Revista Diario

Catástrofes naturales

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Quienes me lleven leyendo una temporadita sabrán que no suelo comentar las noticias que salen en los medios de comunicación en cuanto a asesinatos, desapariciones, catástrofes naturales... No sé muy bien la razón, creo que porque me parecen excesivamente morbosas o, quizás también, porque cuando la desgracia es de gran magnitud, uno nunca encuentra palabras adecuadas que decir.
Pero ayer, estando casi todo el día en la cama, y con la catástrofe de Japón en la mente, recordé una sensación que hacía tiempo que no se me venía a la mente y que se resume más o menos así: qué desvalida está la maternidad y la infancia en situaciones de crisis.
Lo digo, en concreto, por dos temas:
- En primer lugar, respecto a todas las mujeres que se encuentran en situación de embarazo (y de postparto reciente también, por qué no). Ahora mismo no soy capaz de recordar qué catástrofe natural hubo cuando yo estaba embarazada, pero seguro que hubo alguna... recuerdo haber pensado por aquella época que si yo hubiera estado en situación similar, es posible, incluso probable, que no hubiera vivido para contarlo. ¿Cómo podría sobrevivir una embarazada asmática con problemas respiratorios en caso de empeoramiento en un país sumido en el caos, sin agua ni luz ni medicinas ni personal médico?. Sí, ya se que el embarazo y el parto deberían ser situaciones naturales que no requieran intervención médica alguna, pero no siempre es así. Y contingencias que en el primer mundo y en condiciones normales son casi anecdóticas en los países subdesarrollados o en zonas de catástrofe se convierten en problemas de riesgo vital. 
- En segundo lugar, recuerdo que al poco tiempo de haber dejado la lactancia materna, tuvimos en el barrio una época de constantes apagones eléctricos. Más de una vez sufrí el apagón porque sin luz no podía calentar agua y sin calentar agua no podía darle un biberón al niño. No quiero ni pensar las grandes dificultades que puedan estar pasando ahora mismo los padres y los niños no amamantados en lugares donde está todo derruido, no hay electricidad, no hay acceso a agua potable... 
No me gusta nada ser pesimista, hace ya tiempo que cambié el chip, pero debo reconocer cuando suceden acontecimientos como estos, no puedo evitar revisitar ciertos miedos. Cuando una es madre, las noticias sobre el sufrimiento de otras familias y niños ya no nos son tan ajenas, pero cuando además las sentimos cerca por los motivos que sea, se nos hacen especialmente dolorosas. Por desgracia, yo sigo sintiendo el embarazo como una situación fisiológica de riesgo en la mujer (incluso en la sana) y también reconozco que hubo una época en la que estaba deseando que el niño comiera de todo porque eso no le hacía dependiente de los polvitos mágicos...
Esa es mi confesión del día de hoy.

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