Un atractivo especial de la poesía de Caváis es la unión armónica del pasado y presente. En su poema “el dios abandona a Antonio” cada grecoegipcio se imagina como el poeta se dirige a aquél, cómo vio su drama y cómo asiste a su desarraigo.
“Cuando de repente, a medianoche, se oiga
pasar un invisible cortejo báquico
con sus voces y músicas maravillosas,
tu suerte que ya cede, tus obras
que fracasaron, los proyectos de tu vida
que resultaron inútiles, no los llores en vano.
Como predispuesto desde hace tiempo, como un valiente,
despide a la Alejandría que se aleja.
Sobre todo no te equivoques, no digas que fue
un sueño, que tu oído se engañó,
no cedas a tales vanas esperanzas.
Como predispuesto desde hace tiempo, como un valiente,
como te conviene a ti, que fuiste digno de semejante ciudad,
aproxímate con firmeza a la ventana,
y escucha con emoción, pero no
con los lamentos y súplicas de los cobardes,
como último disfrute, los sonidos,
los extraordinarios instrumentos de la mística procesión,
y despídete de la Alejandría que pierdes”