Hace ya cuatro años que derribaron el estadio de atletismo “Vallehermoso“, bonito nombre para un antiguo cementerio. Y ese es el aspecto que sugiere lo que queda del campo deportivo: poco más que un cementerio. El día que derribaron el estadio Vallehermoso fue como si le hubieran robado parte del alma a muchos aficionados al atletismo madrileño. Como si algo se hubiera muerto en aquel simbólico recinto. El Ayuntamiento de Madrid explicó en 2008 las razones y el proyecto que tenía entre manos. De momento, empezando por las primeras dificultades, ahora en 2012, en plena crisis global, todos los planes que definen el futuro del antiguo estadio son tan inciertos como el horizonte político y social del país, que difícilmente se adivina. Ni siquiera queda claro qué pasará de prosperar la candidatura de Madrid como sede olímpica 2020. (Ver Madrid 2020, Wikipedia)). En el fondo es como se se tratase de un proyecto muerto, sin hálito para sobreponerse a las dificultades .
Diferentes fases del estadio de atletismo “Vallehermoso”, desde 2008 hasta 2012. El estadio olímpico que nunca llegó a ser y que, dependiendo de la “fortuna”, tal vez acabe convirtiéndose en un centro comercial con gimnasio privado para el distrito con precios “populares”, la nueva tendencia. O en un verdadero estadio olímpico para el deporte nacional que facilite el acceso al deporte más exigente, frente al más exclusivo.
El desaparecido estadio lo proyectó el arquitecto Manuel Herrero Palacios en 1950 y se inauguró en 1961. Ocupaba 39.000 metros cuadrados entre la Avenida de Filipinas nº 7 y las calles de Juan Vigón nº 10, Santander nº1 y Jesús Maestro, frente a la Escuela Oficial de Idiomas. Se construyó en el solar -”el campo de los huesos“, donde jugaban los niños del barrio de la época- que fue el cementerio de la Sacramental de San Martín. Este cementerio, principal en Madrid, funcionó desde 1848 hasta su derribo en 1926, pues, aunque fue clausurado a finales del siglo XIX, se siguieron efectuando enterramientos hasta 1902, y se mantuvo abierto para atender a las visitas de los familiares de los finados.
Aquí fueron enterrados, entre otros personajes, el pintor Eduardo Rosales y el escritor Ángel Fernández de los Ríos. Lo compró un particular y para obtener rendimiento de las tierras lo explotó como huerta. Probablemente fuera un suelo excelente para el cultivo de hortalizas (esos sabrosos tomates o pepinos que, los que los conocimos, ahora añoramos). Había agua cercana, pues al lado se encontraba y se encuentra el tercer deposito del Canal de isabel II y que, a buen seguro, surtía sin problemas a la finca. Y seguro que fue un suelo rico en abonos orgánicos y minerales como el fósforo y el calcio. En agosto de 1933 el Ayuntamiento se hizo con los terrenos y en 1957, ya con otra mentalidad, los cedió por 50 años para la construcción de un estadio para la celebración de los II Juegos Iberoamericanos, en 1962. Su inauguración oficial fue en 1961 con la clausura de los XII Juegos Escolares de Juventudes y posteriormente se remodeló para la celebración de los referidos Juegos Iberoamericanos.
Cementerio de San Martín, en una excelente panorámica que nos permite ver, al fondo, las promociones de la Compañía Urbanizadora Metropolitana, de los hermanos Otamendi, y a la derecha las instalaciones del tercer depósito del Canal de Isabel II. La foto podría ser de finales de los años veinte o treinta. Ya estaba construida la citada promoción, que se terminó en 1923 y aún no se había concluido el derribo del camposanto, que debió de terminarse en 1939. Por tanto, de la fotografía es importante destacar el hecho de que ya no quedase ningún árbol en pie, de los muchos cipreses que había. Esta circunstancia podría datar la foto a finales de los años treinta, que es cuando, pasada la guerra, se llevan a cabo los planes de actuación urgentes en Madrid y la demolición definitiva en el solar.
El cementerio de San Martín, origen de la urbanización del terreno, fue construido por Wenceslao Graviña en 1849. Dos años más tarde era uno de los más importantes de Madrid. El cementerio contaba con cuatro patios dedicados a Santo Domingo, San Ildefonso, Nuestra Señora de la Paz y Santísimo Cristo. La entrada era porticada y tenía a ambos lados dos construcciones hexagonales destinadas a vivienda del guarda y capilla.
Se clausuró el 1 de septiembre de 1884 al entrar en funcionamiento la Necrópolis del Este pero, como quedó dicho, se siguió enterrando en él hasta 1902 debido a su ubicación, muy central y en zonas densamente pobladas del ensanche madrileño, que en leste lugar fue más espontáneo que planificado y que, además se encontraba más o menos retirado del burgués barrio de Chamberí.
Cementerio de San Martín (1926). “En 1926 se pensó mantenerlo como un suntuoso jardín, conservando el pórtico, la capilla y la casa del guarda y derribando las galerías de nichos. El proyecto incluía la construcción de una gran plaza central, que se denominaría Jardín Elíptico, donde se colocarían estatuas de alcaldes madrileños, así como una serie de patios adornados con fuentes y hornacinas. El proyecto nunca se llevó a cabo. A pesar de llevar años cerrado, los cipreses permanecieron en pie hasta después de la guerra civil y los nichos sirvieron de refugio durante la contienda”. (Texto extraído de “El Madrid desaparecido” de María Isabel Gea. Ed. La Librería, 2003)
Cementerio de San Martín (1906). Destacaba la puerta de acceso constituida por una bella columnata en semicírculo y, estaba constituido por nueve patios cerrados. Sus cuatro primeros patios estaban dedicados a Santo Domingo, a San Ildefonso, a Nuestra Señora de la Paz y al Santísimo Cristo.
En esta hermosa imagen aérea, material de museo y patrimonio ciudadano, que habría de ser de libre acceso, se ven muchas cosas. Lo que nos interesa es, objeto de esta entrada, en el centro el estadio Metropolotano, al final de la avenida de la Reina Victoria. Es del año 1939. La pista de atletismo que tenía el estadio, curiósamente, había desaparecido. A la derecha, el Parque Urbanizado, de los primeros veinte. Al fondo, a la derecha, se aprecia el claro del tercer depósito del Canal de Isabel II, cuya superficie es en la actualidad un campo de golf auspiciado por la Comunidad de Madrid. Justo a su derecha se ve el descampado del antiguo cementerio. Ahí se adivinan algunos árbolesy algunas construcciones.