Revista Opinión
Bajo el título “Cataluña como anomalía atmosférica”, David Torres escribe en Público: “Uno de los efectos más curiosos del independentismo catalán es su incidencia en la agenda informativa, desplazando al resto de los asuntos nacionales e internacionales a un segundo plano. En efecto, se habla a todas horas del problema catalán en vez de hablar en algún momento de los cuarenta y nueve mil y pico millones de euros despilfarrados en el rescate bancario que se han ido por un retrete de oro. (…) Sí, se habla también mucho del flagrante desprecio a la Constitución que supone el referéndum catalán, pero no se habla nada de la vulneración de un chorro de leyes que acarrea la simple existencia de un partido político financiado al estilo Corleone, con la tesorería podrida desde el momento de su fundación y docenas de dirigentes nacionales implicados en diversas operaciones de robo, cohecho y lavado de dinero negro. Con el presidente del país instalado en mitad de varias mafias perseguidas por la justicia (Gürtel, Taula, Púnica, Emarsa, Nóos y muchas otras que se amontonan en un incomparable reguero de mierda), no parece que el actual gobierno de la nación pueda dar muchas lecciones de decencia, de ética y de observancia de la ley.
“Quizá por eso mismo el problema catalán ha pasado ya a la categoría de anomalía atmosférica. Se habla de Cataluña, de la CUP y de Puigdemont igual que se habla de olas de calor, de la gota fría o de los huracanes en el Caribe. Se habla de Cataluña por defecto, igual que antes se hablaba del tiempo, un tema con el que llenar los huecos en el ascensor, abrir conversaciones en el bar y cerrarlas en la terraza. De hecho, el otro día me quedé ligeramente pasmado al montarme en un taxi y oír a un comentarista que empalmaba alegremente y sin pudor el paso del huracán Irma por las Bahamas con la historia de las papeletas y los colegios electorales para el 1-O. A él mismo le dio un poco de vergüenza por la comparación, pero se le pasó en seguida. Hay que reconocer que muchas transiciones informativas se han hecho así, pasando de los setenta muertos que dejó Harvey en Houston o las seis víctimas del temporal en el centro de Italia a los mofletes y al párpado caído de Oriol Junqueras.
“Da la impresión de que el primero de octubre se está utilizando incluso como cortina de humo para disimular la espantada de Neymar y la sequía de fichajes del Barca. Menos mal que Messi se ha despertado el fin de semana y ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Sólo faltaba que no se pudiera ni hablar de fútbol”.