Cataluña muestra todo lo contrario a una explotación española, ni durante el franquismo ni durante la democracia. En el pasado, los grupos de poder franquista entre los cuales se encontraba la burguesía catalana, suministraban a las burguesías periféricas mano de obra precaria y desesperada que permitiera la rápida acumulación de capital. Obreros hacinados sin alojamientos, chabolismo e infraviviendas, sin transportes, sin escuelas, sin médicos, sin teléfonos ni electricidad, todo lo opuesto a la idea de expolio que recientemente se instalará como argumento central del soberanismo.
Cataluña es tratada como una colonia, según la lógica del derecho de
conquista.
Por otra parte, el estrangulamiento económico que practica el gobierno
español.
Asamblea Nacional de
Cataluña
El
franquismo tendrá entre sus promotores una parte del pueblo catalán, no solo el
más pudiente, parte de la burguesía industrial y comercial, apoyarán el golpe y
la Guerra civil española, financiándolo y formando parte de las tropas
franquistas, donde hay tantos catalanes como vascos y navarros o gallegos y
madrileños golpeando y sometiendo al resto de españoles. La historia catalana
oculta su participación en la represión posterior, durante la larga dictadura,
al igual que esconden que los pilares del régimen franquista tendrán parte de
sus cimientos asentados en grupos de la oligarquía, y de la burguesía catalana
y vasca, al tiempo que se mantiene el respeto a los fueros navarros.
Sectores
burgueses catalanistas, conservadores, católicos, formarán parte del franquismo
de sus instituciones, chivatos, cargos, aprovechados, represores,… y parte de
los mismos confraternizarán con el Régimen, como la Revista
Destino, creada en 1937 en Burgos por Xavier salas y Josep M. Fontana i
Tarrats simpatizantes de Falange, fue órgano del catalanismo de la zona
franquista, posteriormente catalanismo democrático, desde la misma guerra
civil, o el ‘Grupo
Arbor’ desde finales de los cuarenta y vinculado al Opus Dei ‘Rafael Calvo Serer y
el grupo Arbor.’ Díaz Hernandez.La realidad de un pueblo
nada homogéneo, como todos, poco que ver con la idea de pueblo unido y elegido
en su lucha contra lo español usada por el independentismo.
En
la dictadura las regiones periféricas y Madrid fueron especialmente cuidadas y
desarrolladas por encima de la media, nada que ver con una colonia ni represión
económica ad hoc, los grupos de poder
dominante, además del financiero madrileño, fueron las oligarquías financiera e
industrial de Euskadi, y comercial e industrial, de Cataluña. Desde 1940 al
1970 en esas regiones periféricas se propicia un fuerte desarrollo industrial, desatendiendo
la España interior. Es una política que se apoya en la estructura productiva
anterior desarrollándola, industria existente en territorios que se privilegian,
lo cual primará para muchísimos años la periferia y su desarrollo, obligando
por otra parte a emigraciones
masivas de millones de españoles de sus pueblos a los arrabales de Madrid,
Barcelona y Bilbao.
En las décadas de los 50 y 60, las regiones que mayor
inmigración atrajeron fueron por este orden Cataluña, País Vasco, Madrid,
Valencia y Navarra y las regiones que expulsaron mayor emigración fueron
Extremadura, las Castillas, Andalucía y Aragón. Se instala nuevamente el fácil abandono
de la España profunda favoreciendo la periferia, junto con Baleares, más la
isla interior de Madrid, a la que se añadirá Valladolid como sujeción del
inmenso vacío del interior. Posteriormente se añadirán el corredor del Ebro y
el polo de Huelva, Cádiz, Sevilla, Málaga. La población de Cataluña crecerá con
esos aluviones de españoles desde 3.240.313 en 1950, a 3.925.779 en 1960, hasta
5.534.770 en 1974, pasando de representar un 11,52% sobre el total de población
en el 50, a 12,83% en el 60 hasta un 15,5% en 1974. Un ¡71%! de crecimiento de
población del 50 al 74, nuevos catalanes que construyeron la actual Cataluña y de los cuales
hoy muchas personas se olvidan al hablar de independencia creyendo que el pueblo catalán es uniforme y homogéneo.