Revista Cine

Celda 211 (2009)

Publicado el 23 noviembre 2009 por Danniedarko
Celda 211 (2009)Juan Oliver se encuentra en uno de los momentos más plenos de su vida. Felizmente casado y esperando un hijo, está a punto de incorporarse a su nuevo trabajo como funcionario de prisiones en Zamora. Con la intención de conocer un poco más de cerca sus funciones, decide presentarse un día antes para ir conociendo el lugar. Sin embargo, tiene la mala suerte de verse envuelto en el estallido de un motín de los presos, debido a lo cual, y para poder sobrevivir, tendrá que hacerse pasar por uno de ellos.
Con esta premisa, Daniel Monzón nos presenta el que es su cuarto filme, Celda 211, basada en la obra homónima de Francisco Pérez Gandul y escrita por el propio Daniel junto a Jorge Guerricaechevarría (guionista habitual de Álex de la Iglesia).

En clave de trhiller de acción, Celda 211 se mueve con un ritmo muy trepidante y hace partícipe al público de todo lo que va sucediendo en la prisión amotinada. Y es que, quitando las escenas de Elena, la mujer de Juan, el resto de la acción transcurre en el interior de la cárcel, lo que acrecienta una sensación de claustrofobia.

Celda 211 (2009)Al hilo de esto, y para lograr un mayor verismo en la historia, ésta busca identificarse en ciertos aspectos con el modo de hacer del documental y además ha sido rodada con la cámara Red One, mejorando considerablemente la calidad de imagen.

En un plano ya meramente narrativo, el director logra combinar con mucho acierto los elementos más dramáticos con la acción más impactante, consiguiendo algunas dosis de gran tensión. Además juega muy bien con el contrapunto que supone la relación entre Juan y Elena (Alberto Ammann y Marta Etura) para suavizar y hacer descansar al espectador de lo que está aconteciendo en el interior del penal.

Celda 211 es una película que supone una auténtica ruptura hacia lo que nos tiene acostumbrado el cine español. Está carente de esa mirada pedante de algunos autores patrios que se las dan de saber más que nadie acerca de lo banal y lo espiritual olvidándose por completo de su público. Celda 211 es una película sincera en cuanto a que desde el principio deja claras sus pretensiones de entretener. Nada más. Recoge muy bien las claves del cine norteamericano de contar una historia ágil y convincente, al tiempo que muestra una fuerte profundidad en sus personajes.

El otro aspecto diferenciador respecto a nuestro cine es la forma de abordar temas más candentes y polémicos como el de las condiciones de los presos en las cárceles españolas y el de los reclusos etarras. Al contrario de otras películas que abordan estos temas de una forma un tanto viciada, Daniel Monzón se limita a mostrar una realidad a modo de McGuffin para poder avanzar en la trama. Tanto las condiciones de los encarcelados como el trato especial a los etarras y el uso político que se hace de ello están en un segundo plano. Son cosas que suceden en nuestras cárceles y como tal, están reflejadas. Si bien, la carga crítica hacía estos temas es más que evidente.

Celda 211 (2009)
Retomando esas similitudes con el cine hollywoodiense, es curioso el símil (salvando las distancias) que se puede encontrar entre los personajes de Ammann y de Ethan Hawke en Training Day, así como la relación de desconfianza / respeto que llegan a establecer con sus respectivos compañeros: Luís Tosar y Denzel Washington.

Tanto Juan Oliver como Jake Hoyt son dos jóvenes muy enamorados que están comenzando a formar una familia y se enfrentan al primer – y más difícil – día de trabajo. Frente a ellos están Malamadre y Alonzo Harris que les enfrentarán a situaciones límites y les harán cuestionarse muchas cosas.

Dejando de lado esta comparación, es indudable que el mayor atractivo de Celda 211 está en un impresionante Luís Tosar, que quizás haya firmado el mejor papel de su carrera. La fuerza y carisma de su personaje es ya, por sí sola, motivo suficiente para disfrutar de la película.

Celda 211 (2009)
Ante esto, Alberto Ammann se encuentra con un reto enorme, y más tratándose de su debut cinematográfico. Pero lejos de amilanarse, se pone a la altura de Malamadre y ambos nos deleitan con un extraordinario duelo interpretativo. Duelo éste, bien asistido por unos secundarios de altura: Marta Etura, Carlos Bardem y Antonio Resines (ahuyentando por fin el estigma de Los Serrano y volviendo a dar lo mejor de sí).

Sin embargo, como no todo puede ser perfecto, hay que resaltar la falta de credibilidad que transmiten los funcionarios de prisiones. Todo el esfuerzo por hacer lo más realista posible el motín y lo relacionado con los presos no termina de tener su réplica en la otra parte. Se percibe una suerte de descuido y de atención hacia ellos. Así como algún momento de excesiva sobreactuación por parte de alguno de los actores.

En conclusión, estamos ante una película bien contada, con grandes interpretaciones y de la que se pueden sacar varias lecturas. Sin duda, una de las cintas llamadas a ser de las referenciales de nuestro cine reciente.


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