Vivimos tiempos de mucha incertidumbre y debates, en ocasiones históricos. Las redes sociales y el derecho a la libertad de expresión en todas las conversaciones. ¿Ha sido correcto cerrar las cuentas de redes sociales de Trump?
Estos días en España vemos nevadas históricas, jamás antes vividas (al menos en los últimos 60 años).
En la "capital mundial de la democracia" asaltan uno de los baluartes de la política y todas las personas se preguntan como fue posible. Nos dejan perplejas las imágenes que del Capitolio nos llegaron, tanto por las indumentarias de los asaltantes, como por las situaciones rocambolescas vividas, más en la línea de series o ficciones televisivas.
Y de repente un hecho que abre un dilema / debate moral importante:
La censura del "líder del mundo libre" por parte de una o varias multinacionales del ocio y la comunicación digital.
Primero mi aclaración, no considero que Estados Unidos pueda dar ejemplos de democracia, igual que tampoco lo puede hacer mi país, por más que muchos así lo piensen. A diario vemos ejemplos de corruptelas de los denominados "países de primer mundo" que ni siquiera se acercan a los vividos en "democracias bananeras", opacidades y montajes que por lo indignantes que son nos frustran y nos dejan incrédulas, etc. etc. Por lo que decir que Estados Unidos o España son referentes de la democracia no solo me genera indignación, en muchas ocasiones vergüenza.
Pero retomando el tema en cuestión, ¿puede una red social o una plataforma de comunicación censurar? pues obvio que si, ya lo ha hecho en reiteradas ocasiones, ejemplos miles o millones, a diario cientos y cientos de ciudadanos y ciudadanas anónimas sufren este tipo de actuaciones, en ocasiones por el uso de "artimañas" en uno u otro lado (ejemplo de uso de trolles para denunciar cuentas, o de bots para generar fake news entre otros muchos casos) y en otras de forma injustificada y opaca. No hace mucho nos ocurrió con la cuenta de nuestra empresa matriz:
Aunque realmente la pregunta no es si puede, si no si debe. Y en ese ámbito podemos entrar en al menos 3 aspectos:
- el técnico, muy simple si nuestra dependencia es de una u otra herramienta/plataforma privativa controlada por una u otra empresa,
...la interpretación y doctrina jurisprudenciales son muy claras. Las redes no son un foro público, sino un espacio de carácter privado en el que los usuarios se sujetan a las normas internas establecidas por la plataforma correspondiente.
- el moral, que es en el que se abre más el debate y del que seguro todas las personas tenemos una opinión, más en estos días.
De nuevo legalidad, tecnología y ciudadanía se relacionan de forma directa y con un ejemplo muy impactante. Y de nuevo recupero lo que escribí hace ya bastantes años: La soberanía tecnológica es el resultado de la libertad, entendida como no dominación, de los estados frente a los poderes tecnológicos (ostentados por corporaciones tecnológicas privadas).
"... la ciudadanía es la que debe poder elegir cómo relacionarse ..., no puede verse forzada a utilizar una determinada marca o aplicación para poder hacer uso de sus derechos...
... ¿Y qué significa soberanía tecnológica? Lo primero, que sea el Estado el que tenga el control de la tecnología y no la tecnología o las aplicaciones (hechas por empresas) las que tengan el control del Estado.
...¿Cómo podemos estar seguros de que no se hacen con ninguna oscura finalidad? ¿Cómo garantizar que son los países los dueños de los datos públicos, de los sistemas,... en resumen del control? Y es aquí cuando, no hay que plantearse grandes suposiciones para darnos cuenta de la importancia de la Soberanía Tecnológica. ¿Cómo pueden nuestros gobernantes garantizarnos que están cumpliendo con su obligación moral, ética y legal de gestionar de forma eficiente nuestros recursos si no tienen control sobre los mismos?
Y como hemos visto en diferentes ejemplos de estos últimos meses, terminando con Trump, pero antes con muchos otros ejemplos, como en el caso del expresidente Correa, los gobernantes decidieron ceder el poder comunicar a trasnacionales y a sus plataformas cerradas.
Hace casi 10 años decía, o mejor dicho escribía, sobre la colonización tecnológica que sufría nuestra Sociedad y como La tecnología no es neutral, no puede serlo, y el ejemplo más claro se plantea cuando son las multinacionales y no los estados los que poseen los datos de su ciudadanía, los que deciden como afecta la tecnología al Estado y a la Sociedad en su conjunto, y no es la Sociedad -o sus responsables elegidos democráticamente- los que deciden como la tecnología está al servicio de la ciudadanía.
Mientras la tecnología estuvo al servicio del gobernante, del todo-poderoso, para espiarnos o controlarnos, no les generó tanto recelo, pareciera que todos pasaron de puntillas por el debate sobre la privacidad: Te están vigilando, el Gobierno tiene un sistema secreto que te espía todos los días a todas horas.
Hoy nos planteamos si una sola persona puede o no censurar a Trump, uno de los referentes de la comunicación en base a las emociones. Sobre todo, nos planteamos, si hay alguien que puede erigirse por encima de la voluntad colectiva o de los representantes elegidos por la ciudadanía y decidir que cosas pueden o no decirse, etc. y yo digo lo mismo, mientras dejemos nuestra capacidad de relacionarnos, de informarnos, de comunicarnos en manos de herramientas controladas por una multinacional, será posible 🙁 Más allá que la herramienta, las redes sociales, pueden generar mucho odio, daño y crispación en manos de locos, como ha sido el caso de Trump y su constante llamado a la violencia.
Me gustaría acabar con unas afirmaciones que compartí durante mi intervención en SOBERANÍA TECNOLÓGICA, GERMEN DE LA REVOLUCIÓN EN LAS CALLES del Beers&Politics de justo hace 6 años:
La tecnología ha de ser la fuerza motriz del cambio, pero su dirección y sentido ha de ser resultado de un proceso político, con una profunda raíz cívica y republicana.
Soberanía Tecnológica y Tecnopolítica, dependen de las personas, pero se basa en el empleo de Tecnología, que ha de ser la fuerza motriz del cambio.