En España, y en Europa en general, lo de viajar en tren no tiene nada de singular, pero en los Estados Unidos los viajes en tren fueron paulatinamente reemplazados por el transporte aéreo durante la segunda mitad del siglo XX, y hoy en día el viajero que desee moverse en tren por este país lo tiene francamente difícil. Son muy pocas las rutas ferroviarias que sobreviven, y en general, el tren ha quedado relegado a ser un medio para transporte de mercancías. Una verdadera lástima, la verdad, dado el encanto que tienen los trenes y su carga de referencias literarias.
En fin, a lo que iba: el Cincinnati Dinner Train ofrece la oportunidad de cenar en un ambiente retro de lo más agradable. Los vagones se han mantenido tal y como eran originalmente, y rezuman una elegancia clásica que hace que le den ganas a una de ponerse unos guantes negros largos y un collar de perlas, y de llevar en el bolso una polvera de plata para retocarse el maquillaje.
Comedor del tren. Foto de www.opentable.com
Salón privado en el tren, disponible por un módico precio.
Foto de www.yelp.com
El menú de la cena es servido por unos camareros la mar de correctos y profesionales, y el menú se pide al hacer la reserva, pudiéndose escoger para el plato principal entre salmón, pollo y prime rib (que se podría traducir como “costilla de ternera a la brasa”). Yo pedí prime rib, y estaba buenísima.
Y de postre, cheesecake (tarta de queso) y pastel de chocolate. Aquí los tenéis:
El trayecto dura unas tres horas, y aunque el precio de la excursión más la cena resulta algo elevado, es una experiencia muy recomendable para una ocasión especial. En definitiva, si os atrae el aire nostálgico de los trenes antiguos, el Cincinnati Dinner Train es lo más parecido a un viaje en el tiempo. Merece la pena.
Cincinnati Dinner Train. Foto de Melissa Middendorf