Revista Cine

"Centauros del desierto" de John Ford

Publicado el 08 marzo 2010 por Troncha


Cuando hablo de grandes obras y de grandes directores me es realmente difícil, son tantas las cosas que se han dicho que probablemente uno incurra en el error de la repetición. Volviendo a comentar aspectos y detalles que se han tratado en otros sitios hasta la saciedad, incluso con mayor acierto que uno y con mayor profundidad; aun así me dispongo a hablar de este trabajo del grandísimo John Ford, obra maestra del western por excelencia.
Si alguna vez más han pasado por este sitio, se habrán dado cuenta que no llevo muy bien lo de las traducciones de los títulos originales, en este caso he de reconocer que la traducción al español de “The searchers” le da más empaque a la película. Centauros del desierto no me pueden negar que no alcanza mayor fuerza que los buscadores o algo similar que hubiera estado más ajustado con el originario puesto desde un principio.
La película nos va a contar la caída y auge de Ethan Edwards (John Wayne), perdedor de la guerra de secesión por haber estado en el bando sudista, vuelve a casa tiempo después de la derrota. Después de haberse dado un tiempo a si mismo como si hubiera pretendido lamerse las heridas para restañar el daño, Ford podría haberse aprovechado de la conflagración entre norte y sur para la narración, pero la toca tan solo de refilón dejándola más bien de lado aunque no olvidada.
Desde el primer momento y por la forma de comportarse con sus semejantes nos damos cuenta que Ethan no es un hombre más, que su forma de actuar ha estado condicionada por todo el pasado que le ha tocado vivir. La vida no le ha regalado nada y por si esto fuera poco ha vuelto a casa con la derrota, ha retornado a esa Texas indomable, que parece que todavía no se ha querido adaptar al nuevo orden territorial establecido después de la guerra.
Es sorprendente que Ford a pesar de ser extranjero fuera capaz de transmitir tan bien la forma de vida y las tradiciones del país que le adopta. la manera de pintar el desierto que tiene el director de origen irlandés es increíble. En determinadas escenas da la sensación que la arena se va a colar por la pantalla y va a inundar el suelo de la sala de proyección, transmite la dureza del entorno de una forma eminente para que seamos capaces de entender mejor a los personajes y porque tomar ciertas decisiones.
El guión me parece fantástico, la historia me mantiene en vilo en todo momento, como cuando era un chaval y en televisión estábamos deseando que emitieran una película de indios y vaqueros. Lo único que la resta vigencia pero que por el contrario la da consistencia es eso obsesivo tesón por no dejar la búsqueda. Pero la propia búsqueda se convierte en la escusa para seguir viviendo, un alma rebelde como la del sudista no está hecha para criar caballos y arar los campos en un rancho.
La persecución de Cicatriz (Henry Brandon) se convierte en un modo de vida, la venganza es el único referente, el odio hacia los de raza india y la descarga de toda su ira contenida hacía los captores de su familia. Aunque parezca mentira la única persona que consigue aplacar un poco los ánimos de tan brava persona es u eterno compañero de viaje, el mestizo Pawley (Jeffrey Hunter), al que comienza despreciando pero que termina por convertirse en su mejor apoyo.
Otro de los enfoques que se le podría dar a la película, o por usar una nomenclatura de cierta vigencia actualmente, una de las subtramas sería el papel de la mujer en este film y por extensión en el género del western. Realmente tenemos de diversos tipos y de caracteres muy dispares, les invito a hacer ese ejercicio de observación, comparando los papeles de las mujeres del film tanto las casadas, como las que están en edad casadera, incluso las de edad madura avanzada.
Quizás otra temática merecedora de estudio sería el estado de Texas y esa situación en la que se encuentra en dicha época (principios del último tercio del siglo XIX), un territorio todavía no muy definido en su nacionalidad. Ya habían habido revueltas anteriores como la de El Álamo. Dicho entorno casi salvaje, totalmente agreste y machacado por el clima extremo de calor condiciona las existencias de los que deciden habitar allí.


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