―¡Hola! ―saludó Jaybush a los ocupantes del bote.
―Hola ―le respondieron todos.
―¿Qué tal se lo están pasando? ¿Están contentos de haber venido?
―¡Claro!
―¡Desde luego!
―¡Y tanto!
―Me alegra oírlo ―les aseguró Jaybush―. Ahora, por favor, présteme atención, ¿de acuerdo? Por favor, levántense... con cuidado, no quiero que se caigan al agua... y míreme fijamente. Extiendan los brazos, con las palmas hacia arriba, como si llevaran un plato.
Sonriendo alegremente, las seis personas siguieron las instrucciones, y tras algunos tropezones y codazos, todos estuvieron mirando de frente la balsa de Jaybush, con las manos extendidas.
―¿Saben lo que tienen en las manos? ―preguntó Jaybush.
Menearon las cabezas, se miraron unos a otros y volvieron a hacer un gesto de negación. Rivas tuvo la sospecha de que habían sido hipnotizados.
―Lo que cada uno de ustedes tiene en las manos es su propio rostro ―dijo Jaybush con tono imperativo―. ¡Están ahí de pie, con el rostro en las manos, y la parte delantera de sus cabezas es tan lisa como un huevo! ¡Todos son absolutamente idénticos! ¡Cielo santo, no dejen caer las caras, ni las confundan con el de al lado!
Ninguno se movió, como máximo hicieron gestos de inquietud, y se lamieron los labios. Sus manos eran garras.
―¡Ni siquiera pueden hablar! ―se maravilló Jaybush―. No son más que huevos. ―Cogió un salero y lo lanzó al agua. Su rostro reflejaba placidez, pero dio un matiz de pánico a su voz al exclamar―: ¡Se les han caído! ¡Se les han caído las caras al agua!
Al momento, las seis personas saltaron al agua, llenando de salpicaduras la balsa de Jaybush y haciendo balancearse el bote en el que habían llegado.
―¿Y usted, señor? ―preguntó Jaybush volviéndose hacia Rivas―. ¿Tiene el rostro en su sitio?
En un mundo post-apocalíptico donde los vasitos de coñac se han convertido en moneda de cambio y la gente se transporta en carromatos (automóviles guiados por caballos), el protagonista de la novela, Gregorio Rivas, sobrevive apenas como músico en un bar de mala muerte. Rivas es un músico venido a menos, debido a la aparición de nuevos ritmos. Y hasta tiene que contratar a niños callejeros para que armen alharaca cuando llega al bar.
Hasta que un día se aparece un hombre con un contrato que Gregorio no puede rechazar.
La enigmática secta de los Jaybush ha atrapado a la ex novia de Rivas, Urania Barrows, hija del hombre mas influyente de la ciudad. El padre de ella, Irwin Barrows, convence a Rivas de realizar la liberación de su hija.
Rivas fue un sacerdote de la religión Jaybush (un Jaybird), y descubrió por accidente que la música, así como el dolor intenso, rompen sus patrones de lavado de cerebro. Rivas engaña a un grupo de Jaybirds reclutadores y logra hacer contacto con Urania Barrows, pero es descubierto y torturado. La travesía continua hasta llegar a la Ciudad Santa, los aposentos del mesías Norton Jaybush.
El antagonista de Rivas, Norton Jaybush, es uno de los personajes mas interesantes del libro, ya que su verdadera condición es una sorpresa aun para el lector mas avezado.
Esta ligera y entretenida novela de Tim Powers maneja todo los clichés de la ciencia ficción distopica, un mundo destruido gracias a una conflagración nuclear, un protagonista pragmático y ensañado contra el mundo, una secta tan ferviente como peligrosa, así como el derrumbamiento de todo gobierno o sistema judicial.
La novela oscila entre la ciencia ficción y la fantasía, con numerosos ejemplos: la condición del propio Jaybush, el método de recolección de la droga que utilizan para la comunión, el "hemogoblin", un ser que persigue a Rivas después de haber ingerido algo de su sangre, etc.
Tim Powers tiene algo especial como escritor, le encanta hacerlas pasar mal a sus personajes, a lo largo de la novela Greg Rivas recibe golpizas, disparos, es perseguido por caníbales, es torturado y un sin fin de malos tragos que de logran provocar simpatía por el protagonista.
En resumen, Cena en el palacio de la discordia es una buena opción de ciencia ficción post-apocalíptica, con un personajes principal pragmático y nihilista que se transforma en alguien mejor, frente a los ojos del lector, a base de golpizas. Un libro ligero y corto que es un placer paladear. Con un buen ritmo narrativo y un final espectacular.