— ¿Y bien? Por lo que veo ella logró ser transformada, ya todo había terminado, ¿cómo murió?
—Bueno, no he dicho que todo hubiese acabado. Muchas cosas más sucedieron después de eso.
Elena comenzó a sentirse mareada y débil. Algo no iba bien y la expresión en el rostro de Charles dejó claro que sabía lo que le pasaba, aunque actuara como si no comprendiera.
—Charles, si me disculpas, debo…
— ¿A dónde vas? ¿Qué te sucede?
Al ponerse en pie, todo empezó a dar vueltas, lo último que vio fue el rostro angustiado de Charles. La llevó a su habitación y comenzó a hablarle para traerla de regreso. Cuando abrió los ojos fue como si nada hubiese pasado, salvo un extraño dolor en el pecho.
—Dime ¿qué sucedió? —preguntó Charles.
—No lo sé, primero me sentí débil, ahora siento dolor en el pecho, me falta el aire.
—Déjame llevarte al hospital. No puedo dejarte así.
—Solamente necesito estar sola. No entiendes nada, yo…
—No puedes irte, ni siquiera puedes mantenerte en pie.
—Déjame en paz, de verdad necesito estar sola. Iré a caminar, nada más.
— ¿Caminar? Pero si no puedes dar más de dos pasos, además, afuera el clima está en su peor momento.
—He tenido suficiente por un día, no lo tomes a mal pero siento…
— ¿Nostalgia, ganas de huir? Debemos continuar con mi historia, este no es el momento para detenernos. Es inevitable que te sientas así, debes enfrentarte nuevamente a tu muerte.
— ¿Mi muerte?
—Aún no lo entiendes, es decir, en el fondo ya sabes la verdad, pero te niegas a aceptarla. No falta mucho, pero debes terminar de escucharme. Recuerda que ese «ser» está detrás de ti, y la única forma de salvarte es terminar la historia.
—Esta casa me ha marcado. Desde que llegué aquí me han sucedido cosas extrañas, no quiero hacer esto ahora.
—No puedo dejarte ir, el riesgo es tan inmenso… temo que puedas resultar herida. Recuerda lo sucedido en el bosque.
—Nada va a pasarme, entiendo lo sucedido, ella murió y tú me buscas, llamé tu atención, por eso me hostigas con esta historia. No soy más que un premio de consolación.
—Te equivocas, Elena. Para mí eres muy importante, no te vayas.
Salió de allí sin mirar atrás. Había decidido volver a Carolina del Sur, esos seres no la encontrarían allá. Finalmente, haber conservado la casa resultaba útil. Se sentía estrechamente relacionada con Charles, pero por otro lado, desde su llegada a Yellowknife, su vida había sido puesta en peligro.
La gente del pueblo, esos seres…, trataba de entenderlo, demasiadas molestias para ser alguien común y corriente. ¿Qué sucedía realmente con ella?
Después de unas cuantas horas de viaje llegó a su viejo hogar, se sentó en los escalones donde ella y su madre pasaban las tardes completas viendo a los niños del vecindario montar sus bicicletas. Era la primera vez que lo hacía desde aquel día.
Lloró mucho, como una niña en medio de un berrinche, aún se sentía culpable por lo ocurrido. La noche estaba cerca y no era capaz de entrar, aunque estaba segura de que moriría congelada, no tenía el valor de hacerlo.
Sus piernas se sentían entumidas. Charles apareció a su lado.
—Aquí estoy, he llegado ya.
—Lo siento, debía venir… pero no puedo hacerlo, he sido tan tonta.
—Shhhh, imaginé que iba a ser difícil, por eso he venido. Lo haremos juntos.
— ¿Cómo me encontraste?
—Bueno, te veías tan afectada y supuse que el único lugar en el que querías estar era en este.
—Viniste, a pesar de que me porté bastante… grosera, inmadura, tonta…
— ¡Shhhh!… —puso sus dedos sobre sus labios, silenciando aquellas palabras—. No hiciste nada malo. Han sido días difíciles y has tenido muchas cosas que asimilar.
—Gracias por estar conmigo.
— ¿Todavía quieres entrar?
—Primero necesito ir al cementerio, debo despedirme. Luego intentaré entrar.
—Veo que rentaste un auto, vamos al cementerio, conduzco yo.
— ¿Para qué el maletín?
—Saliste estando débil, era necesario prevenir.
La tumba estaba llena de flores, quizás su tío la había visitado recientemente. Colocó un par de rosas blancas para ambos. Charles observaba a una distancia prudente, bajo algunos robles.
Elena se acostó sobre la tumba de su mamá, la abrazó y dejó fluir sus emociones. Pequeños estremecimientos sacudieron su cuerpo. Charles se colocó a su lado, su abrazo era lo que necesitaba Elena en aquel momento.
Aunque estaba pasando por un duelo que se había negado al marcharse del país sin visitarlos, podía darse cuenta que Charles actuaba como el mismo de su infancia. Parecía bipolar y por eso no podía confiarse, nunca debía bajar la guardia.
—Suficiente dolor, pequeña, es hora de irnos. Vamos a tu casa, necesitas descansar. Preferiría marcharnos hoy mismo, pero estás muy débil.
Al entrar a casa de sus padres se quitó la bufanda y abrigo y fue a la cocina a servirse un vaso con agua. Abrió la refrigeradora y encontró todo bien abastecido.
Su vecina Simona tenía instrucciones de ir una vez a la semana no solo a limpiar, sino a abastecer las alacenas. Elena le había dejado una lista.
Simona anotaba las fechas de caducidad y antes de que las cosas vencieran, se las llevaba a su casa para consumirlas y las reponía. Elena quería estar segura de que si le surgía un viaje sorpresa a la ciudad, siempre tuviera qué comer.
Prepararon algunos filetes, papas fritas y ensalada. Charles estaba bastante hambriento pues acabó con la mayoría de las cosas. Estar en casa era duro para ella, sobretodo porque la muerte de su madre continuaba siendo un misterio y eso no la ayudaba a cerrar el ciclo.
Charles le propuso jugar algún juego de mesa sin embargo Elena no estaba de humor, tampoco tenía paciencia. Quería reunirse con su tío y eso desencadenó una ola de ira en Charles, no entendía la causa.
—No vas a llamarlo. No me da buena espina.
— ¿No te da buena espina? Pero si nunca ni siquiera le hablaste. No tengo seis años, no eres mi tutor legal. Puedo ver a quien quiera.
—Desiste de esa idea o vas a pagarlo caro.
Ya sus ojos no tenían vetas amarillas. Estaban totalmente negros. Elena dio un paso atrás, pero pronto estaba contra la pared. Pietro hablaba con ella, tratando de pedirle calma al tiempo que se materializaba en la casa. Pero Charles estaba tan fuera de sí que empujó a Pietro y la atacó. Rasgó su espalda sin piedad, sin embargo antes de poder atacar de nuevo Joseph se unía a Pietro. Lograron apartarlo de Elena y se lo llevaron. Pietro se quedó con ella.
—Duele….
—Lo sé, cariño. Vamos a sanarte y pronto estarás como nueva.
Durante algunas horas se dedicó a curar sus heridas. Era difícil pues Charles mostraba signos de oscuridad alarmantes para su familia, por ende las heridas de Elena eran severas.
El sueño llegó durante el proceso de curación, Charles estaba ahí, pero se veía distinto al de siempre. Irradiaba maldad.
—Deseo alimentarme de tu carne —le dijo.
—Déjame en paz.
Elena retrocedió unos cuantos pasos pero parecía no funcionar. No podía escapar, Charles se hacía acompañar de otros diez seres, iguales a él, todos deseaban una parte de la presa, disfrutaban aquel momento.
Ella no sabía quién empezaría porque estaban realmente ansiosos. Intentó arrastrarse lejos de allí, pero uno logró alcanzarla.
Cuando iba a matarle, Blu apareció ahí, acompañado de alguien que parecía una copia exacta de él, con la única diferencia de que este nuevo personaje tenía el pelo gris.
¡Gray! Pero no quería que resultasen heridos. Ambos hermanos empezaron a mover las manos creando esferas de luz. Las arrojaron sobre sus atacantes, logrando que desaparecieran. Gray fue el primero en hablarle.
—La famosa caminante. Elena, mi hermano es un completo gilipollas que te entregó la pulsera de protección sin permitirte escoger.
— ¿Escoger?
—Sí, también me hubiese gustado darte mi pulsera.
Blu hizo un sonido similar a una especie de bufido y se puso en medio de ambos.
—Elena, te presento a mi insufrible hermano menor, Gray.
—Gracias a ambos. Charles estaba fuera de sí…
—Recuerda que todo lo sabemos, ese no es Charles.
Los demonios que quieren eliminarte usarán la apariencia de quienes te rodean. Nunca confíes en la veracidad de tus sueños, cuando sobre atacarte se trata.
El verdadero Charles te atacó en tu casa, pero es prioritario que estés a su lado. Los sanadores de su gente van a ayudarlo a controlar a ese lado que le domina. Pero solo Charles puede hablarte del pasado para que así puedas entender el futuro.
Al abrir los ojos se encontró con Charles. Este tenía los ojos de un amarillo casi transparente.
—Lo siento. No sé qué me pasó.
—Me asustaste muchísimo. Te temo tanto que no sé si quiero seguir con tu historia.
—Es necesario, no solo por nuestro futuro, tu vida corre peligro y no está en mis manos evitarlo. Solamente con el conocimiento sobre el pasado podrás estar a salvo.
—Quiero irme de aquí.
—Yo no vine en avión, así que no podré viajar contigo y no me gusta. Pero pediré a Pietro que me ayude a vigilar tus sueños. No le verás ahí, él solamente vigilará que nadie más esté en ellos.
— ¿Por qué no solo me transportan fuera y ya?
—Debes vivir lo más normal. Si haces ingreso al país y no lo dejas de la forma que entraste será sospechoso y la policía empezara a buscarte si solo desapareces.
— ¿Por qué asignas a tu hermano mi cuidado si te ves bastante normal?
—Estoy vulnerable aún a lo que sea que me está afectando, por eso por ahora trataré de mantenerme lejos de tus sueños y de tu mente.
Elena llegó al aeropuerto y le fue imposible no reír. La odiosa Tamika, la mujer con la que había tenido el altercado estaba de nuevo en el counter vendiendo los tiquetes. Al verla se puso bastante pálida. Su mente era un caos…
…No debo pensar…debo tener mi mente en blanco.
…¡No funciona Maldición!
…Me mira como si supiera lo que pienso….
…Nadie me creyó cuando dije que era una bruja que lee mentes…casi me hace perder mi empleo….
—Hola señorita, deme por favor un boleto a Yellowknife, Canadá.
—Claro, en un mo mo momento…
La pobre mujer no solo tartamudeaba sino que botó algunas cosas que tenía en su mesa de trabajo. Uno de los jefes, de los que constantemente merodean a sus empleados fiscalizando todo, se acercó a Elena.
— ¿Señorita, esta empleada está atendiéndola bien?
—Me hace sentir incómoda. Ya hace un tiempo me había ofendido y hoy se ve aterrada. Cree que soy una especie de bruja que lee mentes.
Sus palabras desataron el caos. Tamika empezó a tirarle las cosas que tenía a mano. Obviamente no le estaba atinando porque el jefe estaba cubriendo a Elena para protegerla. Dos empleados de seguridad sostuvieron a Tamika y la sacaron del lugar mientras gritaba con histeria.
El jefe de la mujer, no solo le dio un asiento gratuito en primera clase, sino boletos vitalicios sin costo.
Durante el vuelo Pietro estuvo a su lado, dejándose ver al fin. Sintió mariposas en el estómago, era demasiado apuesto, casi de forma etérea.
—Gracias por el cumplido hermosa Elena.
—Maldición, también lees mi mente…
—Algo que viene con el ser un Cazador. Podemos charlar tranquilamente.
—No debías aparecer…no es que me moleste pero…
—Charles no lo sabe, pero tenía que verte. Vienen momentos difíciles Elena, no me verás más al menos no de momento. Trata de mantenerte serena y recuerda que te amo con todo mí ser.
— ¿Me amas?
—También te he visto crecer, he sufrido con tu dolor y al final espero pelear limpiamente con mi hermano para ganarme tu corazón.
—Estoy confundida…
—Lo sé, pero es porque le has tenido en tu vida salvándote siempre, eso puede afectar las emociones. No serrucharé el piso a mi hermano, solo te permitiré conocerme y al final decidirás tu sola. No me rechaces, solo permítete verme con tu corazón.
—No, no me siento confundida de esa forma. Por tu hermano no tengo sentimientos. Al menos no todo el tiempo.
Cuando está cerca de mí siento que puedo pasar junto a él la eternidad pero al alejarse, es como si el amor que tengo por él desapareciera. En cambio, al verte siento cosas…y me apena.
—Pequeña… tus palabras me llenan de júbilo. Mantengamos esto en silencio, avanza con él en su historia y cuando llegue el momento estaremos juntos. Por cierto, me reí mucho con la escena en el aeropuerto. No sabía que podías ser así.
— ¿Te molesta que fuese cruel?
—No lo eres de naturaleza, estoy seguro que tenías una buena razón.
—Sí, ya te lo contaré en algún momento. Aun me duele mucho la espalda.
—Te curé pero el dolor va a seguir ahí unos días.
Cuando el avión se detuvo se sorprendió mucho al ver que Charles caminaba hacia ella.
—He informado que venías con unas heridas, así que me han permitido entrar a buscarte.
—Gracias.
El viaje fue hecho en un cómodo silencio. Al llegar a la casa encontró un mensaje en la pared, hecho con pintura roja.
ADORADORA DE SATÁN, LOS HAS INVOCADO Y ESO TE HACE UNA DE ELLOS. DEBERÁS ABANDONAR ESTE PUEBLO… LA GATA HA SIDO UNA SIMPLE ADVERTENCIA. SI NO LO ECHAS DE TU CASA, SERÁS LA PRÓXIMA.
—Oh, no, April, es ella, yo debo…
—No Elena, no puedes verla.
— ¡Suéltame, debo ayudarla! Es tan pequeñita… tirada ahí seguro que tiene frío y hambre.
—¡¡¡No, pequeña!!! Confía en mí. Es mejor que no la veas, ya no puedes hacer nada por ella.
Charles la llevó a dormir, se quedó allí con ella durante toda la noche. Temía por su estabilidad mental. También lo sintió a él. Sabía que Pietro estaba a su lado, su ira era palpable.
El alcalde los visitó durante el día, observó la pintura y el cuerpo de la gata, el cual había sido puesto por Charles en una caja. Jenkins se veía bastante conmocionado ante la vista de la mascota de Elena, no parecía saber del incidente y prometió hacerse cargo del asunto, Charles no confiaba en él, pero era la única solución, al menos en ese momento.
Al día siguiente reanudaron la historia. Elena quería acabar con todo, desvincularse totalmente de Charles.
—Las cosas empezaban a ordenarse, Luci había perfeccionado sus técnicas de caza y era mejor de lo que se esperaba para una recién convertida —continuó Charles—.
Ambos deseábamos un cambio por lo que decidimos irnos de Canadá. Viajamos a Inglaterra y compramos una hermosa residencia en Londres. Hacía mucho tiempo que había estado allí, y ya me hacía falta la vida en las grandes ciudades.
—Entonces es la época en que Jenkins y los demás pensaban que se habían casado.
—Sí, eso evitó todo tipo de preguntas. Nuestra vida transcurría normalmente, todo parecía en orden.
Así sin darnos cuenta pasaron dos meses, durante los cuales no tuvimos mayores incidentes, pero entonces Luci cambió. Empezaba a actuar de manera extraña, estaba más violenta, casi no hablaba conmigo. Periódicamente desaparecía, de hecho, al cumplir seis meses se marchó, incluso llegó a bloquear su mente para evitar que la encontrara.
—Por eso tu padre volvió a Yellowknife, Jenkins me dijo que después de regalarle la casa, se quedó en un hotel y que cada mañana salía a recorrer el lugar.
—Sí, había regresado a buscarla, pero tampoco tuvo suerte. Una mañana, simplemente regresó alegando no recordar lo sucedido, mis padres empezaban a perder la paciencia por lo que se alejaron durante algún tiempo, para ellos Luci no mostraba el amor que había profesado.
Mi vida a su lado distaba de ser suprema, era una maldita pesadilla. Veinte días después descubrimos que estaba embarazada. En el cuarto mes, empezó a manifestar molestias, George le sugirió guardar reposo como medida preventiva. Aunque nos esforzamos, durante el quinto mes sufrimos la primera pérdida. Era un hermoso niño y no pudimos hacer nada.
—Imagino que fue difícil.
—Me duele como si hubiese sido ayer.
— ¿Has dicho… primera pérdida?
—Sí. Perdimos cuatro en total. Luci estaba destrozada y decidida a no intentarlo más.
Llegando a término, duran diez meses, pero no pasaba del quinto. Cuando íbamos a desistir, volvió a quedar embarazada, esa vez no tuvo molestias.
George descubrió que era una niña y mis sospechas se confirmaron. Morgana estaba detrás de esas pérdidas, buscaba reencarnar y debía lograr que tuviésemos una niña.
Llegué a esa conclusión por la forma en la que transcurría el embarazo, pero Luci no quería escucharme.
—Luci, yo te amo y sé que me amas también, sin condiciones —le dije.
— ¿Sin condiciones? No quieres a nuestra bebita, andas planeando cómo interrumpir mi embarazo, o lo que harás con ella al nacer.
—Sé que Morgana está buscando reencarnar y usará a nuestra niña para hacerlo. ¿Por qué crees que perdimos los embarazos anteriores?
—No lo sé, maldita sea. Quizás no me cuidé en la forma correcta.
—No voy a aceptar que te culpes por eso.
—Entonces, dime la causa.
—Todos eran niños. Esta es la primera niña. Por Dios, entra en razón, ni siquiera estabas en periodo de embarazarte, es Morgana que se ha metido en tu cuerpo.
—Si no supiera que me amas tanto, pensaría que quieres solo hijos, no hijas.
—No seas irracional.
—No hablaré más sobre este asunto, nuestra hija nacerá contigo a mi lado o sin ti.
Después empezó a actuar aún más extraño, evitaba que se le acercaran. Morgana la hacía sentirse así, para asegurarse de que Luci no trataría de abortar el embarazo. Sabía quién era el bebé, pero ni eso parecía importarle, llevar dentro de sí a esa bruja, iba a dañarla, mas no le importaba.
Me encontraba escuchando música cuando oí gritos, fui a la cocina y allí, con Lucianna, estaba un Pfathraz. Nos miramos llenos de terror…
¡La túnica!
Quitármela había causado que la puerta quedara abierta, habíamos fallado. Era mi mayor pesadilla, me puse entre ambos para defenderla. Aquel ser levantó la mano enviándome unos metros atrás. Era algo tan intenso que apenas podía respirar.
Al principio Luci se retorcía de dolor, luego, de su estómago salió un rugido impresionante. El Pfathraz hizo una reverencia hacia el vientre, dijo algunas palabras y partió tan rápido como llegó. Luci estaba en el piso, no se movía.
—Charles, lo siento tanto.
Charles se quedó quieto, estaba tenso, no le hablaba. De pronto se puso de pie y como si tuviese un asunto de vida o muerte, empezó a alejarse.
—Yo debo irme, lo siento.
— ¿Irte?
—Lo siento Elena, pero algo ha sucedido, debo irme, perdóname, perdóname.
—No te vayas sin explicarme lo que sucede¡¡¡Charles!!!
Tras su repentina marcha se dijo que no debía perder la calma, quizás volvería pronto pues no sería capaz de abandonarla, especialmente si había criaturas demoníacas tras de ella. Pero el tiempo continuaba su lento avance, cada día parecía más largo que el anterior, era como una maldita pesadilla.
Los primeros días dedicó sus energías a la autocompasión, casi no comía, dejó de dormir… en fin, estaba decidida a destruirse. De pronto algo en ella cambió, la ira se abrió paso dejando la tristeza atrás. Estaba dispuesta a tomar el control de su vida.
Tampoco podía hacer contacto con su amigo, con Pietro, Custos ni con Blu… Todo era absurdo.
Seis semanas después decidió irse de la casa, abandonar todo. Teóricamente parecía sencillo pero cada vez que llegaba a la puerta con la maleta y sus documentos, daba un paso atrás.
Si se iba, perdería toda posibilidad de entender porque la cazaban, sentía también que la casa era lo único que la conectaba con Pietro.
Así que estableció una especie de “rutina”, si mantenía su mente ocupada las cosas eran ligeramente más simples. El señor Jenkins por ejemplo, la visitaba esporádicamente y le era imposible ocultar su alegría ante la ausencia definitiva de Charles. Sus temas de conversación fluían casi que en una sola dirección… su amada esposa.
Si Elena hubiese podido deshacerse de esa aquella criatura molesta, la historia sería distinta, casi que agradable… en teoría.
En aquellos años no se consideraba un mal ser humano, pero esa mujer… esa mujer sacaba lo peor de ella.
Margareth era una espina en su trasero, la insidiosa mujer continuaba acechando sus pesadillas. Llegó un par de veces a la casa y cuando no acompañaba a su esposo, insistía en incorporarla en la vida del pueblo, invitaciones que rechazó tajante, aunque diplomáticamente.
La navidad fue un tormento absoluto, decoró la casa esperando que aquello le diera consuelo. Incluso tenía un regalo para él y su familia y lo puso bajo el árbol.
Al inicio fue difícil pensar en que darle a unas criaturas como ellos, que habían visto todo y probablemente tenido de todo. La respuesta llegó a ella cuando se enteró de una nueva ley que estaba por entrar a regir.
Así que le indicó al abogado del pueblo vecino, quien odiaba a Jenkins y a su gente, que pusiera las escrituras de la casa a nombre de Charles.
Este con tal de hacer algo que molestara a Jenkins, hizo el trámite a prisa. El tiempo continuó sin mayores dramas hasta una mañana de febrero. Elena se encontraba desayunando cuando le escuchó fuera de la casa. No comprendía porque no entraba, pero lo único importante era llegar a él.
Lucía distinto, pero antes de que pudiese preguntar lo que pasaba le dijo que su vida corría peligro, que estaba allí para ponerla a salvo.
Todo sucedió muy rápido, aunque al principio intentó negarse pues en teoría la casa era segura, el profundo terror que vio en su mirada fue suficiente para ir con él. Estaba tan asustada que no le preguntó porque sus ojos se veían rojizos.
Llegaron a unas cuevas a no más de una hora de la casa, justo antes de ingresar algo o «alguien» la golpeó en la cabeza.
Al abrir los ojos notó una criatura frente a ella, Charles estaba quieto, esperando a embestirles, o eso creía Elena.
— ¿Vas a atacarles?
—No, ellos trabajan para mí.
— ¿De qué hablas?
— Como lo oyes Elena, ustedes los mortales son muy básicos, sus emociones rigen sus vidas. Si lo piensas un poco, encontrarás la respuesta.
— ¡Déjame ir!
— ¡No!, finalmente te he mostrado cuales son mis intenciones, ya no puedo dar marcha atrás.
— ¡Te lo suplico!
— Sabías el riesgo que corrías. Pues bien, finalmente comprenderás mi verdadera naturaleza. No puedo dejarte ir porque correrás a decirles a los mortales.
— ¡Nooo!
De él salieron garras… ¡GARRAS! <<En aquel momento estaba tan asustada que no lo cuestionó>> Su ataque fue intenso, pero sin saber por qué de un momento a otro se marchó, quizás la creyó muerta, o tal vez dejarla agonizando era parte de su tortura.
El dolor físico era agudo, parecía una horrible pesadilla incluso superior a las de su infancia. Personalmente Elena hubiese preferido morir más a prisa, sin parar pasaban ante ellas imágenes de la mirada de Charles…de sus ojos llenos de sed contemplándola más allá de su cuerpo, vislumbrando su esencia.
¿Pero por qué matarla? ¿Acaso no sabía que su secreto estaba a salvo con ella?
Poco después alguien apareció. Se presentó a sí mismo como George. Elena lo recordaba porque era quién había transformado a los padres y hermano de Charles en Cazadores.
Levantó las manos para mostrarle que no estaba armado y caminó lentamente hasta situarse frente a ella.
En ese punto Elena creía que él podría querer herirla, pero en ese momento no tuvo más opción que dejarse ayudar. Pasó sus brazos bajo su axila y piernas, la acunó contra su pecho y comenzó a caminar llevándola lejos de aquel lugar.
Su mente se sentía rota, pensaba en Pietro, en su amigo y le dolía la cabeza. La pulsera tampoco parecía funcionar, la ayuda de Blu y Gray quedaba descartada.
— Mi intención no es maltratarte pequeña, he venido a ayudarte.
— ¿Por qué él?
— ¿Él?
—Charles fue quién me hizo esto.
—No sé lo que ha sucedido, pero te aseguro que estás equivocada. Déjame llevarte a casa, confía en mí.
— ¿Confiar en usted? ¿Cómo hacerlo si el mismo Charles trató de matarme?
— No nos conocemos, al menos tú a mí no. Charles se mantuvo en contacto con nosotros mientras te contaba su historia, de hecho me pidió que viniese a cuidarte durante su ausencia. Se suponía que iba a llegar hace meses, pero algunos multiformas me tuvieron en su poder.
Cuando logré escapar ya era tarde, fue entonces cuando te hallé. Aún no le he podido avisar sobre tu ataque, debemos esperar a que nos contacte. Sé que te ama, aunque sea difícil de creer Charles está intentando mantenerte a salvo.
—Pero se veía tan real… me es difícil creer que era un multiformas.
—Lo puedo imaginar, pero por ahora lo más importante es trabajar en tu recuperación. El daño físico es más de lo que había imaginado y debo curarte.
— ¿De qué demonios habla? apenas lo conozco, ¿por qué se interesa tanto por mí?
—No te pongas a la defensiva.
Tras colocarla en la cama y administrarle medicamento la dejó a solas. Durante esa noche soñó con Charles, le pedía que volviera pero se limitaba a verla. Poco después la línea entre el sueño y la realidad se hacía más distante, al parecer estaba despertando.
Las siguientes dos semanas fueron especialmente difíciles pues se la pasaba en cama casi todo el tiempo. La herida en su espalda causada por las garras de quien la atacó <<suponiendo que aquella criatura no era Charles>> se infectaba más y más, a George le preocupaba no ser capaz de detener el avance de las bacterias.
En un momento llegó a pensar que George pertenecía a los enemigos, pues era extraño que alguien con tantos conocimientos sobre medicina no pudiese curarla, pero no tenía pruebas.
Al finalizar la tercera semana aún eran un par de extraños.
— ¿Quieres hablar de lo que te sucede mi querida Elena? Casi no me has dirigido la palabra y no comes nada de lo que te doy, Charles te necesita fuerte.
Al principio negó con la cabeza, pero sin que pudiera evitarlo las lágrimas salían por miles, lo peor de aquella situación era que a pesar de desear que se mantuviera lejos de ella, George logró que le hablara sobre sus sentimientos, haciéndola sentir vulnerable.
— ¿por qué me atacó?
—Lo siento, no sé qué decir porque su ausencia es sorpresiva para todos
— ¿Cuánto tiempo más tardará en regresar?
—No lo sé, ahora debemos pensar únicamente en que descanses. Si no pones de tu parte, será más difícil que logres recuperarte. La actitud es primordial y me preocupa que estás dejándote morir, sé que le extrañas y te aseguro que si él supiera sobre lo que sucedió estaría aquí. Sus padres y hermano le están buscando para avisarle, pero es difícil. Está tratando de encontrar a Augustus para matarle y así protegerte por eso debes tomarte este té, con el podrás sanar.
—Pero sabe horrible, ¿está seguro de que esto me ayudará?
—Claro que sí, debes tomarlo todo. A estas alturas no puedes desconfiar de mí.
Una hora había pasado desde se tomó el brebaje, pero se sentía desorientada. Después de eso las pesadillas nocturnas aparecieron de nuevo, eran bastante reales, la cueva… él atacándole. Era raro pues la casa normalmente la protegía, no entendía porque de repente aparecían.
Quizás la casa solo la cuidaba de las pesadillas «tradicionales». Sin Charles a su lado nada tenía sentido alguno. Muy a su pesar las cosas habían cambiado mucho, aquella aparente urgencia por contarle su historia se había visto opacada por su ausencia.
George le recetaba ese mejunje tres veces al día, pero en lugar de mejorar se sentía peor, ni siquiera era capaz de caminar al baño sin caerse.
Según él, su medicina no tenía nada que ver, más bien era debido a la infección de la espalda.
Pero había otra cosa que resultaba aún más rara en todo aquello, cuándo Charles llegó a la casa, esta había asumido una calidez agradable, reconfortante. Con George estaba todo frio, parecía una casa común y corriente.
Sabiendo sobre los antecedentes de su hogar resultaba extraño. Constantemente la buscaba para hablar, algunas veces era como si tratase de obtener información, si les conocía de tanto tiempo sus preguntas resultaban absurdas.
Elena estaba divagando cuando entró a la habitación, la sonrisa en sus labios no llegaba a sus ojos, estos estaban fríos, maliciosos. Ella le miraba con terror y se cuestionaba sobre si sufría un extremo caso de paranoia.
—Elena, esto no puede seguir así, por eso he tomado una difícil decisión. Piensa en la vida que tienes por delante, piensa en Charles.
— Por favor no me haga reír. Él tiene cosas más importantes en su vida. Tengo rabia y ni siquiera sé si esto es real, esta situación me hace sentir frágil, desamparada.
—Sé que se va a molestar conmigo, pero no soy capaz de mantenerte a salvo. Ya han llegado, ellos están aquí.
— ¿Ellos? ¿De qué habla?
— Lo siento. Muchachos, trátenla con cuidado.
— ¿A dónde me llevan? Suéltenme.
—Allá estarás mejor.
Intentó contactarle mentalmente, lanzar un último grito al universo. Ese no podía ser su final.
— ¡Charles…Pietro! Custos…
—Es inútil Elena, por ahora necesitas recuperarte.
—No George, sé que ellos me escucharán, no deje que me lleven, se lo suplico.
—Lo siento.
Custos apareció frente a los sujetos pero antes de tan siquiera lograr dar un paso, George le envió una especie de bola de energía.
Su lobo cayó muerto.
Los tres tipos la amordazaron y le ataron las manos con cinta adhesiva, abrieron la cajuela del auto y luego la pusieron dentro. Todo eso confirmaba sus sospechas, George era uno de ellos, finalmente se deshacía de ella.
No podía dejar de llorar por su lobo. Estuvieron en movimiento durante mucho tiempo, Elena no podía precisar cuánto pero al ir dentro de la cajuela aquel viaje parecía llevar horas.
Llegaron a una especie de casa abandonada y la dejaron dentro del sótano durante muchísimo tiempo. Pero al menos la desamarraron.
Había una pequeña ventana donde veía al día mezclarse con la noche, al octavo ciclo de cambios dejó de contar. Tenía un pequeño baño y un tubo para beber agua, pero no le llevaron nada de comer.
No podía dejar de pensar en Custos, en que por tratar de salvarla había muerto.
Poco después uno de ellos colocó una venda en sus ojos y como si no pasase nada, la cargó en sus hombros. Subieron algunas escaleras y al llegar a la planta alta fue enviada de un golpe al suelo. Su cabeza golpeó la pared dejándola algo aturdida ya que escuchaba a Charles, era como si estuviese luchando por ella, definitivamente estaba soñando. Indiscutiblemente era el golpe <<pensaba>>
Unas manos comenzaron a quitar la venda de sus ojos. La luz era increíblemente dolorosa, pero luego de unos minutos fue capaz de ver a quien la salvaba.
—Elena estoy aquí, te llevaré a casa.
— ¿Charles?
Justo antes de que pudiese contestarle, el falso George lo atacó por la espalda, pero Charles se defendió matándolo inmediatamente.
¡Multiformas! <<Especulaba Elena>> estaba aterrada, había vivido con uno de ellos. No era lo mismo sospecharlo a recibir una confirmación directa.
— ¡Has vuelto! Viniste a…
— ¿Que ha sucedido, Lena? No entiendo nada.
—Él era real, al menos lo parecía, luego de atacarme en la cueva me dijo que había tratado de encontrarte…
— ¿Ataque? ¿De qué hablas, pequeña?
—Custos está muerto…
— ¿muerto? Necesito que me expliques…
La cabeza le dolía como los mil demonios, podía verle o a parte de él, de pronto tenía varios ojos y bocas. Sus palabras no eran más que un simple bla bla bla. Su voz se alejaba cada vez más, poco a poco las sombras se apoderaban de ella arrastrándola irremediablemente a la inconsciencia.
¡Por Dios, no me quiero desmayar! <<Pensaba Elena>> ¡No ahora que ha vuelto a mi lado!
Charles la movía con cuidado tratando de despertarla.
— ¿Elena? Reacciona… ¡Pietro!
De alguna forma fue consciente de un segundo hombre que se arrodillaba a su lado, sin saber cómo supo que era él.
— ¿Qué le sucedió?
— Ayúdame a llevarla al auto, hay que volver a casa.
— ¿Pero no se suponía que George iba a vigilarla? ¿Y por qué la dejaste sola en primer lugar? Nos mantuviste a todos lejos de ella porque supuestamente nuestro enemigo estaba cerca y debías aislar su energía.
—Te pido no cuestiones mis decisiones. Pensé que estaba segura Si Augustus detectaba nuestro nexo mental le atacaría en sueños.
—Serias una especie de túnel hasta su mente.
—Sí. Pero los multiformas atraparon y aislaron a George. Él acababa de liberarse cuando Elena llamó pidiéndome ayuda, llegamos casi al mismo tiempo pero ya se la habían llevado y seguirles el rastro me tomó días.
— Estamos cerca de la casa. Pronto te dirá todo lo que necesitas saber.
—Lo sé. Me aterra verla tan herida.
—Las heridas físicas no me preocupan tanto.
— ¿Y tú punto es…? Porque no creas que no sé qué la amas. Cuando todo esto acabe ella podrá conocerte y decidir. Mi parte egoísta te exigiría alejarte, pero sobre su corazón no tengo poder.
—Lo que vi en sus ojos hoy Charles, no se asemeja a nada que haya visto antes. Ella realmente estaba sorprendida de verte. Parece ser, según mis instintos, que pensaba que la habías abandonado.
—No creo…
—Piénsalo bien, te levantaste y saliste de la casa de forma abrupta.
—Debía cazarlo, nunca había estado tan cerca y era mi única oportunidad.
— ¿Pero a qué costo? Para ella simplemente te fuiste, le insististe mil veces que estabas allí para protegerla y de pronto la abandonaste. No sé porque, pero pienso que tienes un largo camino por recorrer. Y en cuanto a mis sentimientos estás en lo correcto, si tengo una oportunidad lo haré, hermanito.
Tras el vaivén del viaje pronto hubo quietud, estaba sobre una superficie blanda y cálida pero el dolor era tan intenso que se dejó ir. Elena no soñó durante aquellas horas, parecía estar aislada de todo, incluidos sus demonios.
De pronto, estaba de regreso, abrió un poco los ojos y le vio yendo de un lado al otro, en su mirada había una mezcla de rabia y dolor que Elena difícilmente llegaría a olvidar.
Se sentía nerviosa, casi le temía, pero ¿cómo culparla?
Tal cual había dicho Pietro, él la había abandonado y ahora que estaba de vuelta no sabía que esperar, no le había visto en mucho tiempo y él podía haber cambiado.
Digamos que al no estar presente, solo le quedaba especular.
— ¿Qué hora es?
— Hola pequeña, son casi las tres, has dormido unas doce horas.
— ¡Los multiformas, y los de la cueva…!
— ¡Shhh! Nadie va a venir, pero necesito que me expliques…
—George se veía tan real, ahora que lo pienso ni siquiera intentó curarme. Además asesinó a Custos.
Las lágrimas caían sin control, en tan solo unos segundos Charles las limpiaba con sumo cuidado.
— Elena, necesito que me hables. No entiendo nada.
—Unos meses después de tu marcha regresaste para trasladarme a un lugar en el que estaría a salvo. Llegamos a las cuevas y alguien me golpeó la cabeza. No sé cuánto tiempo estuve inconsciente. Cuando pensé que nada peor podría pasar, te vi.
— ¿Nada peor?
— Después de estar fuera muchos meses llegaste por mí y me pediste que nos marcháramos. Después de salir juntos nos atacaron. Te perdí de vista e incluso creí…
—No sigas, no es necesario que sufras así…
—Necesito que comprendas… creí que estabas muerto, que finalmente habían ganado… entonces… entonces llegaste y pensé que en definitiva estábamos a salvo. Sorpresivamente me clavaste unas garras en la espalda, dijiste que deseabas alimentarte de mí, tomar mi alma. En aquel momento no paré a analizar que poseías garras, el terror y shock fueron demasiado grandes.
Te marchaste al creerme agonizando, luego apareció George y dijo que había sido un multiformas. A pesar de su empeño en asegurármelo ni siquiera intenté luchar, no deseaba seguir viviendo. El resto lo conoces.
—Elena… ¿dejarías que el verdadero George te revise?
—Sí.
Fue difícil, Elena sabía que el otro era un impostor, sin embargo era exacto al verdadero George y era difícil de manejar.
Mientras el galeno retiraba su blusa, escuchó a Charles maldecir un poco. La revisión fue dolorosa, pero se quedó en silencio. Lo único que delataba el suplicio causado por el toque del médico eran sus lágrimas, llegó a apretar tan fuerte que se mordí el labio haciéndolo sangrar.
—Tranquila amor…
—Duele…
—Falta poco…
—Voy a vomitar…
Charles colocó su mano en su estómago, deslizándola entre su cuerpo y la cama. Un calor bastante agradable la recorría por completo calmando sus nauseas.
—Gracias
—Lamento todo esto, pequeña. Tendría que haber delegado responsabilidades.
—Solo quiero que esto acabe.
—Tu lobo ya fue enterrado. Pagarán por eso también.
George interrumpió la conversación, debido a lo que veía en ella. Las heridas eran muy profundas.
—Charles mira cuantas marcas, ese multiformas le dio fuerte. No sé por qué, pero no veo avance alguno. Elena… ¿Dices que el impostor te curaba la espalda?
— O al menos decía que lo hacía, luego comenzó a darme un espantoso té, de color amarillo intenso y horriblemente amargo. Aún deben quedar restos en la taza.
George levantó la taza y la olió, tras unos segundos supo lo que tenía.
—Ese brebaje es hecho a base de Digitalis purpúrea, aunque me parece que la dosificación es leve. Imagina su poder que tantos días después aún le puedo identificar. Entre sus efectos más fuertes está la sensación de somnolencia además de causar alucinaciones.
George aplicó algunas compresas y le dio medicamento.
—No hay más que hacer por el momento, ya en un par de días deberíamos ver cambios. Ella sana más rápido de lo normal y eso nos ayudará.
—No entiendo…
—Charles te lo explicará más adelante.
—Así que más misterios.
—Todo en su justo momento, por ahora descansa.
—Me gustaría hablar con Charles unos momentos nada más.
—Pero solo un momento, debes reposar.
Tras quedarse a solas tomó algunos segundos para calmarse. A pesar de que estaba allí con ella necesitaba sacar de si toda aquella rabia ocasionada por su ausencia.
—No entiendo… ¿por qué te fuiste? Es decir… me dejaste sola.
—Lo lamento pero debía tratar de atrapar a Augustus. Le pedí a George que te cuidara, pero fue atrapado, acababa de rescatarlo y ya nos dirigíamos a buscarte cuando escuché tu llamado. Sé que partí repentinamente causándote dolor, miedo, sentimientos de abandono, pero era la única forma.
De haberte dicho la verdad hubieses insistido en acompañarme y lo único que habría conseguido era ponerte en peligro.
—Pietro dice que me ama… pero no está acá.
—Te ama y no puedo impedir que trate de ganarse tu corazón, pero va a mantenerse lejos mientras acabo con mi relato.
— ¿Te vas a ir nuevamente?
—No. Por ahora saldré de la habitación para que duermas.
—Bien.
Aunque George dijo que debía descansar era imposible. Le resultaba difícil no pensar en sus palabras o revivir lo sucedido durante los últimos meses.
Tras una hora de intentos, decidió ir a la cocina en busca de un vaso de leche y algunas galletas. Era asombroso ser tratada por el verdadero George, pues podía caminar sin dolor. Otra cosa nueva era su apetito, había regresado por completo.
Para su sorpresa Charles se encontraba en la sala, aparentemente no era la única con problemas para dormir.
—Hola preciosa.
— ¿Tampoco puedes dormir?
— No. Es que he estado tan cerca de perderte, creyéndote a salvo…
—Temo esto sea un sueño y ellos vuelvan por mí o quizás que te vayas de nuevo.
—Verás que ahora todo va a mejorar amor, ya no me iré, al menos no solo.
Sin poder contestarle giró hacia la ventana de la cocina, intentó mantenerme serena, pero tenía que estar escuchando los latidos desenfrenados de su corazón.
— ¿Sucede algo más?
—Ese multiformas volverá por mí. Mataste a uno, pero los otros dos se marcharon.
Su angustia reflejaba sus dudas respecto a su capacidad de mantenerla a salvo. Pero él jamás podría recriminárselo, gracias a su ausencia resultaba difícil sentirse segura.
Le vio tomar aire, incluso buscó algo de tiempo para responder sin dejarla ver la furia que residía en sus ojos. Pero la vio y eso la hizo estremecer, Podía ser letal no en vano era una criatura inmortal.
— No van a hacerte daño, no lo permitiré.
— ¿Y qué sucederá si Augustus decide acercarse? Te irás tras él, dejándome a merced de esas criaturas.
—Esta vez será distinto, si él aparece Morgana se hará cargo. Ella se encuentra cerca de aquí, esperando por él.
— No entiendo… ¿Por qué Augustus desea matarme? Según lo que recuerdo, era quien estaba a cargo de las transformaciones. Tampoco entiendo cómo es que Morgana está afuera ayudando, ustedes la encerraron al transformar a Luci en una Cazadora la consideraban su enemiga.
—Aún ignoras mucho de la historia, en su momento lo entenderás.
—Pero todo fue tan real…
Charles tomó su cuerpo entre sus brazos, haciéndola sentir a salvo. La llevó al sillón y la colocó allí con sumo cuidado. Tomó una manta y se la colocó encima. Luego fue por algunas cosas a la cocina y comieron en silencio. Al terminar recogió todo y regresó a su lado.
—Descansa que cuidaré tus sueños.
Tras unos momentos de silencio, en los que parecía estar tomando una gran decisión, se dirigió a ella de nuevo.
— ¿No has pensado en que lo mejor sería marcharnos de aquí, buscar un nuevo lugar para vivir?
—Quizás, pero creo que puedo manejar esta situación, no me iré sin dar la pelea.
—Mi familia se prepara para trasladarse nuevamente a esta casa, eso sí les invitas.
—Pero es su casa.
—Fue su casa, al comprarla eres su dueña.
—Yo… hice algo durante tu ausencia.
—Cuéntame.
Y así lo hizo, habló de aquellos meses, incluido el regalo de navidad.
—Elena, tu generosidad me abruma, pero debemos traspasarla de nuevo.
—Escúchame, debe estar a tu nombre sino los del pueblo les echarán. En aquel momento pusieron una ley en la que los que no poseen tierras a su nombre deben abandonar la ciudad.
—Maldito Jenkins, todo por si regresábamos.
—Sí, claro que se puso furioso cuando supo que hice el cambio, pero tuvo que admitirlo.
—Bien, aceptaré esos documentos, pero solo de nombre, este lugar es tuyo.
— ¿Y la gente del pueblo? ¿No crees que empezaran a molestar?
—Creo que Jenkins guarda especial afecto por mi madre, ahora claro, ella lucirá algunos años más vieja.
— ¿Por qué luces más joven? Los demás vendrán más viejos.
—Porque soy tu pareja, por eso. Con los demás aquí, te protegeré mejor.
Cuando comprendió todo, no pudo evitar unas cuantas risitas.
—Temo preguntar qué te sucede.
—Bueno, aparentas ser un veinteañero, tus padres se situarán alrededor de los setenta, George estará parecido y Pietro tendrá unos cincuenta.
— ¿Y qué es lo que te resulta gracioso?
—Que dijimos a Jenkins que eras el sobrino de Charles, eso convierte a Pietro en….
—Maldición…
—Imagino que vamos a disfrutar muchísimo.