El feo futuro de Cataluña se vislumbra a través de GVC Gaesco, su principal grupo de intermediación financiera, que aparece entre las decenas de empresas cuya mayoría se traslada a Madrid huyendo de su futura “patria”, y que de momento representan ya la mitad del PIB de esa Comunidad.
Gaesco le tiene miedo al independentismo y busca puerto seguro.
Pero resulta que su principal propietario, Joan Vallvé i Ribera, es vicepresidente del separatista y elitista Omnium Cultural (OM), cuya energía alimenta ideológicamente el radicalismo de Puigdemont y de Oriol Junqueras, junto con la más plebeya Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Les acompaña la revolucionaria y ultraizquierdista Candidatura d'Unitat Popular (CUP), fuerza de choque y previsible origen de cualquier futuro disturbio.
Obsérvese, pues, que por un lado está la clase más poderosa, pues Omnium fue fundado por Luis Carulla, creador de Gallina Blanca y sus empresas herederas, y la familia Vallvé está unida familiar y empresarialmente al presidente de la Bolsa de Barcelona, Joan Hortolà, militante de ERC.
Y por otro lado está la tropa ideológica de la ANC, clase media y baja, y sobre todo la CUP, antisistema y proetarra que intimida a todos, incluyendo a los separatistas menos entusiastas.
El interclasismo de estas fuerzas reproduce la estructura clásica del fascismo, por lo que, sabiéndolo, la burguesía separatista, franquista mientras vivía y la protegía el dictador, abandona ahora Barcelona y huye a Madrid, la nueva capital de Cataluña.
No es mala noticia: al no confiar en el futuro de la República Catalana, los burgueses separatistas podrían expatriar sus empresas y capitales a otros países, pero no, se quedan en España al verla como puerto próspero y seguro.
Sí, es una buena señal para España que la fuga de capitales sea de una región a otras, y no solo a Madrid, en lugar de huir al exterior: son separatistas pero confían en España.
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SALAS