El 1 de octubre podría haber sido uno de los días más felices en la vida de Clayton Riddell. Tenía la sensación de que todo iría viento en popa tras vender su cómic Caminante Oscuro a la compañía Dark Horse, por lo que poco sospechaba que unas simples llamadas telefónicas cambiarían su destino y el de toda la humanidad. Todos aquellos que usaron su teléfono móvil después del fenómeno conocido como El Pulso se vieron trasladados a una existencia regida por la agresividad primitiva, y es en un mundo dominado por semejantes seres donde Clay y un reducido grupo de supervivientes como Tom y Alice deberán encontrar su camino hacia la salvación y la esperanza.
Esta es la premisa argumental de Cell, una de las novelas más recientes del maestro del terror contemporáneo, Stephen King. Con una estructura de búsqueda recurrente en otros trabajos del autor, Cell nos muestra un mundo apocalíptico en que las frágiles estructuras sociales humanas quedan reducidas a cenizas por las redes de comunicaciones globales que tan rápido hemos aceptado. De un día a otro, las ciudades se vuelven lugares inhóspitos y el mundo entero regresa a una edad de absoluta oscuridad, con habitantes en los que priman los instintos asesinos que deberán aprender a convivir si quieren hacerse un hueco en el nuevo orden.
Cell arranca directo al grano, con un comienzo espectacular que sorprende a los lectores. A lo largo de sus páginas se entremezclan situaciones terroríficas con otras macabras, momentos de ternura y otros sobrecogedores, todo ello narrado con pulso y agilidad, sin pasajes densos que cambien el ritmo. Además, la novela supone un claro homenaje a las películas de zombis de George Romero y al libro Soy Leyenda de Richard Matheson, de temática similar; al mismo tiempo que recoge conceptos como el Ello de Freud o los patrones de acción fijos de Lorenz para remarcar la conducta agresiva que subyace en todos los humanos por naturaleza y que puede despertar fácilmente.
Al igual que otras obras de Stephen King, Cell no sólo se sitúa en un contexto actual con multitud de referencias a la cultura popular y expresiones coloquiales, sino que pasa a formar parte del universo particular que conforman los libros del autor. El protagonista de Cell, Clayton Riddell, es un artista (como siempre, los personajes principales suelen ser pintores o escritores) que trabaja en un ambicioso proyecto que resulta ser una versión en cómic de La Torre Oscura. Ante una situación de caos extremo no dudará en emprender una arriesgada búsqueda de su familia, es decir, de su mujer e hijo (de nuevo compuesta por tres miembros, nada disfuncional); y para ello partirá hacia Maine, estado natal de King en cuyos parajes se desarrollan la gran mayoría de sus historias. Para terminar, y después de todas las barbaries presenciadas por los personajes, Cell nos deja un soplo de esperanza, presente también en títulos como La Niebla.
Una novela recomendable y entretenida, con el sello inconfundible de este autor norteamericano que plantea temas interesantes en la sociedad actual, tan preocupantemente dependiente de las nuevas tecnologías y la información.