Despotricar
y maldecir a menudo olvida que el pueblo español -y catalán- actuó como sujeto
político y ejerció repetidamente el derecho a decidir en numerosas elecciones, y decidió en las
antípodas de las condiciones de vida, negación y represión de libertades, de
los negros estadounidenses con los que se quieren comparar.
Nuestra realidad
social y política fue construida por muchas sensibilidades distintas en la
Transición, con mayor peso de unas que de otras, sin duda, pero creando una
nueva legitimidad general en cuanto que aceptado libre y mayoritariamente por
todas las partes que en ningún caso formó un apartheid con grupo poblacional alguno.
En
la comparación con otros países, sin duda podríamos trasladar experiencias que
mejorarían nuestra democracia, máxime en estos momentos, pero dejemos de meter
todo en una coctelera y agitar, y dediquémonos a resolver problemas. Cuesta
aceptar la idea de la descalificación global de nuestra democracia y el
embellecimiento de las demás como si se tratara de paraísos, y diariamente se
hace desde medios de prensa, nacionalistas y obnubilados de todos los colores. Seamos
serios en nuestras definiciones, votar en referéndum para elegir presentarse a los
JJOO o tal o cual cosa sobre una ley, no es de lo que estamos hablando, que es aceptar
la independencia de un territorio. No existe el derecho internacional a la secesión,
fuera de los casos coloniales.
Ningún
país tiene en su Constitución formulado el derecho a la secesión y muchos tienen expresamente
recogida la integridad territorial de forma similar a España, como
son Francia,
Estados Unidos, Italia o Asutralia, no acusados de antidemocráticos. No se es
más o menos demócrata por reconocer constitucionalmente el derecho a la
secesión, que insisto no conozco lo tenga ningún país, o por no citar la
referencia a la indivisibilidad territorial, que es por donde se mueven los
casos de Canadá y Reino Unido, este último sin ley constitucional expresa y
desde luego lejos de modelos democráticos globales la elección de lores o el
entramado social superclasista existente.
El derecho a un referéndum para
saber, reclamado en Catalunya, se transmuta realmente con el resultado final,
lo que se plantea es un referéndum sobre la independencia. Además revisable
anualmente si no sale el resultado apetecido –juro que lo he leído y escuchado
a los independentistas, como cualquier
otra elección, decían- pero ¿por qué no pensar el derecho a decidir para
los supuestos del artículo anterior?,
porque los partidos tradicionales de izquierda y los nuevos están dirigidos por
individuos de procedencia familiar burguesa, de los estamentos altos de la burguesía
catalana, -igual en otras latitudes- se están rompiendo porque la sociedad está
harta de crisis y sin ver salidas a medio plazo, se aglutinan en torno al
proyecto independentista, la única ilusión, generada como solución de todos los
conflictos.
Los independentistas sobrevenidos y
una parte de los antiguos, han interiorizado que todos los males que padecen,
crisis incluida son culpa de los españoles, de los otros, sean quienes sean no
son ellos, y además los otros son todos iguales en su identidad maligna,
represora y explotadora, mientras ellos son los ungidos por el espíritu santo,
recién nacidos sin mácula alguna limpios de cualquier pecado. Así me apunto
hasta yo, al bando de los buenos, si puedo elegir sin costes no me voy a
apuntar con los malos -El sentimiento independentista ya existía desde mucho tiempo
atrás, lo nuevo ha sido la gran cantidad de gente que se ha sumado, con
criterios economicistas o ilusionantes perspectivas que no encuentran por otras
partes, al tiempo que les brinda la tranquilidad de haber encontrado a los
culpables de todos sus males-
La transversalidad de la reivindicación
independentista es un hecho, como su crecimiento. Desde la óptica rojera y
progresista, llama la atención el abrazo de posturas secesionistas como
solución a sus problemas por centenares de miles de emigrantes obreros y la cesión
de partidos tradicionales no nacionalistas, algunos internacionalistas de
origen, que se sienten arrastrados por la ola secesionista hasta romperse –como
sucede con el PSC, veremos cómo termina- ya que durante mucho tiempo no
hablaron sobre qué queremos decidir. Olvidaron que los trabajadores, los
débiles, las mujeres, los pensionistas, los parados,… reclaman capacidad de
decisión para mejorar sus vidas y la ola secesionista la quiere para
constituirse en estado con el objetivo de mejorar los intereses de ricos y burgueses
catalanes, que son quienes lideran Catalunya, tal cual neoliberales citados, nuestro dinero para nosotros, los demás que
se arreglen como puedan. Nada más antieuropeo, y más antiguo.
Derecho a decidir para los españoles
y los catalanes, y los de Tarragona y los de Sabadell y Calella, y Galapagar y
Gandía y Teruel… ¿veremos cada año un referéndum para dilucidar si Tortosa se
va o se queda, o una vez conseguido para ellos se eliminará el derecho a
decidir para el resto de la población sobre todas las cuestiones anteriormente
planteadas?
El problema es muy serio y complejo
de resolver, y ha entrado en una dinámica endiabladamente acelerada, preludio de
salidas históricas, con ideas defendibles a un lado u otro, tan democráticas y ambas
necesitadas de respeto para encontrar salidas, me resisto a aceptar la
dicotomía de que las buenas son aquellas y las malas estas, y mucho menos
aceptable es el reduccionismo de que metan todas estas juntas en el mismo saco.
Continuará