Despedir como colaborador por sus ideas a un economista de TVE, sea un leninista como los de Podemos o tantos de IU, o sea de la escuela austríaca, la mayor defensora de la autonomía del mercado, más liberal que EE.UU. o el Reino Unido, es un acto totalitario contra la libertad de información y de opinión.
Claro que en TVE nunca se censura, aun gobernando el PP, a los leninistas que acaban con las libertades y llevan los pueblos a la miseria, y sin embargo se expulsa a quienes defienden la independencia del mercado, motor de la prosperidad.
Aunque en algunos casos esa libertad pueda crear grandes diferencias entre los inteligentes, emprendedores y trabajadores, y sus contrarios, los torpes, pasivos y abúlicos, que son más que los primeros.
Deben oírse unos y otros. La audiencia reflexiona y decide. Pero que aparezca un sindicato como UGT de TVE expulsando a un economista liberal, el profesor, Juan Ramón Rallo, porque dice en una tertulia que las televisiones públicas no tienen razón de ser, es un ataque gravísimo a la libertad de expresión.
La existencia de esas televisiones es defendible y rechazable por igual, según se analice su coste y su estricta neutralidad informativa.
Sería lógico defender la existencia de alguna controlada por profesionales independientes, no por sindicatos; sobre todo porque las privadas, algunas berlusconianas o gravemente manipuladoras, pueden montar como juego para ganar audiencias un partido político totalitario y vendérselo al público más desesperado como bálsamo de Fierabrás, que es lo que han hecho Cuatro y La Sexta con Podemos.
Estamos ante una censura neofranquista, hija de aquella a la que nos oponíamos los cinco o seis periodistas que creamos en 1968 la primera Agrupación de UGT de Prensa de la posguerra, y que ha devenido con los años en sindicato totalitario progrefranquista.
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SALAS Así actuó la Agupación Informativa de UGT en TVE