EL HOMBRE, EN SU ORGULLO, CREÓ A DIOS A SU IMAGEN Y SEMEJANZA de Nietzsche
Leí en cierta ocasión que Jean Marie Lustiger, arzobispo de París, había declarado en alguna ocasión: “Soy católico pero sigo siendo judío”. Y es que, quien fuera durante 24 años máximo prelado de la capital francesa, provenía de una familia de comerciantes judía que se esmeró en proporcioanar al joven una educación laica pero respetando las tradiciones hebreas. Su nombre original fue Aarón y sintió de niño el acoso de los nazis y la muerte de su madre en el campo de Auschwitz.
El hecho me vino a la memoria cuando conteplé en la televisión cómo la comunidad musulmana de la ciudad de Roma había organizado el Jueves Santo de los cristianos un rezo muy cerca de la Vía Apia para reclamar lugares de culto. La noticia señalaba que el hecho no había gustado a quienes ese día organizaban un Vía Crucis en el interior de un edificio civil como es el Coliseo. A quien suscribe le recordó tanta intolerancia religiosa como la habida en la Historia protagonizada, precisamante, por quienes rezan a Dios.
Y uno, a quien esto de la religión se la trae al pairo, recuerda, más allá de que nuestros primeros antepasados fueran animistas, cómo quienes habitamos en este reino tenemos 7 siglos de historia islámica. Tiempo suficiente para que nuestros antepasados fueran durante siglos musulmanes o judíos. Quienes se pasean con el capirote de la intolerancia debieran tener presente que muy posiblemente por sus venas corre sangre musulmana o marrana (por lo de los judíos convertidos al cristianismo). Y es que la Historia es terca y la memoria olvidadiza cuando no recuerda cómo los cristianos, que adoran a un crucificado, en ocasiones niegan la presencia de manifestaciones religiosas que sus antepasados practicaron.
Al que suscribe ni le va ni le viene. Que cada palo aguante su vela. En materia religiosa tanta procesión, rezo mirando a la meca o golpe de craneo sobre el muro de las lamentaciones le da igual, pero le llama la atención que tanta oración sólo sirva para reafirmar las diferencias de cada uno. Y claro, uno se pregunta: ¿qué demonios rezan?.