Estoy
dejando este breve comentario, mientras se agolpan los acontecimientos sobre el
tema que nos trae de cabeza, el independentismo de Cataluña. Me he quedado, o
he querido quedarme en esa declaración de independencia abortada en sí misma.
Por
muy bien que el gobierno de la nación quiera hacer su trabajo en favor de la
unidad y la concordia, no deja de ser como un médico al que el enfermo no
permite hacer su trabajo.
La
filosofía inadaptada, el amparo en las leyes al servicio de esa ineptitud
ansiosa de lucro y la mucha gente sometida al universal criterio debidamente
propagado es ese coco que sirve para todo. De la amenaza solapada o la pintada
callejera al pildorazo en Twitter para fomentar la jaqueca o prodigar el
disparate contrario a la razón.
La
megalomanía vulgar se esparce como semilla de césped desde Edipo a Kafka que
lamentablemente ni con el final aciertan, porque el sentido moral que
contienen no le pega nada al conjunto de los ciudadanos y resulta demasiado
ridículo para ponerlos serios. Sin dudar de las buenas intenciones del proyecto
inicial, he de decir que no queda mucho del verdadero humor de los Monty Python
en este asunto tan alejado de las necesidades morales. Solo veo intereses por
todas partes menos por una, el españolito de a pie.
Aunque
de vez en cuando se ve algo en la calle o en las noticias que hace pensar a la
gente que cuanto más cambian las cosas, más siguen igual. El dinero, el afán de
medrar, el orgullo llevado al límite, la necesidad de buscarse la vida en
tiempos difíciles, las opiniones sobre los extranjeros, los prejuicios, el
tomarse la justicia por mano propia y la incultura aparecen continuamente,
entre otros hilos universales como en muchas otras. El Conde duque de Olivares
quizá lo resumió mejor que nadie, escribiendo a Santa Coloma tres meses antes
del asesinato de este: “Verdaderamente los catalanes han menester ver más mundo
que Cataluña”. Siglos más tarde, el poeta-imperio Rudyard Kipling se haría eco
de esa misma idea con otra frase aún mejor puesta: “¿Qué sabe de Inglaterra
quien solo conoce Inglaterra?”. Eso puede aplicarse a cualquier persona, de
cualquier nacionalidad, ayer, hoy y siempre.
Revista Política
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