De golpe aparece una prueba de que durante el franquismo se estudiaba en las escuelas de Cataluña más del doble de horas en catalán que se estudian ahora en castellano, y se diría que España se ha vuelto del revés.
Los niños catalanes deberían tener al menos el 25 por ciento de sus clases en castellano desde 2015, pero el gobierno de Mariano Rajoy no se atrevió a ordenar que se cumplan dos sentencias del Tribunal Supremo con esa exigencia.
Faltaban ocho años, un mes y nueve días para la muerte de Franco cuando el periódico barcelonés La Vanguardia (12/09/1967, pág.20) anunciaba que a partir del próximo curso escolar, en octubre, se darían cinco horas semanales de clases en catalán en las escuelas municipales.
La resurrección de esa página se produjo el martes en las redes sociales coincidiendo con una sentencia del Tribunal Constitucional que invalidó la parte de la ley educativa del PP de 2013 que obligaba a la Generalidad a pagarle 6.000 euros anuales a los padres que desearan que sus hijos estudien en castellano en colegios privados para evitar la inmersión en catalán de los públicos.
Desde 2015 esa “ayuda” a los padres era innecesaria si el gobierno Rajoy afrontara el cumplimiento de dos sentencias del Tribunal Supremo de 23 y 28 de abril, que ratificaron otra de enero de 2014 del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ordenando que los alumnos de Cataluña recibieran el 25 por ciento de la enseñanza en castellano.
Pero nunca, nunca, aplicó el Gobierno su autoridad para facilitar el cumplimiento de esos fallos, a los que debe temer incluso con el Art.155, porque busca nuevas soluciones torpes, como la invalidada por el Constitucional, en lugar de afrontar lo que ya está sentenciado.
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