Revista Cultura y Ocio

¿Cava?

Por Alejandropumarino

¿Cava?

El Sr. Pelegrí, consejero de agricultura en el gobierno de la comunidad catalana, pide a los ciudadanos, y ciudadanas, para resultar políticamente correcto, que consuman productos catalanes, supongo que querría decir preferentemente catalanes, claro. No pretendo leer entre líneas, pero me da la sensación de que es posible interpretar las palabras del político en el sentido de que no se consuman productos españoles, lo que no deja de ser un contrasentido, pues Cataluña es una parte inseparable de España. Podríamos entender que el señor consejero trata de promocionar los productos autóctonos para que se vendan más que los llegados de otros lugares de este vasto país, lo que resulta, hasta cierto punto razonable, pero me da la sensación de que el Sr. Pelegrí no ve con los mismos ojos el consumo de productos zamoranos que franceses, por poner un ejemplo. Cataluña se siente volcada a Europa, que empieza en los pirineos, considerando la basta y chabacana España, que decía Carod, un mal necesario y prescindible.

Uno tiene ciertas debilidades, y las burbujas son una de ellas. Los catalanes todavía tienen que recorrer un largo camino antes de que sus caldos alcancen la exquisitez de los galos, y modificar un poco el tipo de uva; no obstante, admiro y degusto con frecuencia, excelentes espumosos españoles. Una campaña propiciada por D. José Luis López, cada uno lo llama como le da la real gana, llevó a muchos compatriotas a no consumir determinados productos catalanes, entre ellos, el cava. Craso error, toda vez que el destino de una buena parte de los productos que el Sr. Carod o el Sr. Pelegrí pretenden defender, se consumen en el resto del país que tanto odian, y es que el chauvinismo francés, infinitamente superior al catalán, hace que sean contadas las botellas de cava que se beben en tierra gala.

El Sr. Pelegrí, pues, insiste en consumir todo en la autonomía, cuando su agricultura depende, en su inmensa mayoría, del resto de España, uniéndose a la filosofía del Sr. Laporta, expresidente de más que un club, pero que defendiendo tanta independencia para su pequeño reino de taifas, conseguiría que el Barcelona jugase la liga con el Granollers en vez de con el Real Madrid, guisa de la que difícilmente hubiese alcanzado la copa de Europa.

De momento, dejaremos que el Sr. Pelegrí y otros adláteres terminen de minar la riqueza catalana, y malgasten sus energías y su tiempo en ver quién es más independiente o históricamente vale más; mirar hacia el pasado es una forma de no ver el futuro; uno, a estos años, prefiere siempre tener la vista hacia adelante, e incluso perfilarla a través de las burbujas del cava, o del champagne, tanto da, que no se le puede hacer ascos a nada.


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