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Lo cierto es que la Inquisición española no fue especialmente dura en este aspecto si la comparamos con la Inquisición alemana o la holandesa, por ejemplo. ¿La razón? Al clero español le preocupaban más los judíos, musulmanes, herejes, protestantes, homosexuales, blasfemos... Consideraban a la brujería como un tema de pura superstición. Además, la Inquisición española no tuvo asentamiento en Euskadi gracias a los fueros. Con todo, nadie olvida el proceso más famoso, el de los Autos de Fe de Logroño en 1609, donde se acusaron a las brujas de Zugarramurdi. Pero esto se produjo al final de esa caza de brujas, que en nuestro país comenzó en Durango a partir del siglo XVI.
En su mayoría eran mujeres mayores, analfabetas, procedentes del ámbito rural y que solo hablaban en euskera. Este es un dato importante, pues los juicios eran auténticos galimatías: ¿Cómo iban a entenderse un juez de Calahorra que se dirigía en latín o en romance castellano a una señora euskaldun de 80 años? Esto solo se entiende si se busca otra explicación...
Toti Martínez de Lezea
Traductora, Guionista de TV y Escritora
Artículo completo en Deia
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