Revista Opinión

Catástrofe en la eurozona

Publicado el 14 abril 2015 por Carlos Armando Cuervo @albinoni6

El premio Nobel de economía Paul Krugman vaticinó hace al menos 10 años, como la Unión monetaria concebida para emitir una moneda única estaba condenada al fracaso, por la falta de una política económica y fiscal  estándar   además de obligatoria a todos los socios.
Ingenuamente en Bruselas, las autoridades comunes pensaron que bastaba con un pacto de ajuste fiscal progresivo para equilibrar el gasto y controlar la recaudación de impuestos, ejercicio con el cual todos los Estados a futuro quedarían en igualdad de condiciones.
A partir del 2009 este acuerdo que venia aplicándose sin estricto acatamiento, coincidió con una inestabilidad bancaria  proveniente de la mayor crisis hipotecaria mundial jamás registrada. Esta erosionó al sistema financiero internacional generando una iliquidez de tal magnitud,  que  motivó el encarecimiento del crédito y dejó desprotegidas las tesorerías de  quienes  no estaban cumpliendo cabalmente con el ajuste pactado. 
Los dos fenómeno arrastraron a la comunidad a una recesión de la cual aún no se recupera por completo a pesar de los  ajustes draconianos realizados, terminando con el estado de bienestar europeo en varios países.
Ahora con el advenimiento al poder de Alexis Tsipras y su grupo político de izquierda en Grecia, nación con la mayor afectación por la pauperización de su sociedad, se baraja la salida de este país de la Unión Europea. Asunto motivado porque este líder plantea suavizar las medidas económicas  que pesan sobre sus connacionales, implicando quebrantar los acuerdos anteriormente pactados con los prestamistas.De esta manera a la luz de estos acontecimientos las cábalas de Krugman parecen ser reales.
El asunto radica en una clara posibilidad de excluir a Grecia procurando evitar una corrida bancaria sin de por medio quebrar al sistema financiero europeo. Pero los expertos quienes valoran estos modelos parecen desestimar un segundo impacto que vendría con la exclusión del país heleno y es el emocional.  Este sentir podría desencadenar un efecto de domino como consecuencia del temor de los inversionistas a nuevos problemas en otros  países miembros, motivo para encarecer a niveles escandalosos el dinero, así mismo ocasionaría un resultado político entre los ciudadanos de varias de estas naciones quienes acogerían por desconfianza a partidos políticos nacionalistas o populistas contrarios a la integración. Y el año entrante es de elecciones en muchos estados de la euro zona. 
De ahí al abandono del euro y al inició de impresión monetaria propia solo hay un mero movimiento, el cual facilitaría encontrar soluciones simplistas a los problemas de déficit. Aun así no dejaré de resaltar cómo estas decisiones económicas elementales e ingenuas tienen inmensos efectos nocivos sobre la inflación y el empleo.
Este escenario recrearía el final de la Unión y reviviría rencillas fronterizas, como así mismo provocaría la desmembración de estados. En síntesis este singular además de bello modelo de integración desaparecería por el escaso olfato político y la ausencia de estadistas entre la actual dirigencia europea.
Ojalá los políticos asentados en Bruselas valoren con ecuanimidad el riesgo proyectado por los acontecimientos  e igual asuman su responsabilidad histórica para mantener a la moneda única y  la Unión europea solida o vendrán vientos de guerra sobre este continente.

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