Cataluña y las peonadas

Dice el Sr. Durán que la política del subsidio no le gusta y que ello no es culpa de los andaluces, aunque un día antes, el Sr, Más fue aún más lejos, valga la redundancia, asegurando que ellos pagaban el PER para que la gente lo cobrase mientras estaba en el bar.

Las afirmaciones de los nacionalistas catalanes resulta sorprendente por varios motivos. En primer lugar porque la caja común de los españoles se ha de basar en el principio de la solidaridad, precisamente la que le falta a D. Arturo; extrapolando los deseos egoístas de CiU al ciudadano de a pie, éste se resistiría a pagar impuestos para que otros estuviesen de baja o cobrando el paro mientras tapean en el bar de la esquina. Y en segundo lugar, porque el Sr. Aznar intentó terminar con las famosas “peonadas” durante su gobierno, topándose de bruces contra una administración socialista en Andalucía que ganaba votos en base a tales prebendas para su población, y tampoco encontró el respaldo de quienes hoy tanto protestan contra una medida que tomó Felipe González y que aceptaron mientras resultó conveniente a sus intereses. La cuestión actual es que se precisa arañar votos de donde sea y se convierten, de la noche a la mañana, en adalides de la defensa del dinero autóctono. Y que conste, que en este espacio se comentó hace años como Cataluña pagaba más impuestos que otras comunidades, pero igualmente se vio beneficiada por una administración central que sostuvo los caprichos de determinados políticos para sostener una buena relación con la comunidad en cuestión. La región tuvo financiación y ventajas de todo tipo para disponer de un tejido industrial envidiable, que no obtuvieron, por ejemplo, los extremeños, muchos de los cuales, emigraron a Cataluña. Un cordobés llegó a presidente de la autonomía y se gastaba seis mil euros diarios en que tradujesen su catalán al español en Madrid, ahí es nada. De momento, el Sr. Durán debe procurar hablar solamente para la parroquia votante potencialmente procurando no granjearse la enemistad del resto de españoles. La navidad está ahí, y el cava ya existe en otras regiones más amables de nuestra geografía.