Revista América Latina

¡Celebración al 146 aniversario del natalicio de Rubén Darío!

Publicado el 18 enero 2013 por Taniatrejos1 @TaniaTrejos
Hablar de Rubén Darío es pronunciar virtud, belleza lírica,  poderío intelectual, creación  romance, nacionalismo, locura, pasión y un sinnúmero de honras más. 
¡Celebración al 146 aniversario del natalicio de Rubén Darío!
Rubén Darío ( el poeta niño) nació el 18 de enero de 1867 en la ciudad de Metapa, Matagalpa, hoy Ciudad Darío, se crió con sus tíos abuelos.  A la corta edad de 3 años, él ya sabia leer perfectamente, y a los 7 redactó su primer poema o mejor conocido como elegía. Y así sucesivamente empezó a colaborar con periódicos nacionales.  Sus obras cumbres están compuestas en tres grandes libros; Azul en 1888, Prosas profanas y otros poemas en 1896 y Cantos de Vida y Esperanza en 1905. Y haciendo referencia a ello, hace aproximadamente 1 año realice el sorteo de una de estas obras aquí en el blog (puedes verlo  aquí   y aquí  ).  Y ahora les muestro mi poema favorito de él, A Margarita. Espero lo disfruten tanto como yo lo hago, y ¡Que además me cuenten si habían oido hablar o leído antes de este gran poeta, Padre del Modernismo y Príncipe de las Letras Castellanas! 
A Margarita Debayle
Margarita, está linda la mar
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosco de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso, una perla,
una pluma, y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros, son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía,
Y así, dijo la verdad:
—«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?.
¡Qué locura! ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: —«En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
Rubén Darío



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