Revista Opinión
Cataluña. Se acelera la posibilidad de un choque de trenes
Publicado el 28 octubre 2013 por Manuhermon @manuhermonLa ruptura social, es uno de los problemas importantes de cualquier separación, la quiebra de relaciones puede dañar profundamente las personales y colectivas, cívicas y culturales, empresariales y sindicales… tanto en el interior de Catalunya como entre españoles y catalanes, sean quienes sean unos u otros. La ruptura afectará con seguridad a las relaciones económicas, es probable que genere más que posibles bloqueos económicos y políticos, deslocalizaciones empresariales, boicots, aranceles, dumping, reducción de competitividad por la energía que se llevará la crispación y pérdida de capital humano, por desgaste de fuerzas, los procesos de lucha en política exterior hoy casi inexistentes, tomarían otra forma, ONU, UE, es de suponer que no se facilitaran encajes al nuevo estado.
La emigración de la postguerra y descendientes, es un rio del que ahora bebe el secesionismo, -no sabemos por cuanto tiempo, pero está claro que no son asimilables al independentismo clásico- cuyo deterioro laboral y económico consecuencia de la crisis explica su apoyo a la única salida que le plantean a su penosa situación, salida milagrosa porque no mejoraría las condiciones de vida y trabajo, pero tiene que ver con la rápida subida de población secesionistas, sin que pueda descartarse que parte de este sector retirara sus apoyos igual de rápidamente que los aportó. Hay un factor emocional, de clase, en este sector de trabajadores que se sienten traicionados por los partidos de izquierda catalanes y perdidos en la crisis que los arrasa.
El PSC e ICV priorizan el aspecto nacional sobre el contenido de clase, la emigración obrera se encuentra desasistida, sin orientación, y la crisis los está machacando, por lo que se agarran a cualquier salida populista que prometa mejoras. El problema explotará cuando éstas no lleguen a pesar de la secesión. Pero entonces será tarde, el mal ya estará hecho. El independentismo era antiguamente un reducto mayoritariamente de los poderosos y las élites catalanas con ADN puro, que se fortalecían sintiéndose amenazados por el españolismo y la clase obrera, hoy el independentismo sobrevenido es producto de la debilidad de las izquierdas que se encuentran sin fuerzas para imponer un relato fuerte y coherente.
En este choque que estamos a punto de padecer, las élites catalanas, tienen considerable peso para orientar, dirigir y empujar el proceso de ruptura y han conseguido movilizar a su favor a cientos de miles de personas, muchos de los cuales, aparentemente no deberían estar a su lado. Las encuestas de opinión del CEO, de la propia Generalitat, este verano de 2013, daban como máxima preocupación de los catalanes cuestiones muy parecidas a las del resto de España, la precariedad laboral, paro, crisis económica, pero es un hecho que desde el verano acá, el tiempo que ya era rápido, se ha vuelto a acelerar, como si presagiara un cambio histórico, una ruptura, un enfrentamiento que puede llegar a estallar. En este momento, si las opiniones de un pueblo son las que aparecen manifestadas en la CEO, hay que buscar la explicación del acelerón en las élites que gobiernan Catalunya, Gobierno, Parlament, instituciones civiles, partidos, y el largo etc. que conforman las élites catalanas dominantes, las cuales demuestran su poder de dirección social, al margen del conjunto de la población que mayoritariamente tiene/tenía unas preocupaciones diferentes.