Vuelvo a rescatar uno de mis posts antiguos más leídos. Así, revisamos ideas muy útiles a las que siempre viene bien hacer un repaso. Porque en psicología tan importante es lo que conviene aprender, como desaprender, como recordar.
Esta semana, CELEBRAR LA PRESENCIA, un post que publiqué en enero de 2016, tras la noticia del fallecimiento de David Bowie, y que nos habla de la pérdida desde un enfoque diferente. ¡Que lo disfrutéis!
------------------------------
¿Se puede sufrir la perdida de alguien a quien no conoces?
Yo estoy convencido de que sí. Y es que hay personas en este mundo que, aunque no hayamos tocado, hemos sentido, y aunque ellas no lo sepan, han influido más en nuestra vida que muchas de las que la comparten con nosotros día a día.
Escritores, pensadores, cineastas, poetas, filósofos, divulgadores, músicos, cantantes, artistas... Como el camaleónico David Bowie, que nos ha dejado la pasada noche*, y a quien dedico este post.
Y es que algunas de sus canciones formarán parte ya para siempre de la Banda Sonora de mi vida. Por lo que me han hecho sentir, por lo que me han transmitido, incluso por lo que me han enseñado.
Porque el ser humano es aprendizaje. Somos un sistema celular en constante transformación debido a la continua interacción de nuestras células con el ambiente. No somos, nos transformamos. Y en esa transformación no influyen únicamente nuestros padres, compañeros de clase, amigos y enemigos, amores y desamores... También, por supuesto, las personas a las que hemos leído, escuchado o contemplado, y que con sus particulares historias, con su propia visión del mundo... han cambiado el nuestro.
Por eso esas personas en realidad no mueren nunca. Porque la huella que dejaron permanece en nuestro interior. Y esto no es poesía barata, ni espiritualismo ni mucho menos esoterismo. Esto es ciencia. Sus canciones, sus películas y sus relatos, que son la expresión de sus pensamientos, emociones y vivencias, forman parte ya de nuestra propia historia, y por ende, de nuestro Sistema Nervioso, ya que nuestras células se alteran y transforman en función de la estimulación que reciben.. una historia que sigue desarrollándose ahora mismo dentro de nosotros, y que lo hará en el futuro.
¿O no habrá nadie que dentro de 20 ó 30 años se despierte una mañana cantando una canción de David Bowie? Seguro que sí.
Seguro que sí.
Ahora... Recordad a un ser querido que se haya ido. Un padre, una madre, un hermano, un padrino, un amigo, un hijo. Todos, seguramente todos, hemos perdido a alguien. ¿Acaso él o ella no nos contó historias o las compartió junto con nosotros? ¿No es verdad que sus células interactuaron con las nuestras, transformándonos?
En parte somos como somos por cada una de las personas que han ido pasando por nuestra vida. Y alguna de esas personas siguen vivas, ¡siguen vivas!, dentro de nosotros, porque su huella, es imborrable... Ni mil experiencias más, ni mil personas diferentes, la podrán modificar.
Llorar la ausencia es inevitable. Celebrar la presencia, es posible, incluso cuando es intangible. Y no solo posible, también es bonito, es un homenaje.
Como este post.
* Se refiere, por supuesto, a la fecha original de publicación: 11 de enero de 2016.