En el estudio de la evolución de las sociedades humanas existe una época ciertamente confusa, que corresponde con la transición de los grupos cazadores-recolectores a las sociedades agrícolas.
Decimos que es una época confusa por la cantidad de afirmaciones que se han vertido sobre este proceso que son claramente matizables. Comprensible, por otra parte, debido a la antigüedad de los hechos estudiados y a la ausencia de fuentes escritas.
Una de estas afirmaciones es vincular la aparición de la agricultura con sociedades jerarquizadas. La lógica es clara: Debido a que la agricultura implica propiedad sobre la tierra, la práctica de esta actividad lleva, debido a la suerte, condiciones climáticas o incluso la coerción violenta, a que unos agricultores prosperen más que otros y acumulen más tierras, de manera que eventualmente los agricultores que hayan salido perdiendo permanezcan como sirvientes de aquellos.
Para investigar sobre este asunto, podemos investigar los primeros milenios del neolítico en Anatolia, una de las regiones más importantes en este sentido, pues es desde donde se extendería la agricultura hacia Europa en un proceso colonizador que duraría varios miles de años.
El asentamiento de Çayönü, en Anatolia Oriental, nos da pistas que apuntan muy acusadamente hacia la vinculación entre sociedades agrícolas y sedentarias con una mayor desigualdad social.
Este asentamiento se origina en torno al 8800 a.C. y podemos distinguir tres etapas fundamentales en su evolución, basadas en su estadio económico: En primer lugar entre el 8800 a.C. y el 8000 a.C. estamos ante una economía cazadora-recolectora, a partir del 8000 a.C. hallamos las primeras semillas, y finalmente desde el 7300 a.C. se pueden apreciar los primeros restos de animales domesticados.
Este proceso parece haber sido dirigido por unas élites que concentraban toda la riqueza de la sociedad. Efectivamente en Çayönü hallamos una serie de casas de gran tamaño, llenas de artículos de lujo como conchas del Mediterráneo o el Mar Rojo, cristales o esculturas de piedra. Por otra parte en la zona occidental del asentamiento encontramos casas de menor tamaño y mucho más pobres.
Esta élite debía basar su posición social en el acaparamiento de los recursos necesarios para la producción, pues hallamos los bloques de obsidiana necesarios para fabricar las herramientas concentrados en unas pocas casas cerca del templo. Este orden de las cosas era sin lugar a dudas forzado mediante el terror, como demuestran los restos de sacrificios humanos en el templo.
Sobre el 7200 a.C. sin embargo, encontramos un giro en los acontecimientos testimoniado por la evidencia arqueológica que demuestra la quema de las casas señoriales y el templo, que pasaría a convertirse a partir de entonces en un vertedero municipal.
Esto demuestra que el régimen existente fue derrocado mediante una revolución por las clases trabajadoras. A diferencia de otras revoluciones semejantes que se han dado más recientemente en la historia, este evento marcaría el inicio en Anatolia de una sociedad muy distinta a la que había sido superada.
El ejemplo más paradigmático de esta sociedad lo encontramos en el yacimiento de Çatalhöyük, situado en la actual provincia de Konya, al sur de Turquía. Lo primero que nos llama la atención, sobre todo en contraste con la segregación hallada en el yacimiento de Çayönü, es la falta de separación entre los edificios. Ciertamente cada familia tenía su propio hogar, pero estaba pegado al de los demás, esto es, sin calles de por medio. Gracias a las marcas dejadas en los muros por las escaleras, se sabe que se accedía al interior mediante un agujero en el techo.
Varios elementos testifican que las personas que vivían en esta gigantesca estructura se organizaban de manera igualitaria, por ejemplo los bienes hallados en las casas y en los enterramientos no muestran diferencias significativas, sino que en todas partes del vecindario hallamos restos de herramientas y semillas que demuestran que todo el mundo tomaba parte más o menos en las mismas tareas. Un hecho destacable es que tanto hombres como mujeres eran enterrados con objetos de este tipo, lo que evidencia la ausencia de división sexual del trabajo.
Reconstrucción de una vivienda del yacimiento de Çatalhöyük. Puede apreciarse el agujero en el techo por el que se accedía a la vivienda. (Fotografía de Murat Özsoy, 2019)Sin embargo la evidencia más convincente de que nos hallamos ante una sociedad de tipo igualitario es la ausencia de edificios a través de los cuales una determinada clase social pueda imponerse sobre el resto de la sociedad. Esto es, por mucho que se haya excavado no se han hallado ni templos ni palacios.
Si no existía una clase dominante, no existía tampoco una estructura coercitiva a sus órdenes que forzase un determinado orden social, lo que queda demostrado por la práctica ausencia de lesiones fruto de actos violentos en los esqueletos de Çatalhöyük.
Igualmente la ausencia de una clase propietaria a la que se estuviese obligado a ceder la fuerza de trabajo permitía a los trabajadores tener mucho más tiempo libre. Si bien es cierto que los esqueletos muestran señales de haber realizado grandes esfuerzos físicos a lo largo de su vida, alrededor de la mitad muestra también deformaciones fruto de haber empleado buena parte de su vida en la danza.
La inexistencia del estado en Çatalhöyük o de cualquier otra estructura autoritaria no ha de llevarnos a pensar que esta sociedad no se regía por ninguna clase de normas, más bien al contrario existirían toda una serie de normas no escritas que garantizarían la igualdad social.
Algunas de las normas más importantes serían aquellas que tienen que ver con la herencia, pues es a través de esta institución mediante la cual puede acumularse riqueza a lo largo de diferentes generaciones, propiciando eventualmente la estratificación social. Ciertamente las herramientas más caras y difíciles de obtener no eran heredadas, sino que eran destruidas a la muerte de su propietario, como demuestran los restos de ruedas de moler que, a pesar de no mostrar señales de un uso prolongado, se encuentran partidas.
La existencia de normas comunes aceptadas por toda la población sin necesidad de coerción implica también la existencia de una ideología común. Desgraciadamente no contamos con registros escritos de cómo era la cosmovisión de los habitantes de Çatalhöyük, sin embargo, podemos realizar deducciones de acuerdo a los restos arqueológicos que tengan un potencial valor simbólico.
Reconstrucción de una vivienda del yacimiento de Çatalhöyük en la que podemos apreciar las representaciones murales de animales (Foto de Murat Özsoy, 2019)Decíamos antes que no había templos en Çatalhöyük, pero en cierto modo la casa cumplía las funciones de los templos. Esto queda demostrado por los murales y estatuillas encontrados en las casas, que, además, cumplían la función de sitios de enterramiento. De aquí podemos extraer que el mundo del día a día no formaba algo distinto de la realidad espiritual para los habitantes de Çatalhöyük.
La religión practicada por este pueblo parece estar conformada por una serie de elementos clave, que permiten trazar algunas conexiones con tradiciones previas de la región. Destacan las representaciones de animales como osos, toros y buitres. A menudo estos animales se representan con sus extremidades extendidas, lo que recuerda a representaciones similares en Göbekli Tepe.
Destacan también las representaciones humanas, con la particularidad de que a partir del nivel VI del yacimiento arqueológico, las representaciones masculinas ceden frente a las femeninas, que pasan a representar la práctica totalidad. Esto sugiere un cambio en las creencias, apoyado por el hecho de que las estatuillas masculinas parecen haber sido destruidas a conciencia, que pasa a dar más importancia a lo femenino. Curiosamente este cambio se da en la misma época en la que las imágenes de animales con extremidades extendidas empiezan a ser más frecuentes.
Reconstrucción de un mural de Çatalhöyük que representa la caza de un ciervo y un jabalí (Fotografía de Omar Hoftun, 2013)Destaca en este sentido la famosa estatuilla datada del 7º milenio a.C. de una mujer madura sentado en un trono entre dos leopardos y hallada en un almacén de grano, como forma de invocar la protección de lo que parece ser una diosa madre de la naturaleza similar a Cibeles o Artemisa.
Junto a la veneración a los animales y a la feminidad, otro elemento completa la cosmovisión de los pobladores de Çatalhöyük: El culto a los ancestros. Esto queda evidenciado de manera muy gráfica por la preservación de los cráneos de los fallecidos. Un paralelo puede trazarse con la cultura natufiense, en la que las cabezas de los muertos, si bien no eran veneradas, sí que eran separadas del resto del cuerpo.
Estatuilla de la Mujer Sentada de Çatalhöyük, descubierta por James Mellaart en 1961. Generalmente se piensa que representa a una divinidad femenina de la fertilidad y la naturaleza (Fotografía de Dosseman, 2014)En suma, Çatalhöyük representa una evolución del neolítico más temprano, fruto de cambios sociales de gran envergadura que vienen a revertir la estratificación social que se había ido dando en los siglos anteriores. Asimismo, no estamos ante una desviación histórica o un capítulo marginal de la evolución social, sino que sociedades de este tipo, sometidas eso sí a numerosos cambios, incluyendo nuevas divisiones sociales, llegarían a colonizar buena parte de Europa desde el mar Egeo.
BIBLIOGRAFÍA
- “The Re-Urbanization of Catalhoyuk” de Marcia Rosalie
- “From Çayönü to Çatalhöyük: Emergence and development of an egalitarian society” de Bernhard Brosius
- “Çatalhoyük in the Context ¨ of the Middle Eastern Neolithic” de Ian Hodder
- “The Articulation of Houses at Neolithic Çatalhöyük, Turkey” de Bleda S. Düring
- “The Goddess and the Bear Hybrid Imagery and Symbolism at Çatalhöyük” de Joan Marler and Harald Haarmann
- “Domestication and inequality? Households, corporate groups and food processing tools at Neolithic Çatalhöyük” de Katherine I. (Karen) Wright