Debíamos llegar a los campos Ceide, antes de que Morgana estuviese más fuerte, Augustus ya esperaba allí. Se acercó a Lucianna.
—Hola, vieja amiga.
— ¿Vieja amiga? Cómo te atreves, maldito traidor, he venido a vengarme.
—No puedes reinar en este mundo, maldita bruja. Charles, ya es tiempo. Lo que he de decirte es vital para lograr la conversión. Llegaremos juntos al sendero, yo llevaré a Luci, quien podrá verte en todo momento.
Dejando a Luci de lado se dirigió a mí.
—Te enfrentarás a dos pruebas, de fallar o rendirte, las almas de ambos pasarán a Pfathraz. Estas instrucciones son importantes, de no hacerlo tal cual te indiqué, ellos escaparán.
Suponiendo que termines las pruebas, deberás tomarla en brazos y salir. Llevarás una túnica blanca, eso mantendrá a los Pfathraz lejos, especialmente de Luci, ya que el alma de una recién nacida vale mil veces más.
Bajo ninguna circunstancia puedes quitártela, de lo contrario la puerta quedaría abierta.
Frente a mí había un camino de piedras, a los lados fuego, las llamas se mezclaban con el. La voz de quien me había instruido en mis tres días de preparación indicó que la prueba consistía en dejar que las flamas me purificaran, para ello debía caminar descalzo soportando el dolor. Para iniciar mi viaje debía desnudarme en cuerpo y alma, mostrarme transparente… verdadero, para ascender espiritualmente a una vibración más alta. Aunque mi cuerpo no se llenaba de llagas ni marcas, el dolor era desgarrador, pero no podría permitirme fallar y quedar junto a Lucianna en manos de los Pfathraz.
Traté de no pensar en el sufrimiento y solamente caminé, luego de lo que para mí fue una eternidad, aparecí frente a Luci, me sentía tan débil que no pude evitar caer al suelo. Ella corrió a abrazarme, lloraba amargamente.
El dolor y la tristeza que experimentaba, se sentían como una prueba más. Antes de partir, Augustus me entregó una túnica negra, después de ponérmela, me presenté ante mi segunda prueba. Fui llevado al Triunvirato de la Verdad, había escuchado acerca de ese lugar anteriormente y sabía que iba a ser difícil. La prueba era sobre intuición, principalmente, mucha meditación.
En medio del salón se hallaban tres espejos, los cuales revelaban los tres caminos que tenía para escoger.
Al acercarme al primer espejo fui llevado ante una idílica pradera, en ella se encontraba una hermosa cabaña, vi a Luci y tres traviesos niños con cabellos del color del sol y vívidos ojos almendrados. Sobre la mesa teníamos la cena. Estaba disfrutando junto a mi familia, resultaba maravilloso ver a mis padres, mi hermano, hijos y mi esposa compartiendo, viviendo en paz lejos de lo que significa ser un Cazador. Deseé quedarme allí, ese era el futuro que quería para nosotros, estar lejos del peligro era la mejor opción, pero debía adentrarme en los otros dos espejos.
En el segundo espejo estábamos Luci y yo tomándonos las manos, al principio solo se veían nuestras espaldas, pero al volvernos la sangre caía a ambos lados de los labios, mis padres estaban muertos.
En el tercer espejo, estábamos todos, Luci, mi familia y yo. Librábamos una especie de batalla contra otros inmortales. Aunque para mí la decisión estaba prácticamente tomada, medité algunos minutos más sobre el asunto.
Cuando fui llevado nuevamente ante los tres espejos, caminé directamente hacia el que había escogido.
Al tocar el tercer espejo y adentrarme en él, no hubo marcha atrás. Aparecí frente a Augustus, quien me miraba con firmeza.
—Has superado las pruebas con éxito. Explícame cómo lo hiciste…
—Al principio estuve casi seguro, el primer espejo parecía el camino lógico, pero debía ser fiel a mí mismo, a lo que soy. En algún momento, sobre todo cuando Luci se encontraba en peligro, maldije mi naturaleza y a la criatura en mí, pero al estar frente al espejo comprendí que ella me ama por ser quien soy realmente.
Ni siquiera llegué a pensar en la segunda opción, puedo matar a otros seres humanos, pero mi familia es sagrada, así que fue sencillo descartarla.
En cuanto a mi elección final, es como decía antes, estar junto a los que amo, luchando cuerpo a cuerpo, cuidándonos nosotros mismos, es lo que deseo para mi futuro, el camino correcto.
Augustus se fue, dejándome solo con Luci. Aparentemente caminaría por un sendero, el cual estaba helado. No debía quitarme la túnica pero ella no lo resistiría, en ese momento preferí abrigarla.
Dos horas después aparecimos en casa, la túnica no estaba y ambos vestíamos la misma ropa que llevábamos al llegar a Irlanda. George se encargó de Luci mientras yo iba a descansar.
Me sentía exhausto, pero al menos ya ella estaba a salvo.