Revista Política

Cebrián

Publicado el 05 octubre 2013 por Alejandropumarino

Cebrián

El Sr. Cebrián afirmaba el otro día no haber sido militante ni simpatizante del PSOE, algo que sorprende por cuanto vivió del felipismo durante una época y dirigió ciertos medios de comunicación cuya línea ideológica estuvo siempre bastante clara. Ahora dice ignorar la situación del principal partido de la oposición, que andará achicando como puede los mismos escándalos que azotan a los populares y hasta al mismísimo monarca, envuelto entre corinnas, elefantes y yernos de mal fario; sin embargo reconoce la necesidad de reformar la constitución en un sentido federal, muy en la misma línea que señala el Sr. Rubalcaba, a quien no le quedó otro remedio tras la herencia envenenada de un Zapatero para quien el concepto de Estado era discutido y discutible.

Sin embargo una de las declaraciones que más me sorprendió, fue la que hizo referencia a D. Santiago Carrillo del que ha criticado que “le sigan increpando como ‘el asesino de Paracuellos“. Curioso, por cuanto no ha vacilado, en sus muchos años de ejercicio profesional, en sacar a relucir el franquismo y comparar cualquier diferencia ideológica con la políticamente correcta, encarnada en el socialismo de salón y Visa platino, con la derecha reaccionaria y cavernícola de la dictadura. Mientras trataba con tolerancia la exhibición de banderas republicanas en las manifestaciones de la izquierda, se calificaba de reaccionaria y fascista la presencia de enseñas preconstitucionales en otro tipo de eventos. Este modo hipócrita de entender el periodismo y la información está en consonancia con el perfil bajo de nuestra clase dirigente y la escasa capacidad de crítica de medios verdaderamente independientes; de la prensa española, El Mundo, en opinión nuestra, sostiene un punto de neutralidad próximo al sentido común y alejado de otros diarios (El País, La Razón) con editoriales ideológicamente marcadas. Respeto al Sr. Cebrián y sus opiniones, pero critico la falta de sinceridad que supone no reconocer su ideario político, igualmente respetable. Crear un estado federal es la salidad única que dejó un expresidente del gobierno que dirigió este país a modo de delegado de curso de bachillerato, pero esto, como decíamos ayer, es otra historia.


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