Revista Cultura y Ocio

Catherine Howard, "No other will but his" (Segunda Parte)

Por Ladycaroline

Miniatura de Catherine Howard realizada por William Essex en 1850. Pertenece a la colección de la actual reina Elizabeth II. 
7) De camino a la corte
En el otoño de 1539 el rey se comprometió con Ana de Cleves. Una vez más, varias damas serian requeridas para servir a la nueva soberana en la corte. Había una feroz competición por ser una de las afortunadas, pero gracias a la influencia de su tío, el duque de Norfolk, Catherine, juntos con dos de sus primas, fueron elegidas para ocupar los anhelados puestos de damas de compañía. Así que en diciembre de aquel mismo año, Catherine Howard ya se encontraba en la corte, lista para estar a la disposición de la nueva reina de Inglaterra que no tardaría mucho en llegar. 
8) " Una joya entre todas las damas"
Según nos cuenta la autora Karen Lindsey, Enrique VIII antes mismo de la llegada de Ana de Cleves ya se sentía atraído por Catherine. Eso se sabe por una declaración hecha por Agnes Howard, la duquesa viuda de Norfolk: "El monarca se ha quedado prendado de ella desde el primer día que la vio". Lo que se sabe seguro es que en la primavera de 1540 el rey empezó a perseguir a Catherine Howard. Al llegar la pascua, su pasión por ella ya era notoria y el partido católico de la corte, encabezado por Norfolk y Gardiner, no dudaron en sacar ventaja de su buena suerte. El probable que Norfolk haya ordenado a su sobrina que estimulara el afecto del rey. Aunque ella correspondiera a sus avances, debía mantener "ciertas distancias",o sea, nunca permitir que el monarca "lograra el objetivo final".


Los motivos de Norfolk y Gardiner eran al menos políticos y religiosos, pues Ana representaba la alianza protestante y Catherine, por ser del clan Howard, representaba la facción conservadora que apoyaba la doctrina tradicional de la Iglesia de Inglaterra bajo el liderazgo del rey. De hecho, las dos mujeres eran piadosas "a la manera convencional", por lo tanto no demasiado entusiastas. Compartían la básica creencia en Dios y la buena voluntad para cumplir con sus obligaciones religiosas.


Thomas Howard, 3º duque de Norfolk (1539-40). Obra de Hans Holbein
Thomas Howard, que daba la sensación que desconocía por completo   las vivencias de su joven sobrina, alababa su "pureza y su honestidad", a la vez que Stephen Gardiner organizó con mucha frecuencia banquetes y diversiones para el rey y Catherine en el palacio de Winchester, en Southwark. La historiadora Joanna Denny expone en su biografía sobre Catherine que incluso antes de lograr la anulación de su matrimonio con Ana de Cleves, el rey mostraba su amor por ella regalandole joyas y vestidos, además de sentirse rejuvenecido por la belleza, juventud y vivacidad de su nueva conquista. Estaba increíblemente embelesado como nunca se le había visto de otra. El embajador Chapuys la consideraba "imperiosa y testaruda", lo que se debía probablemente a que Enrique la mimaba demasiado. 

Stephen Gardiner, obispo de Winchester
En abril de 1540 Enrique ya tenía claro que deseaba a toda costa librarse de Ana de Cleves y declaraba ante Dios que pensaba que no era su esposa legítima. Informando de los deseos del rey, el parlamento le pidió que examinara las circunstancias de su matrimonio dado que el parlamento dudaba de su validez. 
9) El caballero oscuro
 Thomas Culpepper tenía por entonces unos treinta años; su encanto era una de sus mejores armas. Era la típica clase de hombre que acostumbraba tener éxito en la corte de los Tudor: ambicioso, capaz de usar despiadadamente su cautivador magnetismo para lograr sus propósitos. Estaba lejanamente emparentado con Catherine por su madre Joyce Culpepper (era primos sexto grado). Se había introducido en los palacios siendo paje y, en apenas dos años en los que se esforzó mucho, había  llegado a la envidiada posición en la cámara privada del rey. Culpepper había alcanzado el privilegio de compartir dormitorio con el rey y de cuidar de su pierna ulcerosa. En 1537 ya es notoria la influencia que Culpepper tenía sobre el monarca hasta tal punto para que lady Lisle le enviase un magnífico halcón a cambio de su patronazgo. 

  Culpepper se alejaba bastante del héroe romántico de los cuentos de caballería . Era el típico "bad boy" con su lado negro y su enigmático pasado.  Se sabe por una carta de un comerciante de Londres, dirigida a un amigo suyo que vivía en Alemania, que había violado bruscamente a la esposa de un guardabosques mientras tres o cuatro de sus asistentes más disolutos la sujetaban por orden suya . Además, cuando pasó por allí un desafortunado hombre que intentó defender a la pobre mujer, Culpepper no dudó en darle muerte. Esa sórdida historia terminaba con el perdón del rey a Culpepper, por lo que, desde el punto de vista del monarca, era un mero pecadillo sexual de un joven macho fogoso. Enrique VIII no quería verse privado de la compañía de ese joven "alocado". Culpepper también era sumamente ambicioso: él y su hermano, que también se llamaba Thomas y servía en la casa de Cromwell,  intentaban siempre satisfacer su sed de codicia: buscaban concesiones de tierras monásticas, cargos en la corte y pensiones.



Continuará...Bibliografía:Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.Lindsey, Karen: Divorced, Beheaded, Survived: A Feminist Reinterpretation Of The Wives Of Henry VIII, Da Capo Press, 1996.Ridgway, Claire: The Anne Boleyn Collection: The Real Truth About the Tudors, CreateSpace Independent Publishing Platform, kindle edition, 2012.
Smith, Lacey Baldwin: Catherine Howard: A Tudor Tragedy, Amberley Publishing, Kindle edition, 2011. 
Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004. 



Volver a la Portada de Logo Paperblog