Rubén Darío ( el poeta niño) nació el 18 de enero de 1867 en la ciudad de Metapa, Matagalpa, hoy Ciudad Darío, se crió con sus tíos abuelos. A la corta edad de 3 años, él ya sabia leer perfectamente, y a los 7 redactó su primer poema o mejor conocido como elegía. Y así sucesivamente empezó a colaborar con periódicos nacionales. Sus obras cumbres están compuestas en tres grandes libros; Azul en 1888, Prosas profanas y otros poemas en 1896 y Cantos de Vida y Esperanza en 1905. Y haciendo referencia a ello, hace aproximadamente 1 año realice el sorteo de una de estas obras aquí en el blog (puedes verlo aquí y aquí ). Y ahora les muestro mi poema favorito de él, A Margarita. Espero lo disfruten tanto como yo lo hago, y ¡Que además me cuenten si habían oido hablar o leído antes de este gran poeta, Padre del Modernismo y Príncipe de las Letras Castellanas!
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- A Margarita Debayle
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- Margarita, está linda la mar
- y el viento
- lleva esencia sutil de azahar;
- yo siento
- en el alma una alondra cantar;
- tu acento:
- Margarita, te voy a contar
- un cuento:
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- Este era un rey que tenía
- un palacio de diamantes,
- una tienda hecha del día
- y un rebaño de elefantes,
- un kiosco de malaquita,
- un gran manto de tisú,
- y una gentil princesita,
- tan bonita,
- Margarita,
- tan bonita como tú.
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- Una tarde, la princesa
- vio una estrella aparecer;
- la princesa era traviesa
- y la quiso ir a coger.
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- La quería para hacerla
- decorar un prendedor,
- con un verso, una perla,
- una pluma, y una flor.
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- Las princesas primorosas
- se parecen mucho a ti:
- cortan lirios, cortan rosas,
- cortan astros, son así.
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- Pues se fue la niña bella,
- bajo el cielo y sobre el mar,
- a cortar la blanca estrella
- que la hacía suspirar.
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- Y siguió camino arriba,
- por la luna y más allá;
- más lo malo es que ella iba
- sin permiso del papá.
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- Cuando estuvo ya de vuelta
- de los parques del Señor,
- se miraba toda envuelta
- en un dulce resplandor.
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- Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
- te he buscado y no te hallé;
- y ¿qué tienes en el pecho
- que encendido se te ve?».
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- La princesa no mentía,
- Y así, dijo la verdad:
- —«Fui a cortar la estrella mía
- a la azul inmensidad».
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- Y el rey clama: —«¿No te he dicho
- que el azul no hay que tocar?.
- ¡Qué locura! ¡Qué capricho!...
- El Señor se va a enojar».
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- Y ella dice: —«No hubo intento;
- yo me fui no sé por qué.
- Por las olas por el viento
- fui a la estrella y la corté».
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- Y el papá dice enojado:
- —«Un castigo has de tener:
- vuelve al cielo y lo robado
- vas ahora a devolver».
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- La princesa se entristece
- por su dulce flor de luz,
- cuando entonces aparece
- sonriendo el Buen Jesús.
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- Y así dice: —«En mis campiñas
- esa rosa le ofrecí;
- son mis flores de las niñas
- que al soñar piensan en mí».
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- Viste el rey ropas brillantes,
- y luego hace desfilar
- cuatrocientos elefantes
- a la orilla de la mar.
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- La princesita está bella,
- pues ya tiene el prendedor
- en que lucen, con la estrella,
- verso, perla, pluma y flor.
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- Margarita, está linda la mar,
- y el viento
- lleva esencia sutil de azahar:
- tu aliento.
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- Ya que lejos de mí vas a estar,
- guarda, niña, un gentil pensamiento
- al que un día te quiso contar
- un cuento.
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