Ubicado en el poblado del mismo nombre, en el pequeño municipio de Marianao de la ciudad de La Habana (como se puede ver en el mapa), que comenzó su vida urbana alrededor del mes de septiembre de 1723.
El cementerio comenzó a construirse, según las normas urbano-sanitarias de la época, distanciado del punto de congregación poblacional. La fecha de inicio no se localiza con exactitud. Pero su aprobación se relaciona con varias causas: primero, el Gobernador General impulsa este tipo de obras debido al aumento del cólera en la isla; segundo, las protestas establecidas por el cura del poblado debido a que la policía expedía infinitas certificaciones de deceso y era necesario enterrar muchos cadáveres de personas pobres.
El párroco estaba encargado de designar los espacios donde debían ser enterrados sus feligreses, y también los no católicos.
Los libros de anotaciones del cementerio demuestran el entierro allí de españoles, criollos blancos y negros, africanos esclavos y chinos.
Las bóvedas, en su mayoría eran arquitectónicamente sencillas, y en su mayoría de un granito muy bien trabajado. Y preparadas, como era costumbre en la época, para la pareja matrimonial, con el objetivo que continuaran juntos su eterno camino.
Se destacan entre sus tumbas las de varios participantes destacados de la guerra independista de 1895, como lo son los esposos Juan Santos y Clara Rivero.
Este es una necrópolis sencilla, poco conocida, pero que invita a conocerla, para aprender de la historia particular del poblado El Cano.