Manuel Vázquez Montalbán, un escritor barcelonés comunista, gastrónomo y de inteligente humor negro, fallecido en 2003, escribió una frase en 1988 que debería grabarse en el frontispicio de la Generalidad catalana: “Contra Franco vivíamos mejor”.
Y tanto: qué festival internacional antifranquista se hubiera montado si Rajoy hubiera mandado la guardia civil como habría hecho el dictador a impedir el pseudoreferéndum del 9N.
Pero, gran decepción, no pasó nada. Es algo malísimo para quienes necesitaban justificar sus guateques separatistas apareciendo como mártires del franquismo redivivo.
Si, en Cataluña se vivía mejor contra Franco, al menos relativamente mejor que en el resto de España.
En la frontera con Francia, hacia allí iban las inversiones nacionales y extranjeras, y era la base de buena parte de la actividad financiera, de la industria manufacturera y de las editoriales.
Vázquez Montalbán escribió su “contra Franco vivíamos mejor” cuando empezaba la lenta decadencia de la capital catalana, atenazada poco a poco por el nacionalismo.
Simultáneamente, en la poco industrial Madrid, nacía una anarquía creativa –La Movida—que antecedió a su progreso económico y social de dos décadas.
Ahora las grandes empresas establecidas en Madrid --algunas que huyen de Cataluña o que rechazan establecerse allí--, facturan ya 2,25 veces más que de aquella Comunidad, según el recién publicado "Retrato de la gran empresa en España" elaborado por Infoempresa.
La centralidad económica del franquismo estaba en Cataluña más que en ninguna otra parte, y la riqueza que generaba, también; ahora hay autonomías que saben atraer mejor las empresas.
El nacionalismo, que ahoga con impuestos y guerras lingüísticas a los inversores, ha colocado a Cataluña en el cuarto lugar del PIB per cápita del país, cuando contra Franco estaba en un destacado primer puesto: un éxito de nazionalismo.
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SALAS