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2017 actualidad // Política // sociedad
CATALUNYA: 21 D, LA VERDAD INCÓMODA y DESNUDA
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Me gustaría reflexionar un poco sobre las elecciones que van a celebrarse en Catalunya el próximo jueves 21 de diciembre. Creo que el acontecimiento bien merece una reflexión pausada, objetiva y sin aspavientos ni sobreactuaciones, como está siendo hoy la campaña. La primera evidencia y en contra de todo pronóstico y de lo que se dice por ahí, aquí en estas proximas elecciones se juega mucho, mucho más de lo que se cuenta!
Sin entrar en estrategias ni intereses de los partidos políticos que se presentan (seguramente ya sabes que, para mí, lo único que les interesa es asegurarse su sueldo durante los próximos 4 años y detentar el poder político y económico), aquí hay mucho en juego. Catalunya, digan lo que digan, no es una Comunidad Autónoma más. Es y siempre lo ha sido (junto a alguna otra que no hace falta citar) el sustento de una España pobre y vaga, actualmente en bancarrota y desprestigiada en el mundo entero, gracias a un PSOE que nunca fue de izquierdas y un PP que nunca fue de centroderecha, sino de ultraderecha pre-democrática tras las bambalinas.
Y en ese campo de batalla, las grandes empresas tienen mucho que decir. El todopoderoso Ibex 35, por simbolizarlo de alguna manera. Con los años y mientras todo estaba “atado y bien atado” (connivencia con el poder, legislación “pret-a-porter”, puertas giratorias, financiación ilegal a cambio de concesiones, etc.), las grandes empresas (muchas de ellas, públicas en su origen) operaban en esta país y ganaban (y siguen ganando hoy, a pesar de la crisis) dinero, a expuertas. Pero esas mismas empresas se dan cuenta de que las cosas están cambiando, de manera sutil pero irreversible: el bipartidismo sustentado en las dos españas de la guerra civil está finalizando, pues la sociedad es día a día más diversa y eso tiene su reflejo en el arco parlamentario, obviamente. Se acaban las mayorías alternativas pactadas entre los dos grandes partidos de España (PSOE y PP, o lo que es lo mismo PPSOE, pues son exactamente iguales, aunque con diferentes “estéticas”). Ante esta posible incertidumbre no hay más remedio que cambiar o, mejor aún, crear un nuevo escenario adaptado al presente. El primer cambio ha sido crear un “placebo” que recoja los votos perdidos de ambos partidos mayoritarios: Ciudadanos y Podemos. En segundo lugar descabezar definitivamente un ecosistema de pequeños partidos regionales y locales, asfixiándoles económicamente (la eliminación del entramado de cajas de ahorros locales y autonómicas, en favor de los grandes bancos que detentan hoy el poder central) y a través del descredito permanente de los medios de comunicación, en manos de los mismos poderes financieros.
Si a esto añadimos la aparición en escena de nuevos agentes del ámbito político, como los llamados populistas, organizaciones nacidas en la calle y en su movimiento activista, que tienen un creciente apoyo popular y presumen de ser “la nueva política” (aunque en cuanto se organizan como partidos dentro del Sistema, pierden su esencia y su fortaleza, perdiéndose por los oscuros pasillos de las instituciones y del poder), que tiene “la mala costumbre” de consultar todo a sus bases y, por tanto, su decisiones tiene imprevisibles efectos, lo que a algunos asusta. Y el Brexit, entre otros, es un claro ejemplo de ello.
Claro que el Gobierno español ya tiene preparada la salida airosa en función del resultado que se obtenga de estas próximas elecciones: por la aplicación del 155 podrá (y así lo ha menifestado) apelar al mismo para invalidar los resultados en el caso de que los partidos independentistas ganen este próximo 21D, incluso amenazando con repetir las elecciones, si lo creen necesario. Realmente la democracia y la soberanía del pueblo brillan por su ausencia hoy en España. Y, por si se diera el caso, la “vieja política” hoy tampoco está abierta a modificar la “consagrada” y anticuada Constitución española del 78 (no apoyada por el PP en su día por ser demasiado abierta y democrática, lo cual ya es el colmo viniendo de un partido que hoy se vende como garante de la misma), cuya necesidad de actualizarla para, entre otras muchas cuestiones, poder replantear el sistema autonómico y su financiación, lo que ya clama al cielo. Pero, claro, algunos (pocos) están interesados y haciendo lo posible para la re-centralización del poder…
Y por último, este cambio de paradigma social y político que está sucediendo aquí es un fenómeno mundial. Efectos hay muchos: la izquierda europea que no existe y que no hace nada por redefinirse a sí misma en un continente en que (históricamente) el bienestar social fue su mayor activo; los partidos ultras que día a día gana adeptos (Austria, etc) atacando “a diestro y siniestro” (pues son indistintamente de derechas y/o izquierdas) contrarios a la diversidad, con posturas claramente xenófogas y racistas y que defienden la hegemonía de alguna clase, ya sea los blancos, los ricos, los hombres, los trabajadores o los parados, qué más da. Son solo argumentos.
Eso hace de las próximas elecciones en Catalunya un campo de experimientación importante, a todos los niveles y ámbitos geográficos. Le guste a quien le guste, Catalunya siempre ha sido pionera en los avances sociales, empresariales, políticos, etc. Por primera vez, un gobierno central desacreditado, con guerras intestinas y que apenas mantiene tan siquiera las formas democráticas, utiliza la judicatura, la comisión electoral y las leyes (en concreto, el artículo 155 de la vieja y ya caduca Constitución) para hacer campaña (no a sí mismo, pues en Catalunya nunca ha tenido representación relevante) y para anular a sus rivales, del color que sean.
Si a esto añadimos la descarada inferencia política en los medios de comunicación (en una época de crisis en que las subvenciones y ayudas públicas suponen su supervivencia), que actúan con descaro “según la voz de su amo” y al dictado, faltando al democrático derecho a la información del ciudadano y a la libertad de expresión del periodista. El caso más evidente es El País, que históricamente ejerció “de izquierdas” (y muy vinculado al PSOE de Gonzalez) y que ahora descubre sus cartas, en favor de los intereses del Ibex 35 que hay detrás y mostrando un pánico exarcerbado ante un posible cambio de las maneras de hacer política, el fin del bipartidismo y, por tanto, el necesario recambio de una clase política actual, desacreditada y corrupta, sean del signo que sean.
Por otro lado, la participación activa en campaña de las propias empresas (grandes y pequeñas), aludiendo a la incertidumbre legal para “irse” de Catalunya, o apoyando a un Gobierno que, para controlar la situación de desgobierno, “crea” un virtual “estado de sitio o de excepción”, en que deja inoperativa no solo a la clase política catalana (algunos de ellos, incluso en prisión o exiliados), sino a todas y cada una de las instituciones catalanas, intervenidas desde Madrid (como siempre, pero ahora sin mantener siquiera las formas) y anulando toda su actividad ordinaria y paralizando “de facto” sus proyectos en curso, pues “no conviene que se hable de Catalunya ahora fuera de aquí”. A eso le llaman asfixia ecónómica y política de primer orden, nos cuenten lo que nos cuenten! Es un suicidio con un efecto y riesgo evidentes en la ya depauperada economía de una España en bancarrota y despretigiada internacionalmente, por su evidente falta de democracia real y de capacidad de gestión económica.
Así están las cosas. El tiempo actual nos ha puesto luz en una España que, tras la mal llamada “transición democrática”, todo sigue igual que en la dictadura, con la misma oligarquía, las empresas prepotentes y monopolísticas y, lo que es peor, el poco interés por desarrollar el país, salir de la crisis y restablecer el bienestar de la actualmente llamada “ciudadanía”, que está en boca de todos, pero que es ignorada y hoy vilipendiada por el poder, del signo que sea (e incluyo a “la nueva política”, mal que me pese). Internacionalmente miran y callan ante tal desaguisado, cada uno “nadando y guardando su propia ropa”, pues “en todos sitios cuecen habas” regionalistas, de crisis económica de un Sistema que se desmorona y por una falta de valores que es cada día que pasa más patente y notoria. Aparte de la falta de liderazgo, en favor de unas consignas políticas vacías o falsas o de unos gobernantes tecnócratas o prepotentes que quieren perpeturause en el poder, pero que son incapaces de gestionar y/o adelantarse a los acontecimientos, de por sí complejos.
En esta próximas elecciones catalanas está en juego, no solo la egemonía de un partido u otro, sino que se cuestiona una manera caduca de hacer política “desde arriba” o una nueva manera de crear al fin una democracia real y, por tanto, en la que el pueblo sea soberano, participativo y respetado, al fin. Está en juego el fin de una caduca, corrupta y desacreditada clase política que ha demostrado con creces su interés corporativista y avaricia ante el poder y el dinero, aquí y allá, en la España “una grande, libre y mía” o en la Catalunya, “el patio de recreo” de unos cuantos aspirantes a “oligarcas de aquí” que han reproducido con fidelidad el modelo del que dicen querer independizarse. Está en juego el que los ciudadanos de aquí y de alla sigamos pagando la fiesta de un poder que vive y se lucra de nuestro trabajo y esfuerzo diario, para perpetuarse y que (solo) habla del ciudadano, pero que lo único que han hecho es valerse de él y de su hasta hoy crónica comodidad e indiferencia.
Ultraderecha disfrazada de derecha “constitucional y democrática”, derecha disfrazada de izquierda, nuevos partidos “marca blanca” de los de siempre, populistas sin experiencia jugando “a lo de siempre”, medios de comunicación disfrazados de diversidad pero con un pensamiento único, ciudadanos desorientados y dolidos ante una realidad que al fin ha dejado desnuda la verdad de un país pre democrático, en que las leyes, las instituciones públicas y las empresas públicas, semi-privadas y privatizadas, los medios de comunicación, etc. trabajan todos alineados y alienados en favor de unos pocos, “los de siempre”. Vaya panorama!
Pero la verdad es que, gracias a este caótico panorama, la verdad se va manifestando día a día más! Los “tapados” ya no lo son tanto, los políticos han perdido los papeles para mantenerse en el poder al coste que sea, las grandes empresas manejan abiertamente a nuestros gobernantes y los ciudadanos de la calle siguen irresponsablemente indiferentes ante todo esto o, lo que es peor, se dejan manipular por la confrontación permanente que crean los políticos por aquello del “divide y vencerás”, ya clásico en este país y en muchos otros.
Hay que votar, pero no votar por esos partidos o líderes que no lo son tanto, sino por los principios y cambios que hay detrás, en ciernes. Hay que votar por la democracia, por el modelo de país que queremos vivir y construir entre todos. Hay que votar por un nuevo mundo que hay que cambiar, para dejar de dar el poder a quienes lo único que les interesa es el poder y el dinero (o ambos) y que se despreocupan por el ciudadano. Hay que votar por un mundo más humano, justo y armonioso con el entorno natural. Hay que votar, en fin, por mejorar este mundo, de una vez por todas! ¿A quién votar? Eso es difícil de decir, pregúntale a tu Consciencia…
Nota: Ni qué decir tiene que todo parecido con la realidad no es pura coincidencia. Y que hay que añadir el término “presunto” antes de cada afirmación, cuando no esté documentalmente probada o bien esté sujeta a algún proceso judicial o similar.