ver que no pelean por quien tanto les ha dado, que no luchan por un ideal porque nunca lo han tenido, o porque se cansaron de tanta indolencia y tolerancia ante los abusos, porque los persiguen, los apresan o los matan.
No quiero que esto se repita en ningún país del Mundo. Quiero que quien lea esto sepa que aún hay mucho por contar, que la luz siempre vencerá a la oscuridad, porque una se sirve de la otra y que nuestra educación como seres humanos no radica sólo en la academia, va más allá de una escuela o Universidad, nace con nosotros cuando apenas respiramos al nacer, cuando aprendemos a amarnos, valorarnos y respetarnos a nosotros mismos para poder hacerlo con los demás. Cuando aprendemos a no ensuciar nuestro entorno, cuando aprendemos a pensar, sentir y hablar con responsabilidad y sentido común. Cuando entendemos que el secreto para recibir es dar. Cuando nos deleitemos con el resultado de nuestro esfuerzo y no por la viveza de habernos aprovechado de alguien. Cuando la excelencia destrone al oportunismo, al clientelismo y la meritocracia se imponga. Cuando sabemos que como pueblo somos una gran masa con un inmenso poder y no se lo cedemos a unos pocos para que nos dominen y opriman y en consecuencia, asumimos nuestro protagonismo para tener como resultado un futuro causado por un presente creado con responsabilidad, amor y bienestar para todos.
Iris @irisemol,
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