Hay historias reales que superan con creces cualquier ficción. En 2003 Valerie Plame, hija de un oficial de la Fuerza Aérea y una profesora de primaria, era la típica mujer de mediana edad, 40 años, madre de mellizos, rubia, elegante, que vivía en un coqueto barrio con su esposo de 53 años y ex-diplomático, Joseph Wilson. Madre perfecta, trabajadora incansable como agente inmobiliario y posteriormente consultora en energía, disfrutaba de su hogar, su familia y sus amigos. Sus problemas comenzaron cuando llegó un nuevo vecino, George Bush, a su idílico barrio residencial de Washington.
Y aquí podría comenzar la ficción. Veamos la versión “Mujeres desesperadas”: su vecino George se dedica a proclamar ante todo el vecindario que cultiva los pepinos más grandes de todos los EE.UU. Valerie empieza a sospechar cuando a altas horas de la noche descubre a su vecino sacando a la basura grandes bolsas de una frutería de las afueras. En su investigación descubrirá que George no tiene ni siquiera huerta. Valerie revela la verdad a todo el barrio pero su vecino trama una terrible venganza: publicar en la gaceta local que Valerie y Joseph son transexuales y que sus verdaderos nombres son James Bond y Josefa Wilson.
Por desgracia la calle de Wisteria Lane es más divertida que los pasillos de la Casa Blanca. Y aquí comienza la realidad: con 22 años Valerie Plame comenzó a trabajar para la CIA, en febrero de 2002, la CIA envió a su marido a Nigeria para investigar si el gobierno de Saddam Hussein había comprado uranio para fabricar armas de destrucción masiva. Tras su viaje, Wilson negó esta posibilidad y lo declaró públicamente. El equipo de George Bush decidió publicar el nombre y la verdadera ocupación de Valerie Plame en la columna periodística de Robert Novak, que atribuyó la información a “dos altas fuentes gubernamentales”, poniendo en peligro sus operaciones en curso y su seguridad personal así como la de su familia. El resto es conocido por todos: las armas nucleares no existían y el juicio celebrado estableció importantes condenas a los implicados que, a posteriori, George Bush indultó.
Tras su paso por los Festivales de Cannes y Sundance, Doug Liman (realizador de El caso Bourne y Sr. Y Sra. Smith) nos cuenta esta historia basándose en dos libros The Politics of Truth de Joseph Wilson y la versión previa y no censurada por la CIA de su esposa Fair Game de Valerie Plame. En una primera parte centrada en la parte política y en la segunda, sobre las consecuencias a nivel personal y los problemas que acarrea a la pareja protagonista: Naomi Watts, tan rubia como la original, y Sean Penn, al que le hemos visto más inspirado en otras ocasiones.
Por cierto, en la versión ficción de “Mujeres desesperadas”, a George Bush lo echan del barrio. Pero las aventuras de Wisteria Lane continúan porque el ex-presidente americano le alquila su casa a un amigo, un latino con bigotito, que asegura que el responsable de los atentados de las Torres Gemelas es un grupo terrorista de jubilados californianos.