Revista Decoración
En alguna ocasión ya hemos hablado de la aplicación de nuevos materiales como el cemento pulido en algunas estancias de la vivienda. Ahora, le ha tocado el turno a la piscina. Sigue leyendo y descubre sus ventajas.
Si bien muchos querrían tener una en su hogar, la piscina es un elemento que, como todos los exteriores del hogar, requieren un mantenimiento constante. La limpieza de la superficie, del agua, el vaciado o no, y, sobre todo, el cuidado del alicatado hacen que más de uno se lo repiense.
La introducción de nuevos materiales o las mejoras de algunos de ellos nos permiten disfrutar de superficies más resistentes y duraderas, con una instalación mucho más sencilla, rápida y económica. Es el caso del cemento pulido.
Convertido en uno de los materiales de moda, gracias a su durabilidad, resistencia y fácil mantenimiento, resulta perfecto tanto para exteriores, como para interiores. El cemento pulido no es otra cosa que una capa de cemento refinado con colorante, pulida con una máquina especial y una capa protectora.
Pese a la creencia popular, el microcemento y el cemento pulido no son lo mismo. Aunque su apariencia sea similar, se diferencian en cosas tan básicas como la técnica de aplicado, sus propiedades, los materiales, el mantenimiento y, sobre todo, el coste, mucho menor en el último caso.
Lo cierto es que este material se ha convertido en una gran alternativa a los materiales convencionales para piscinas. Gracias a su excelente flexibilidad, adherencia e impermeabilidad, resulta perfecto para cubrir este tipo de superficie, pudiéndose aplicar directamente sobre el suelo y las paredes de la piscina, sin necesidad de quitar los revestimientos viejos.
Además, al ser un pavimento continuo, no dispone de juntas de dilatación, lo cual facilita mucho su mantenimiento y limpieza, eliminando, a su vez, el problema típico de las piscinas con las juntas de las baldosas y azulejos. Con dos o tres capas de aplicación del producto y la imprimación adecuada, lograremos estanqueidad en tan sólo 24 horas después.
Para poder disfrutar de una obra resistente, el diseño y la aplicación de materiales y acabados deben prepararse con cuidado. Así, a la hora de su aplicación el profesional deberá dejar los poros del material más abierto, para garantizar que éste sea antideslizante. Por eso, utilizará en exclusiva cemento pulido, de esta forma conseguiremos la porosidad adecuada.
Este material se aplica directamente sobre el suelo autonivelado, ya sea sobre una losa, una capa nueva de protección o un antiguo alicatado… Su apariencia, de efecto difuminado y ligeramente veteado le da un toque estiloso.
En el mercado existen una gran variedad de colores de cemento pulido, si bien, para la piscina, es preferible no optar por los colores vivos o primarios, ya que, aunque poco probable, podría darse una despigmentación del material. Como ya hemos dicho antes, no aplicaremos ningún acabado: ni terminaciones químicas, ni tapaporos, ni barnices.
El cemento pulido es una propuesta respetuosa con el medioambiente, gracias a su base principal de cemento. Sin embargo, los aditivos que se le añaden a la hora de su aplicación hacen que este revestimiento logre una resistencia máxima con un mantenimiento mínimo. Tan sólo utilizaremos un material específico a presión, disolvente de dispersión o ácido cítrico.
Se trata de un producto mineral muy resistente, tanto al agua, la humedad, los rayos UV, como las filtraciones de cloro, bromo… Pese a ello, una vez aplicado el material, no cubriremos la piscina hasta, como mínimo, cinco días después. Para poder llenarla de agua, nos esperaremos a que el cemento pulido esté seco por completo.
Fuente: FOTOCASA.ES