Es curioso pero, a pesar de que no me llama la atención, he vuelto a leer una novela de espías sin saberlo; porque es la última de , a quien pienso seguir leyendo cada vez que edite algo nuevo. Me impactó tanto Cabaret Biarritz , que decidí serle fiel. Me encanta su estilo, irónico, sarcástico, ácido pero lleno de humor. Así pues, salió a la ventaCeleste 65 y ya la he leído, pese a tener numerosas interrupciones, las propias de principio de curso. En este caso los espías van unidos al nacismo, estamos en 1965 y aún tenían poder; nadie había olvidado sus tropelías, ni siquiera ellos mismos, que se consideraban intocables.
En principio, Celeste 65, de destacar por algo sería por constituir una parodia de la alta sociedad nicense. Por el hotel Negresgo circula lo más granado de la época, actrices conocidas como Brigitte Bardot entre otras, Rainiero y Grace Kelly... la alta aristocracia de Niza se aloja, en pleno, junto a nuestro protagonista, Linton Blint, un inglés bastante necio debido al deterioro cerebral causado por el envenenamiento que, conscientemente o no, le produce su mujer, Laurine, aprovechando los pesticidas de la fábrica de fertilizantes de la que se convierte en dueño por herencia, y por la gran cantidad de medicamentos que le proporciona su psiquiatra, la doctora Val "de labios freudianos", y que él mezcla constantemente con alcohol.
Aun así, a pesar de alternar con la sociedad más elegante de esta fastuosa ciudad, es incapaz de vencer su timidez extrema, su ensimismamiento y su falta de personalidad
"Yo no tenía ningún inconveniente en pensar lo que me dijeran que debía pensar, y corriendo el riesgo de acabar con un peligroso dolor de cabeza [...] escuché atentamente sus palabras [...] y desde ese momento yo también decidí alejarme del estructuralismo como si fuera el mismísimo Belcebú". Teniendo en cuenta que no era estructuralista, ni conocía la teoría, más que falta de carácter, encontramos a un ser inocente fuera de lo común, de una simpleza extrema "Francamente me parecía asombroso que alguien pudiera saber tantas cosas sobre el sexo como para rellenar seis o siete volúmenes".La joven Celeste será quien consiga despertarlo a los lujos, a la vida, al amor, y a experimentar de vez en cuando algún sentimiento de celos; sólo de vez en cuando porque la visión que Nigel tiene de sí mismo es demoledora, no sabe hacer nada ni lo intenta, se deja llevar por todos y reprime sin dificultad cualquier actividad propia de lujos excesivos "estuvimos debatiendo mi incapacidad para la actividad natatoria [...] le dije a Myléne, era incapaz de coordinar los brazos, los pies, el movimiento de la cabeza, la mirada, la curvatura de la espalda, la posición de la pelvis, la inclinación de las cervicales, la respiración y...". Y así, como le va sucediendo todo en su vida, se encuentra sin saber cómo con un espía americano, Matt Mattison, que sin venir a cuento le relata sus hazañas por Alemania durante 1961, durante la construcción del muro de Berlín. En momentos como éste es cuando más resalta la ironía de Vales, pues se convierte en crítica hacia los horrores del nazismo "A Gretta la metralla se le incrustó en el cráneo [...] El comando soviético se burló de ella, y jugaron a la gallinita ciega, aprovechando que no podía ver por el impacto de la metralla, y luego la violaron hasta que la creyeron muerta [...] Matt decía que lo que más había lamentado -sumadre - fue ver cómo había quedado el bonito uniforme de las Juventudes Hitlerianas...".
Asimismo Nigel mantiene una relación pseudoamorosa con Kira Kerasimova, otra espía a la que llama Ø (el sarcasmo hacia la ocultación es evidente), y que delató a Matt, a pesar de haber sido compañeros, quien, apresado, hubo de contar todo lo que sabía sobre la construcción del muro.
A partir de ahí, Linton-Nigel se percata de que está rodeado de espías, y él mismo es perseguido por el servicio de contraespionaje francés, que quiere deportarlo a Varsovia. Pero ni Kira, o Lucille Øorund, ni Celeste dan importancia a este hecho, y para tranquilizarlo Celeste llamará a los abogados de su tío (quien a su vez tiene familiares en el MI6).
Mientras tanto, la fábrica de fertilizantes Blint sigue causando estragos en países subdesarrollados (de nuevo la crítica a las sociedades acomodadas del primer mundo).
Sin embargo, es cierto que entre estos asuntos de espionaje, sin duda estrambóticos, algunos capítulos quedan intercalados con verdadero humor, el que te hace reír a pesar de estar en medio de hechos dolorosos. El capítulo 87, "Los días inexistentes", es fantástico. Nadie puede contar con más ocurrencia el cambio del calendario gregoriano "...el calendario que se había instituido en el Concilio de Nicea del año 325 había provocado tal descalabro en el cómputo de los días que seguramente estaban viviendo "en el día que no era". (Esta idea me pareció a mí muy interesante [...] en 1580 se decidió que había que poner la Tierra en hora y que había que adelantar esos once días [...] Con gran temor de Dios se acordó que tras el jueves 4 de octubre de 1582 no vendría el 5 sino el 15 de octubre [...] En una corte judicial española, según decían, un asesino quedó libre porque no se pudo decidir qué día había cometido el crimen..."
, tal y como nos tiene acostumbrados José C. Vales en sus novelas, está plagada de expresiones ingeniosas, algunas verdaderamente jocosas. Encontramos humor en las analogías "Celeste [...] se sentó a mi lado y antes de que el Citroën hubiera empezado a ronronear alegremente [...] había apoyado los pies vendados en el salpicadero del coche [...] dada la turbadora presencia de Celeste a mi derecha, preferí pensar en cuestiones relacionadas con asuntos más serios. Por ejemplo, los faraones de la IV dinastía".
Incluso las curiosidades que aparecen no están exentas de humor, como tratar al espía británico y escritor de las novelas de 007, Ian Fleming, como un escritor de novelas baratas de espionaje.
Quizas sea Celeste 65 la novela más extraña de Vales, pues abunda, entre tantas expresiones cómicas y absurdas, la desolación y depravación del ser humano. En realidad, la vida del protagonista es amarga pero el autor tiene la peculiaridad de enfocar las situaciones desde otro punto de vista, de forma que sonriamos al leer las aventuras de Nigel, quien hace gala constante de una desmesurada estupidez, pues comienza no dándose cuenta de que está siendo envenenado por su mujer y su tía con el hexaclorobenceno de la fábrica que hereda de su padre "Con todo su cariño marital habitual, mi querida Laurine me preparó un vaso de aquella leche que sabía tan rara..." y termina sin percatarse de la justicia, poética en este caso, que preparan Celeste y su tío, el señor Levv. Nigel vive toda su vida como si fuese un sueño, y en realidad la novela es eso, un sueño de su autor, en el que el horror, los malos tratos conviven con lo más exquisito de la sociedad nicense, si bien es cierto que se vale de la metaliteratura para, mediante un guiño a su obra, conseguir que ésta se convierta en tabla de salvación para sus personajes "El señor Levv dijo que la niebla de aquellas jornadas había sido un milagro protector, hasta que llegaron a la escuela abandonada de Neuwelke, donde permanecieron escondidos tres días"; y emplea la literatura para lograr que, mediante un final sorprendente, los humillados consigan su venganza.